Nunca me fui (AsaNoya)

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Te extraño, te extraño más de lo que puedes imaginar y de la forma más cruel que pudo el mundo darme.

Cada noche sueño contigo, con esa risa, esos ojos, ese pequeño cuerpo, pero tu voz...tu voz comienza a debilitarse, comienza a ser un sonido cualquiera.

-Nishinoya- murmuro al despertar, mirar a mi lado y comprobar que no estás ahí. Habría sido lindo que fuera como en mi sueño, teníamos una pequeña, muy parecida a ti y un pequeño parecido a mi, una linda casa llena de juguetes donde ustedes tres daban brincos, piruetas, donde se divertían. Palpee el extremo vacío de la cama y las lágrimas comenzaron a caer, las limpié con mi brazo y luego me levanté, debía ir a trabajar, había conseguido un empleo como profesor de deportes.

Me vestí y me dirigí a la escuela, era Domingo, no había clases ese día, rojo por la verguenza me fui a la tienda del entrenador Ukai, cuando estaba libre solía pasar a ayudarle ya que hubo un tiempo que trabajé ahí.

Sonó la campaña y saludé sin levantar la mirada, sumergido en mis pensamientos hasta que una paleta de hielo apareció en la caja, me levanté para cobrar y fue ahí donde vi tu rostro. -Ohh Asahi-san, no sabía que trabajabas aquí- ahí estaba tu voz, tu dulce voz que había olvidado. Con las piernas como gelatina rodeé la caja y abracé tu delicado cuerpo mientras las lágrimas recorrían mis mejillas -Lo siento, por favor vuelve Nishinoya, no soy más que un cobarde sin ti- hablé con la voz rota, tú te encargaste de desatar mi cabello para acariciarlo, estabas soportando las lágrimas, no eres un cobarde como yo.

-Asahi-san...vámos a su casa- asentí y me separé, me quité el delantal de la tienda y grité para avisar que me iba. Ibas serio, ahogándote en tus pensamientos, recordabas bien el camino hacia mi casa, como si hubieras ido cada día a buscarme, como si no hubieramos terminado. El problema era que me había mudado, te tomé del brazo y dirigí hacia mi nueva dirección.

Antes de que pudiera decirte que me había mudado tu hablaste -ya lo sabía- sabías que me había cambiado de casa, tal vez si fuiste cada día a buacarme pero no te dí la oportunidad, no debiste haber ido a buscar a un cobarde como yo.

Pasó hace unos años, te había propuesto matrimonio y lo estábamos celebrando, una pequeña fiesta llena de amigos y familia. Estaba distraído, Michimiya se me acercó y me besó, solo para intentar darle celos a Daichi quien claramente era más que felíz con Suga, igual que yo contigo. Pero eso no te lo dije, mientras yo trataba de alejarla tú llegaste buscándome, cuando se separó yo solo me fui de ahí corriendo, sin explicarte nada. Dejé de ir a casa, me quedé con Daichi y Suga un tiempo, encontré un departamento y me mudé, soy demasiado cobarde como para verte a la cara y afrontar lo que pasó aquel día.

Llegamos en silencio a mi nuevo departamento, abrí la puerta y te dejé ingresar, luego la cerré y al voltearme saltaste sobre mi con alegría, las lágrimas comenzaron a mojar tus mejillas y tus labios estaban repentinamente pegados a los mios, comenzando un beso como los que te otorgaba en aquel tiempo. Luego de un tiempo te separaste buscando aire y fue ahí cuando hablé.

-Nishinoya...no deberías besar a un cobarde- tu mano estaba acariciando mi mejilla y apenas notaba que seguías llevando ese anillo, seguías dándome la mayor de tus sonrisas aun que por tu rostro cayeran riachuelos de lágrimas. Instintivamente llevé ambas manos a tus mejillas para limpiarlas pero aquella agua salada no cesaba.

-Daichi-san me lo dijo todo- hablaste sonriente y cuando estuviste devuelta en el suelo me golpeaste, un golpe bien merecido -eres un grandote de buen corazón, pero no pensaste que huir de mi me causaría tanto daño- ahora entendía por qué tanta insistencia de Daichi para hablar con Noya.

-Lo siento, soy un cobarde que no pudo afrontarlo, preferí huir a ver como el osio crecía en tu mirada- solté lo aquello que provocaba mis lágrimas cada despertar, sentí tu mano de nuevo en mi mejilla y te miré, no existe persona más hermosa que tú. Abrí la boca para hablar -Vuelve conmigo- mi voz comenzaba a romperse de nuevo, me dejé caer en el suelo, mis manos temblaban y mis ojos se nublaban.

-Nunca me fui, Asahi-san-

one-shots {haikyuu}Where stories live. Discover now