Quinta parte

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CAPITULO 21.

Me desperté con la garganta seca. Necesitaba algo de agua, por desgracia algo me decía que era prácticamente imposible encontrarla. Teníamos que volver pronto o moriríamos de hambre y sed.

Bueno quizá no, fui en busca del refrigerador de esa casa desconocida, lo encontré pero al abrirlo mis sospechas fueron acertadas, había comida pero estaba toda podrida. Sin embargo tuve más suerte con el agua, el garrafón estaba casi vacío pero el agua estaba bien, tome un poco y me sentí mucho mejor.

―Despierten todos― los zarandeé de uno por uno para que se levantarán.

Camerón había sido la última guardia y se había quedado dormido, ¡Muy bien!, decidí perdonarlo solo porque no nos había pasado nada.

―Es hora de continuar― Todos comenzaron a desperezarse.

―Amby tengo sed― Peter estaba muy despeinado y tenía los ojos casi cerrados, se veía muy tierno.

―Hay en la cocina, vamos.

Lo acompañe y le serví un vaso de agua y él se lo bebió.

Cuando volví con mis dos amigos Becca tuvo la idea de buscar una mochila y llenarla con cosas útiles, no sólo de esta casa sino también de tiendas y otras cosas.

Trate de abrir una llave para lavarme las manos pero no salió agua. Empezaba a darme una idea de cómo funcionaban aquí las cosas. Todo estaba donde se suponía que debía estar pero nada funcionaba, sólo las cosas que no tenían un mecanismo complejo podían utilizarse.

Becca encontró la mochila y yo llene un botella de agua, Cam se cambió de ropa y tomó un cambio, los demás no pudimos ya que no había para nosotros.

― ¿Adónde vamos ahora? ― Preguntó Peter, mientras trotaba para seguirnos el paso.

―A casa.

El cielo se veía exactamente igual que el día anterior; todo, se veía igual que el día anterior. ¿De verdad había pasado un día o acaso aquí solo importaba mi reloj biológico?

La ciudad no era tan grande, por lo tanto mi casa no estaba muy lejos así que no tendríamos por qué tardar en llegar, eso pensaba hasta que después de lo que yo calculaba era una hora o más todo el entorno cambió, seguía siendo una ciudad, más no era la ciudad que yo conocía. Era una ciudad laberíntica, sólo había edificios enormes, como rascacielos, y estaban todos muy juntos, sólo había pequeños callejones que quien sabe a qué lugar nos llevarían.

― ¿Qué es esto? ― Preguntó Becca asustada.

―El inicio de nuestra aventura de hoy― Dije sin siquiera verla, puesto que no podía apartar mi vista de aquel extraño laberinto.

Cam dio un paso adelante y Peter lo siguió. Nuevo descubrimiento: mi hermanito de 6 años era más valiente que yo.

Las dos los seguimos y en cuanto más nos íbamos adentrando, el cielo se oscurecía más y más, la verdad es que agradezco eso. Al menos era un cambio.

Un fuerte rugido resonó en la distancia.

Peter se abrazó fuertemente a mi pierna. ¡Ahora no eres tan valiente he chamaco!

― ¿Qué ha sido eso? ―Cam se abrazó del brazo de Becca, (cosa que se veía completamente ridícula).

―Bueno... No creo que sea algo agradable.

Otro rugido hizo temblar el suelo.

CAPITULO 22.

El pánico comenzó apoderarse de nosotros, bueno mejor dicho de Becca.

Los 100 dias de mi muerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora