Capitulo 4- El ermitaño corazón del bosque

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Wirt ya no contaba los días... Las semanas o quien sabe cuanto tiempo llevaba en lo desconocido, era algo intermedio pero no podía asegurar firmemente cuanto tiempo llevaba allí, como su labor diaria, danbulaba por el bosque con una linterna en su mano derecha y con la otra sostenía un carrito rojo donde transportaba la leña que recogía, era uno de aquellas carretillas para niños donde llevaban sus juguetes. Wirt ya había terminado con aquella labor y se dirigió al único lugar donde le estaba permitido estar, el viejo molino, dejo la leña en la máquina para que está por sí sola le sacará el aceite a la madera, y mientras esperaba, limpiaba suavemente aquella linterna negra con el mayor cuidado de no apagarla, cada rincón de aquella y muy pequeña linterna Wirt la limpiaba con mucho cuidado, como si estuviera echa de porcelana o el cristal más delicado. Miraba una y otra vez las ventanas del molino donde ahora vivía persiviendo la oscuro noche que dejaba ver afuera, una conocida voz casi hacia que Wirt tirara la linterna del susto. No importa cuantas veces lo escuche o este acostumbrado a sus repentinas apariciones, la bestia, a la que todos temen, le asustaba.

-Hola peregrino...-hablo con sombría sorna desde la ventana que dejaba ver lo oscuro que estaba afuera.
-Me asustaste-hablo con inquietud y soltó un suspiro cuando la chimenea se apagó y dejo el molino a oscuras, escucho a la malvada criatura entrar y pararse enfrente de él, a pesar de que la linterna seguía encendida, la bestia estaba a una distancia (y siempre así lo hacia) donde la luz de la linterna no alcanzaba por lo que Wirt nunca podía verle bien.
-¿Que se supone que haces?-le dijo mirándolo fijamente con sus penetrantes y luminosos ojos.
-Limpio la lámpara, el que funcione con aceite la ensucia mucho-siguió con su trabajo aún con mucha delicadeza.
-¿Porque haces tal cosa? Tu deber sólo es mantenerla encendida...-dejo su sarcasmo a un lado y hablo con seriedad a Wirt.
-Lo se, pero es tu alma ¿no? Si mi trabajo también es cuidarla entonces también debo darle cuidado, además...-Wirt hizo una pausa, a pesar de que ya no sentia tanto temor hacia la bestia, siempre estaba ese pequeño gusanito que le decía que no se fiara tanto, pero a pesar de como ha sida la bestia, Wirt no quiere decir que no sea humano-es como un agradecimiento.
-¿Agradecimiento? Te he echo y sabes que haré tu vida imposible, es completamente ilógico que eso se pueda agradecer-decía con rapidez la criatura.
-No por eso, las manzanas... -dijo Wirt mirando los grandes ojos, a los cuales, sorprendentemente ya no temía-Gracias...

Aquella sonrisa dejo a la bestia pensando, callado como si no estuviera ahí, ¿esto era ridículo? La bestia, técnicamente un animal, privo de su libertad al chico, lo tiene como esclavo recogiendo madera y le dejo la responsabilidad de cuidar su alma y podía en cualquier momento apagarla y salir de vuelta a su hogar, ¿y le está agradeciendo por unas míseras manzanas diarias?

-Quiero que te quede claro una cosa...-la luz de la linterna se desvanecía, no como si fuera a apagarse ya que está tenía mucho aceita, más bien, la llama se hizo más pequeña por lo que la luz que provocaba era menos densa y dejaba que la oscuridad lo rodeara dándole paso a la bestia de acercarse, Wirt se petrificó al ver que entre la oscuridad salió una de las manos de la bestia y esta se acercaba lentamente a su rostro, aquella larga y delgada mano levantó su barbilla haciéndolo ver los brillantes ojos.-Tu, al igual que la linterna, me pertenecen, por lo que mi deber es cuidarlos. Tu la mantienes viva y ella me mantiene viva a mi, y por como cuidas de esa linterna, también debo de cuidarte así.

Wirt no sabía que hacer, estaba inmóvil, sin embargo escucho atentamente cada palabras que salió de entré aquella oscuridad, que en ese momento todo aquello sonaba extrañamente dulce. ¿Dulce? No, más bien cálido, como si estuviera tratando de ocultar un sonido agradable por el amenazante, sarcástico y malhumorado tono que usa siempre. La criatura quitó su mano de la cara del chico y se echo hacia atrás dándole nuevamente una fuerte intensidad a la llama de la linterna, y después de eso, se fue, Wirt soltó el aire que tenía comprimido en el pecho y su corazón aún latía violentamente bombeando la sangre con velocidad, soltó una pequeña tos y miro al suelo tratando de ordenar sus pensamiento en busca de una respuesta más creíble que la que la bestia le dio, ¿Que pasa conmigo?, se supone que debo odiarlo, me tiene esclavizado. ¿Qué acaso tenía otra opción? Pero, aunque su cerebro decía una cosa su corazón (que era algo extraño que pasará) le decía otra, sin embargo, ambos sabían lo que pasaba realmente.

Beauty and the beastWhere stories live. Discover now