Estaba preocupada.Su madre no fue a ver cómo estaba la princesa, ni la había despertado para ir a la escuela. Su cabeza sacó conclusiones muy rápido.
En la noche, en la batalla contra el monstruo, se escuchó más ruido del habitual; luego, de repente, no hubo más que silencio.
¿Y si la guerrera había caído en la batalla?
No, esa no era una opción.
Aunque, en el fondo, sabía que sí lo era. Por unos minutos pensó en que ya jamás gozaría de su riquísima sazón; su mano temblaba al tiempo que giraba la perilla. La soltó de golpe y la puerta se entre-abrió, se quedó quieta, no oía su respiración. De pronto pensó en lo que se podía encontrar abajo.
¿El monstruo seguiría ahí?
Cerró la puerta con llave y retrocedió hasta su cama. Miró el reloj sobre el buró, tenía media hora para llegar a la escuela o le cerrarían la puerta; tener una inasistencia no era algo que quería. Mientras más lo pensaba más se convencía que debía bajar, sin embargo su cuerpo no se movía; la última vez que bajó pasó todo menos algo bueno. Las palabras de su madre hacían eco en su mente.
“¿Qué es el humano sin un poco de miedo? El miedo lo inventamos para no lograr nuestras metas. Es la excusa más eficiente”.
Agarró a su fiel amigo y abrió rápidamente la puerta, respiró profundo y salió al pasillo. Estaba tan desértico y silencioso que se le puso la piel de gallina, aún así sus pies no se detuvieron. Lento pero seguro, como dirían muchos.
Se sostuvo de la pared mientras bajaba, su mirada estaba fija en el suelo. Se negaba a alzar la vista y enfrentarse a lo que había en la sala.
Al pie de la escalera se detuvo, su mirada seguía en el suelo. Dos lágrimas se escaparon al notar aquella mancha roja en el suelo, puso su mano libre en su boca para reprimir un sollozo. Alzó la vista, dando por terminada su infancia.
—¡Mamá!
El grito retumbó por las paredes de la casa, la niña corrió hacia el cuerpo sin vida del adulto. Sus rodillas se mancharon de sangre al arrodillarse a su lado, ahora poco importaba; la niña puso sus manos en el rostro de su madre, tomándolo.
Sus ojos azules estaban tan apagados que cualquiera pensaría que eran grises. La niña miró todo a su alrededor; los ruidos, los objetos y el cuerpo eran suficientes para recrear la escena en su cabeza.
Pensar que su jarrón favorito le daría muerte.
Limpió sus lágrimas con las mangas de su blusa mientras observaba a su madre.
Fue una gran guerrera, una gran y cobarde guerrera.
----------------------------------Como el título dice, esta es una continuación de Realidad a sombra de la fantasía. Tiene mucho que lo escribí, realmente mucho, pero olvidaba publicarlo. Cambié la narración para esta continuación, sí, fue consciente. Espero que… iba a decir que les agrade pero pues .-.
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Pequeños Relatos DAYFIGO
AcakHistorias que quise escribir y no sé si desarrolle más. ⚠ PARA MAYORES DE 12 AÑOS ⚠