Capítulo 1

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Volaba desesperado. Ansioso.

Fue un momento, ¡como la luz de un rayo lejano! Tal como aparece, se va. Sin rastro. Sin sonido. Pero él iba a encontrarla. ¿Cómo podría desaprovechar esta oportunidad? Lo veía. Lo sentía. Una oportunidad irrepetible.

"Toothless, no desesperes. No se escapará".

La aleta se elevó y la velocidad aumentó. Hiccup estaba firmemente sujeto. Dio una pirueta cuando una gran formación rocosa paso casi rosando sus patas.

El rugido resonó en el cielo y la oscuridad comenzó a propagarse.

"¡La isla, amigo!".

No tuvo que repetirlo y aterrizó cerca de uno de los riscos.

El jinete saltó de su lomo. Sus ojos verdes buscando insalvables alrededor en busca de aquel dragón.

"¡Vamos, Toothless!".

Y lo siguió.

Habían estado volando en una de sus tantas exploraciones. Llevaban medio día de vuelo y había tenido que parar en unas islas para poder descansar. Hiccup como nuevo Jefe no tenia muchas libertades como antes. Y él como nuevo alfa tenia sus propias responsabilidades. Cosa que nunca pensó teber de no ser por Hiccup y no se quejaba. Las veces que podían estar libres de todo eran pocas pero las aprovechaban. Volaban más que cualquiera en un día. Descansaban un par de horas y volvían a la refriega. Se alejaban lo más que pudieran de Berk. Sólo ellos dos y un interminable mar azul que se partía por las islas que descubrían. Aveces eran cálidas, otras más frías que cualquier invierno de Berk. Una de esas islas medio cálidas había sido la última. Había sido solo un vistazo, pero lo notaron.

Una especie nueva de dragón. Aunque completamente rara en su experiencia. ¿Porque ser tan blanco cuando estaba rodeada de arenas doradas y verdes ecosistemas?

Así que se pusieron a perseguir el rastro de olor. Y aquí le tenían. Acorralado.

Pasaron los árboles que cubrían la vista al mar. Sus patas sobre lo que claramente era solo arena. Blanca y cálida por el sol que se terminó por tragar el mar hacia unos minutos. El rugir de las olas y el sonido de los pasos de su jinete era lo único que se escuchaba.

Hasta que ese gruñido, bufido, hizo que elevará sus apéndices.

Eso no era un dragón...

Gruñó desconfiado. Hiccup volvió el rostro para mirarle, extrañado.

"¿Qué ocurre, amigo?". Negó con la cabeza y tiró de su traje de vuelo. "¿Es..  es peligroso?".

No lo sabía. A lo mejor no pero sus sentidos estaban enloquecidos. Gritaban un reconocimiento pero... pero advertían de que debía hacer algo que no estaba seguro de qué era.

Sobretodo no quería que Hiccup se acercara.

Miró a los ojos a su amigo y sintió que algo no encajaba. Tiró de nuevo de Hiccup y soltó un gorgoteo. Una negativa.

Y lo empujó para estar a la par de él. No hubo más palabras y una sonrisa de fe.

Apartaron las ramas y pudieron ver el claro del risco.

"No puede ser...".

Si Hiccup sonó incrédulo, él estaba completamente estupefacto.

Era como una estrella. Prácticamente brillaba. Las líneas irregulares le dieron un toque bonito y atrayente, como las marcas que el desarrolló en la batalla contra el Salvajibestia. Casi fosforescentes pero sutiles. Repito; como estrellas.

Antes de que pudiera detenerse caminó hacia la hembra.

Porque era una hembra. No por su color, sino por su olor. Su aura gritaba que era una hembra. Su aroma gemía que era sana para procrear. Sus ojos advirtieron que se mantuviera alejado.

Porque pese a que era obvio que era una dragona, la imagen que daba no iba con el olor.

Ladeó su cabeza, preguntando mudamete qué rayos pasaba.

"¡Toothless!". El grito de su jinete le atrajo la atención y lo miró descender rápidamente por la arena, casi cayéndose en el acto. "¡Descuide, señorita! Eh...sí es un dragón y sí, se ve malo y tenebroso pero no mataría ni a una mosca... ¡Auch!".

El coletazo fue a propósito. Que quede claro.

Y con el jefe de Berk en el suelo, cubierto de arena, la hembra se dispuso a decir unas palabras con una sonrisa.

"No se preocupe. No temo a los dragones que obviamente tienen compañero". Entrecerró los ojos. Ese era un vocabulario humano. Esa sonrisa era humana. Y estaba seguro que ese rostro y figura deberían ser calificados como bellísimos en la cultura humana. "¿Cual es su nombre?".

" Hiccup Horrendous Haddock Tercero . Un placer". Contentó Hiccup muy dichoso y sacado de la pena. Sujetando su arnés como si fuese a volver a avanzar hacia la desconocida hembra que les hablaba muy ligera.

Gruñó.

"Y este es mi amigo. Toothless". Sintió el tirón de su arnés y gimió en desacuerdo. "Disculpe el espiarla. Seguíamos a un dragón blanco y... bueno, ¿no lo vio pasar?".

Sonaba estúpido, muy estúpido. Su hocico señaló a la mujer con vestiduras blancas y prácticamente albina que les dirigía una mirada incrédula.

Bueno. No era el único que pensaba que su jinete era poco más que un idiota aveces.

"¿Su compañero no es un Furia Nocturna?". Intrigó la mujer en lugar de responder a la pregunta. Su semblante calmo un poco fracturado por una mueca confundida.

Hiccup se encogió de hombros. ¿Por qué se encogió de hombros? ¡Claro que él es un Furia Nocturna y su compañero!

"Oh, ya veo. No le gusta que pregunten la raza de su compañero. Me disculpo". Increíblemente parecía avergonzada. Sus manos cubiertas por una extraña tela a la altura de sus ojos, tratando de cubrir el sonrojo que se le subió a las blancas mejillas. Aunque algo le decía que esta hembra interpretaba algo que se le escapaba.

"¡No! No. Es que no todos preguntan. Sólo afirman lo que Toothless es...". Una mano cálida se posó en su cabeza y sintió dicha. Adoraba los cariños.

"Me lo imagino. No quedan muchos de nosotros".

Espera. ¿Qué?

Hiccup y Toothless se miraron con diferentes niveles de incredulidad. Pero fue el furia nocturna el que hizo la pregunta.

¿No eres una humana?

Una lenta sonrisa partió esos labios que tenían un color rosado. La hembra que olía como dragón pero tenia forma humana dio un paso.

"¿Qué pregunta es esa? Tu compañero es un humano". Sí. Le había entendido. No estaba equivocado, ¡ella es un dragón! "Por supuesto que no lo soy. Al igual que tu, cachorro". Y claramente mayor.

"¿Disculpa?". Ese fue un Hiccup confundido. El hombre no sabia a quién le hablaba la mujer.

Pero él sí.

Comenzó a gorgotear alegre y a saltar.

Había encontrado una hembra de su especie.

Una hembra peculiar que no parecía un dragón pero de su especie.

Miró a Hiccup sonriendo.

Este, por otro lado, cayó sobre su trasero al notar ahora la apariencia etérea de la mujer. Sus rasgos. Sus colores.

Esa mujer era el dragón que persiguieron.

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