Capitulo 31

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Las cartas que recogía de casa de Pamela eran mi salvación, todos los días esperaba llegar de la maestría para recoger ese sobre, ese maravilloso sobre que sin abrirlo me hacía el hombre más feliz de la tierra.

Cuando Pamela me había marcado para que le recogiera el correo se me había hecho raro pero su explicación sonaba lógica por lo que lo había hecho, había tardado tres días en sentir el sobre, había rebuscado en los de los días pasados.

Las primeras cartas habían sido mensajes cortos de Anna, conforme los días iban pasando eran cartas muy largas, en donde me platicaba sobre su embarazo, pero no solo las cosas buenas también sus dudas y miedos, era lindo formar parte de eso con ella, había estado leyendo mucho sobre paternidad, quería poderla aconsejar de la mejor forma posible, aunque no era de la forma que deseaba al menos si era de una forma que me hacía querer seguir.

Me reinscribí a la maestría, Anna me animaba mucho, ella había sido la de la idea.

Siempre estaba para mí, aunque a la distancia era mi luz, mi impulso y mi guía. Cuando me había enterado que iba a ser una niña había ido al cementerio a contarles a su familia la noticia, los muertos no respondían pero me encantaba ir al panteón eran mis suegros, eran mis cuñados, era mi familia la que estaba allí, los quería a través de sus recuerdos, seguido le pedía a mi tío que me platicara sobre la familia de Anna, no todas las histrias eran lindas, Anna había pasado una infancia algo olvidada, pero cualquier cosa que me mantuviera unido a ella me hacía sentir feliz.

Había una tienda de cosas para bebes, la encargada ya me conocía perfectamente, ella me sugería cosas o me daba recomendaciones e instrucciones de uso, que mandaba con en los sobres.

Anna tenía cinco meses de embarazo y la sentía aún mas feliz en sus cartas, no sabía como describirlo pero sentía esperanza y felicidad en sus palabras.

Ese día como todos los días había llegado al edificio donde vivía, le había pedido el correo al portero, él me había dicho.

--Joven Mateo tiene visitas--

--Hola Mateo-- Reconocí la voz de Sam, por un momento me preocupe, pero se escuchaba contento --Podemos hablar en tu departamento, quiero hacerle un baby shower a Isabella pero necesito algunos de sus contactos, supongo que tu los tendrás--

--Claro vamos-- Le dije.

--¿Qué es eso por Dios?-- Gritó Sam, yo no sabía a que se refería. El portero empezó a gritar, se oían mas voces.

Alcanzaba a entender que algo de una tarantula que la mataran, que la atraparan.

--Vamonos a tu departamento, que ellos se hagan cargo--

En el elevador le pregunté que había pasado

--Había una tarantula en el techo, unos querían que la matara el de recepción otros que la salvara y el portero que llamaran al conserje-- Me dijo con voz divertida.

Cuando llegamos Sam se detuvo frente al departamento de Anna.

--¿No vas a dejar su correspondencia?, no creo que las revistas de escultura sean tuyas--

Había olvidado que tenía la correspondencia de Pamela, tecleé la contraseña y entré a dejarlas sobre la mesa donde ponía las cartas cada día, generalmente leía la carta de Anna varias veces y antes de irme a acostar la llevaba a su departamento, suponía que tal vez por esa ocación lo podría hacer después.

Después de unos minutos se escuchó que cerraban la puerta de golpe.

--No se muevan o me los cargo-- Había dicho la voz distorcionada de un hombre --¿Dónde tienen las joyas y el dinero?--

Tu oscuridad es mi felicidad 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora