la cafeteria

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Mi vida seguía sin ningún cambio. Dos meses pasaron desde aquella fiesta. Aún no tenía ningún avance con respecto a Soo y eso me desesperaba. Tuve muchas oportunidades de hablarle, pero algo me paralizaba. Tal vez era la presencia constante de Park en su vida, o mi propia timidez.

Y así fue por cerca de un mes. Hasta que pasó lo impensado. Mi padre, dueño de muchas empresas, había comprado una pequeña cafetería en el centro. Dicha cafetería era del padre de Kyung. Era un lugar muy concurrido, pero, por la falta de experiencia del padre de mi enano en el mundo de los negocios, lo estaba llevando a la banca rota.

KyungSoo estaba a punto de dejar la carrera por falta de recursos económicos, y por coincidencia de la vida, mi padre se había interesado en ese pequeño negocio. El negocio quedaría en mis manos, y yo sería quien lo manejaría por las tardes, luego de salir de clases.

KyungSoo sabía que el negocio había sido comprado por el gran señor Wu. Y aún así, ignoraba mi presencia. El solía ir todas las tardes a la cafetería a acompañar a su padre. Se sentaba siempre en una mesa en el segundo piso, lugar adaptado para fumadores. Siguiendo una rutina casi efímera para mi existencia.

Siempre pedía un café americano sin azúcar, para luego, prender un cigarrillo, conversando siempre con su padre, escondido bajo una pila de libros. Esa rutina que para mis ojos era la descripción de la perfección.

Mi padre sabía de mi pequeña gran fijación por ese petiso de grandes ojos, lo que no se explicaba por qué jamás nos habíamos hablado, si siempre estábamos en el mismo lugar. Mi explicación a ello se traduce en "soy un idiota".

Y yo siempre bromeaba con mi papá de que Soo pronto sería mi novio. Se lo decía entre risas, tal vez intentando ocultar que su único hijo estaba enamorado de un hombre. Sabía bien que mi padre deseaba que yo dejara un legado, y aún sabiendo mis inclinaciones, él aún quería nietos, y más aún, el sabía que ya había tenido un par de novias, siempre terminaba igual. Mi falta de afecto hacia ellas terminaba cansandolas. Y si bien, solía tener un par de amoríos con alguna estúpida pretenciosa, no pasaba más allá de una aventura nocturna.

Un día, don Wu me llamó a la oficina de la cafetería. Estaba sentado con ese aire de superioridad que le brinda esa estatura de casi dos metros. Su cara se veía la seriedad encarnada,

- estás enamorado del joven Do? - me preguntó , supongo que ante mis insistentes bromas sobre Soo, estoy seguro que su rostro denotaba decepción.

- pues claro... Que no se nota? - hice una mueca seria.

-deberías decirle. Acercarte a él. Es un gran muchacho. - su voz dura, por un momento me pareció condescendiente con mi inclinación. -Lo único que deseo como padre es que mi único hijo sea feliz, así que tienes mi aprobación.

Y ese consejo lo tuve por meses en mi cabeza. Acercarme a él.
No podía por mi timidez, aún que todos me decían que con mi personalidad bastaba. Me veía bastante seguro en la vida, pero el solo hecho de tener que hablar con el, hacía que mis rodillas tambalearan.

¿Que pensaría él si alguien como yo se le declaraba?

¿ Pensaría acaso que se trata de un juego?

¿un millonario enamorado de él?

¿Y qué haría yo si me rechazaba?

De todas formas algún día el negocio familiar aquel sería de ambos, y tendríamos que vernos las caras en algún momento.

Miles de preguntas que en ese entonces no tenían respuesta y que hacían cuestionar mi existencia completa.

Pero esta vez las coincidencias de la vida estaban de mi lado.

Ese día fui al parque con unos compañeros de clases lo vi. Sentado bajo un gran árbol. El estaba llorando, con un cigarro apagado en la boca. Ver en su semblante esa cara de dolor me impulsaba a hablarle. Me acerqué con mucho temor. Nunca le había hablado, más que aquella vez que me pidió fuego. Dejé a esos tarados de lado por acercarme al pelinegro más lindo del mundo.

-ey... ¿Estas bien pequeño ?- saqué el encendedor, prendiendolo ante su cigarrillo.

-¿quien eres y qué quieres?- aprovechaba el fuego, dando una larga bocanada.

- que malas pulgas traes, mocoso- intenté sonreírle mientras mi corazón iba como un tren. Fue la primera vez que le decía algo en casi un año de haberlo visto por primera vez.

Me senté a su lado. Mis manos temblaban un poco. Tal Vez demasiado. sentía que me iba a desvanecer ante su presencia, pero me mantuve firme.

-¿no tienes a nadie más a quien molestar? - su voz casi sin expresión, mientras expulsaba el humo del cigarrillo.

-para ser bien honesto, venía con un grupo de tarados a los cuales siempre molesto por mera diversión, pero te vi taaaaaan desdichado que decidí venir a molestarte a ti... - dije en voz sarcástica, sonriéndole mientras miraba sus grandes ojos, levantando una ceja. Soltó una leve risa.

- eres gracioso, gigante- su risa. Por dios! Su risa al fin la oía de cerca. Fue casi celestial. - me llamo KyungSoo por cierto.

-soy Yifan-estiré mi mano estrechando la suya- Wu Yifan.

- eres hijo de Wu Xi'an. ¿O me equivoco?

- Con que sabes de la existencia del genial Wu Yifan ¿Eh?... - reí un poco para que relajara un poco el rostro,solo asintió con su cabeza.

Estuvimos un rato mirando las hojas caer. Mucho rato para ser honestos. Su rostro no cambiaba de expresión, seguía triste, cabizbajo, algo perdido, y yo sentado a su lado, solo contemplando su faz, mientras ambos fumabamos. Estudiando cada pequeño movimiento y convirtiéndolo en fracciones de pensamientos. El silencio se mantuvo algunos largos minutos, que más que eso, parecían siglos. Pero el decidió hablar primero.

-ahhhhh, demonios. Debo estar realmente mal para venir aquí a llorar las penas...- su mirada subió, mirando las hojas caer de los árboles con detención.

-¿llorar las penas? ¿Ha pasado algo?- en un intento de poder conversar con el, a sabiendas que tal vez no deseaba hablarme, al final, solo era un desconocido.

Me miraba con sus ojos llenos de lágrimas, esas mismas que no bajaban... Haciendo que mi corazón doliera.

-te ves agradable Wu Yifan y eres muy lindo- dijo de pronto, tocando mi mano, mi corazón saltaba como loco en esos momentos- querrías ayudarme..- hizo una pequeña pausa, soltando un largo suspiro- No. Mejor olvídalo.

-en que quieres que te ayude?- en verdad en ese momento solo quería ayudarlo a lo que fuera mientras siguiera a mi lado, y poder conocerlo mas.

- ayudame a olvidar a... Esa persona que me hace daño...- su rostro se acercó al mío y me besó. Un comienzo fugaz y muy rápido. Por fin mis labios tocaban los suyos y eran tan suaves como las nubes que nos cubrían en ese momento.

Un beso fugaz que hizo que mi músculo cardíaco tuviera una explosión tamaño galaxia. Por fin había podido acercarme a él, pero mantenerlo a mi lado, no sería fácil.

Between Cigarretes And Coffe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora