Retiró el parche revelando su más tenebroso y doloroso secreto. Nina abrió con lentitud los ojos desmesuradamente, llenándose de un sentimiento que el chico no podía interpretar.Una cicatriz atravesaba de forma horizontal el ojo, el cual era de color amarillo con toques negros, su pupila era un óvalo como la de los gatos.
La chica abrió la boca y él esperó a la ola de insultos y maldiciones, para que después huyera despavorida.
---Joder, que envidia.
Él parpadeó varias veces asombrado, mirándola rápidamente. Nunca alguien le había dicho eso. Ella sonrió y se acercó a él, extendiendo su mano para tocar la cicatriz.
---Esto te hace ver como el más malo en todo el puto planeta, ¿dónde los conseguiste? ¿son pupilentes? ¿me estás jugando una broma?---preguntó mientras acercaba su cara para ver bien.
Él se alejó con incomodidad, ella era diferente. Nadie nunca, jamás, había reaccionado de aquella forma. Además, ¿envidia? ¿Por qué envidiaría algo como eso?
---Nací así, no es broma---respondió a la vez que le pegaba con el dedo en la frente, ella gruñó mientras se sobaba.
---Como sea, no entiendo por qué lo ocultas, si fuera yo la que tuviera un ojo tan cool no lo taparía, para que todos vieran lo jodidamente genial que soy---comentó cruzándose de brazos, sonriendo con altanería.
---No... son las cosas tan fácil como crees---murmuró viendo hacia el suelo.
---¡Qué va! Sólo eres un cobarde. Si alguien se atreviese a decirme algo le pegaría un putazo o simplemente le diría "tienes envidia porque tus ojos son tan comunes como la mierda".
Bill miró a la chica reír, imaginando lo que decía. Bufó ante las malas palabras de ella, aunque se estaba acostumbrado.
---Ves la vida tan fácil.
---¡Claro! Mi vida es una reverenda mierda, así que cualquier otra es buena para mí---respondió encogiendo los hombros.
Miró el suelo buscando rocas y se sentó donde no había, desde el suelo le hizo una seña para que la imitara. El chico obedeció, sentándose frente a ella.
---Bueno, enséñame esta porquería---pidió, refiriéndose al libro de magia negra a unos pasos de ellos.
Bill tomó el libro y lo puso en medio de ambos, lo abrió y empezó con su clase. La chica no dejaba de observarle el ojo mientras él estaba concentrado explicando; la mayoría del tiempo miraba hacia el libro, lo cual la molestaba.
Que maldita envidia tenía, ¿por qué ella no tenía un ojo así? Probablemente todos la amarían si lo tuviera, sería popular, tendría amigos. No hubiera persona que la olvidara con sólo mirarla unos segundos.
Bill se movió incómodo, la chica no le sacaba la mirada de encima.
---Deja de mirarme así, acosadora.
---Sólo veo tu ojo.
Entonces se percató de que no se había vuelto a poner su parche, rápidamente lo buscó y lo agarró. Alzó su mano listo para ponérselo pero lo interrumpió la chica sujetando su muñeca.
---Te pones esa maldita cosa y te juro que te sacaré los ojos con mis uñas---bramó entre dientes, con clara molestia.
Apartó su mano, soltándose del agarre, y guardó el parche en su bolsillo con algo de fastidio. Esta chica era una pesada, aunque debía admitir que le gustaba el que no lo menospreciara por su ojo.
---Okay, aquí...
---¿Sabes qué? Tus clases ya me aburrieron, hagamos algo más divertido---propuso y se puso de pie.
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Pequeños Relatos DAYFIGO
RandomHistorias que quise escribir y no sé si desarrolle más. ⚠ PARA MAYORES DE 12 AÑOS ⚠