4 - Peter Parker /SPIDERMAN/

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Título: Pequeño Spider.

Peter Parker x Lectora

La oscuridad de la noche invadía tu habitación, la luz de la calle entraba tenuemente por la ventana junto a la que se encontraba tu cama.

Dormías plácidamente abrazada a un peluche que habías hecho tú misma, era tipo Tsum Tsum de Spiderman.

Tu sueño fue interrumpido por un sonido proveniente de la ventana, abriste los ojos lentamente y giraste hacia ella, no había nada. Nuevamente te dispusiste a caer en los brazos de Morfeo, apretaste el peluche y hundiste tu rostro en él.

Nuevamente el sonido, esta vez más fuerte, te sentaste de golpe y echaste un vistazo. Te pusiste de pie y encendiste la luz, caminaste hacia la ventana y la abriste, asomaste un poco la cabeza, al girar a la izquierda junto a la pared había una silueta que se acercaba a ti.

Diste un pequeño grito y metiste la cabeza de inmediato, desesperada buscabas cerrar la ventana.

(T/N) soy yo... - dijo en voz baja aquella voz.

Tardaste unos segundos en reconocerla, era Peter.

¡P-Peter! ¿Qué haces aquí? – preguntaste acercándote de nuevo a la ventana.

Pues ya sabes, pasaba por aquí... y pensé que sería buena idea visitarte – sonrió.

Si muy graciosos – hiciste una mueca.

Bueno en realidad tuve una mala noche y... ¿Puedo pasar? – trataba de que su voz no sonara tan fuerte, sabía que en la habitación contigua dormía tu hermano mayor, un mariscal de campo de preparatoria.

Adelante – te hiciste a un lado para dejarlo pasar.

Lo observaste entrar con dificultad, tenía puesto el traje completo de Spiderman, excepto la máscara, tenía el rostro y el traje sucio, lleno de arañones. Notaste que tenía rato sosteniéndose el costado derecho.

¡Por dios Peter! – Te acercaste preocupada – ¿Dónde te metiste? ¿En la jaula de leones? – Observaste más detenidamente que lo que sostenía era una herida profunda – Madre... ¡Tenemos que llevarte a un hospital inmediatamente! – lo tomaste del brazo.

No, por favor... no es grave – se negó a moverse.

Hiciste una mueca molesta – Está bien, déjame curarte – lo acercaste a tu cama y le ayudaste a sentarse en el bode – ahora vuelvo, iré por el botiquín – saliste.

No eras una enfermera, pero con las constantes heridas que tenías que curar del cuerpo de Peter habías adquirido cierta experiencia en eso.

Dejaste a solas a Peter, olvidando por competo que sobre tu cama, descansaba aquel peluche que era del tamaño de la mitad de tu estatura. Peter curioseaba con la mirada tu cuarto, jamás había estado en ella, normalmente era tu quien saltaba por su ventana en silencio para no despertar a la tía May.

Su vista se detuvo junto a él, observo el peluche y sonrió, lo toco mientras reía y se mordía ligeramente el labio inferior.

Regresaste y cerraste la puerta lentamente, aunque tu hermano gozaba de ser del tipo que poseía el sueño pesado, tenía una habilidad increíble de despertar cuando tu menos lo necesitabas.

Decidiste no arriesgarte y echaste el cerrojo, por lo menos eso te daría tiempo suficiente para ocultar a Peter.

Muéstrame la herida – tomaste la silla de tu escritorio y la pusiste frente a Peter, que te observaba con una sonrisa pícara, arqueaste la ceja confundida mientras preparabas el algodón con alcohol.

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