Capítulo 19.

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Narra Rubén:
Desperté a causa de los ladridos de los perros del departamento de a lado, me asomé por la ventana y el cielo estaba despejado, la intensa tormenta ya había pasado. Los malditos perros no dejaban de joder y en ese momento olvidé todos los pensamientos que me habían orillado a un gran malestar emocional.

– ¡Ya cállense! ¡Coño!

Por un momento se detuvieron los ruidos externos que emitían los animales, pero segundos después continuaron con su labor. Gruñí con pesar y miré la hora en mi celular: eran las 5:28 p.m; al pensar en la tarde, me invadió un gran hueco estomacal.

– Mierda, tengo hambre.

Decidí salir de mi casa para comprar por la calle algo que pudiera saciar mi hambre, así tomé mis llaves y salí. Iba caminando y estaba a punto de comprar un hot-dog en un puesto en la acera cuando divisé a través de una ventana de cristal a la chica que recién había conocido; estaba tomando un capuchino mientras leía un libro. No había prestado atención a sus rasgos faciales esta tarde, pero hasta ahora he de reconocer que es muy hermosa: tenía unos pequeños ojos oscuros que no relucían su atenta mirada debido a los lentes que estaba utilizando, tenía la piel muy blanca, una figura perfectible pero con dotes reconocibles, su cabello era lacio y corto un poco despeinado (). Mantenía un porte taciturno pero a la vez interesante, ganándose la atención de muchos pares de ojos, a los cuales ella era indiferente por estar ensimismada en su lectura.

En vez de comprarme mi hot-dog opté por ingresar a la cafetería en la que ella se encontraba para agradecerle lo que había hecho por mí. Me paré a lado de ella y no pareció aturdida por mi presencia ya que ni siquiera volteó la mirada, pero me dirigió algunas palabras.

– Al fin decidiste dejar de verme por la ventana y entrar aquí.

Qué rayos. Esta chica es más rara de lo que me imaginaba.

– ¿Pero qué…? ¿Eres una bruja?

– ¿Te parece que soy una bruja?

Al decir esto volteó a verme y su mirada me hipnotizó, jamás me había pasado esto con nadie más que con Mangel, con la diferencia de que sólo la mirada de ella me cautivaba mientras que la existencia de Mangel me idiotizaba por completo. Creo que en verdad era una bruja.

– ... sí…

– ¿Qué esperas? ¿Te vas a sentar o vas a seguir parado?

Al sentarme recibí muchas miradas cargadas de envidia y celos. Como ninguno de los dos decía nada ella rompió el hielo.

– ¿Y? ¿Entraste aquí y te sentaste conmigo sólo para no decir nada e interrumpir mi lectura?

– ¿Qué? Ah, lo siento. Bueno sólo te quería dar las gracias por lo que hiciste por mí en la tarde — ella no dijo nada por unos segundos pero más tarde respondió con algo que me confundió.

– ¿Qué hice por ti? — me miró con extrañeza.

– Pues… me cubriste de la lluvia y me acompañaste a mi departamento.

Como si hubiera recordado algo, habló.

– ¡Oh! Eso… bueno, tenía que hacer mi obra buena del día y tú fuiste el pretexto perfecto para hacerlo.

– …

– …

– Bueno, por el motivo que haya sido, te lo agradezco.

Ella no dijo nada al respecto y simplemente dio un sorbo a su café.

– ¿No vas a tomar nada? — negué con la cabeza.

– ¿Y… no vas a preguntar por qué estaba llorando? — suspiró.

– Por tu pregunta me doy cuenta de que no tienes a nadie a quien decírselo, por eso prefieres contarle a una extraña. Además, ya has interrumpido lo que estaba haciendo de todos modos, así que — suspiró una vez más– habla.

Comencé a relatarle todo lo que había pasado mientras ella me escuchaba atentamente, sin interrumpir en ningún momento. Solamente habló cuando yo terminé de hacerlo.

– ¿Y qué sientes concretamente por él?

– Yo estoy enamorado de él.

– ¿Y tienes idea de lo que él siente por ti?

Me quedé pensando por unos instantes hasta que respondí.

– Pues… creo que me odia.

– ¿Crees?

– Bueno, es que, eso me dijo.

Ella asintió con la cabeza como si estuviera hablando con un niño inexperto e inmaduro.

– ¿Tú crees que si él te odiara habría dejado que le hicieras un oral y sorpresivamente después de verte besando a un chico él dijera todas esas palabras hirientes y despechadas?

– …

– …

– … no…

– ¿Entonces? ¿Qué esperas para demostrarle tu amor? Si dejas que el tiempo pase vas a conseguir que en verdad te odie, cuanto antes aclaren lo que pasa entre ustedes, mejor.

Como si hubiera tenido una especie de revelación me levanté de mi lugar en busca del amor de mi vida.

– De nuevo te lo agradezco muchísimo, haré lo que me has dicho.

– No es nada, igual no tenía algo más interesante que hacer… ¡Oh, espera! Sí lo tenía, tenía que leer el libro en el cual me interrumpiste.

No presté atención a sus palabras y salí corriendo del local, pero me detuve y regresé para hacerle una pregunta.

– Oye, ¿Cómo te llamas?

– Mi nombre no es relevante en esta situación, no necesitas saberlo — le dirigí una mirada molesta y ella rodó los ojos — está bien, está bien… me llamo Karina.

– Me llamo Rubén, es un gusto.

Dicho esto salí disparado del lugar para reanudar la tarea que me había predispuesto.

Voy a luchar por ti, Mangel. No me importa si me odias o no, ¡Yo voy a luchar por ti!

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