En una reflexión más profunda, Nina decidió que esta era una idea realmente estúpida.
Johan se paró frente al espejo, volviendo a aplicar su lápiz labial, mientras Nina miraba, frunciendo el ceño. Sus reflexiones no podrían haber sido más diferentes: la de Johan era la de una hermosa morena, con los labios manchados de rojo y rezumando una promesa de sexo; Nina, por otro lado, era la de una chica de cara agria, con el rostro pellizcado y mirando a la morena que estaba a su lado.
"No puedo creer que haya dejado que me convenzas de esto", dijo Nina de nuevo. Johan cerró su compacto y la miró, sus ojos nada más que ojos abiertos e inocentes. "He estado encerrado en tu habitación durante semanas, por qué no salimos, es seguro, no haré nada para llamar la atención. Uf. Y ahora los vamos a atrapar", dijo Nina. y ella miró por encima del hombro. "Maldita sea, deja de reírte. Podría patearte ahora, en serio".
"Eres adorable cuando estás enojada", dijo Johan. Él tocó suavemente su rostro.
"Deja de ser espeluznante", dijo Nina. Ella miró al espejo. "Y probablemente tengas razón. Nadie te reconocerá bajo ese manto de maquillaje que estás teniendo".
"Podría enseñarte, si quieres", dijo Johan. Él sacó su lápiz labial. "Aquí."
"Johan--"
"Será solo un momento", dijo Johan, y su voz adquirió esa familiar cualidad hipnótica que siempre hacía que Nina aceptara. "No hay nadie más aquí que nosotros. Confía en mí".
"Bien", dijo Nina, y Johan suavemente destapó el tubo de lápiz labial.
Cuando salieron, el borracho silbó y algunas cabezas se volvieron. Johan sonrió, hermosa sonrisa seductora, mientras Nina se encogía contra su hombro.
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Beyond To Kin
Short StoryLas semanas que siguieron a la masacre fueron marcadas con interminables testimonios, la policía y los investigadores luchando por hacerse cargo de las cosas que volvieron loco a Johan: finalmente el furor se calmó y los psicólogos dejaron de clamar...