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—Mamá, nos vamos a lo de Dolo. —Le avisé a mi mamá antes de salir de mi casa. 

Tomé a mi hijo en brazos y el bolso con sus cosas para luego cerrar la puerta detrás de mi. Crucé la calle y toqué la puerta de la casa de mis mejores amigos. 

—Hola Marti.  —Nos abrió la puerta Romina. Ella tomó en brazos al pequeño y se hizo a un lado para que yo pasara —Dolo está en el patio, Lauti duerme.

—Qué raro—bromeé.

—Hola amiga, tanto tiempo— le dije con sarcasmo a Dolo apenas llegué al patio. Me acerqué a saludarla y detrás de mi venían mi hijo y Romina. 

Mi amiga tomó en brazos al bebé rápidamente. Los Dybala - Biani lo aman a Benicio, así que no puedo estar más agradecida a ellos.

Las tres mujeres y mi bebé nos sentamos en la mesa del patio para poder charlar. En la sombra, claramente, porque el bebé no podía estar mucho abajo del sol. 

Un rato más tarde llegó Lautaro con su mejor cara de dormido. Nos saludó aún con la voz ronca por haberse despertado recién y se dejó caer en la silla al lado mío. 

—¿Querés un mate?—le ofreció su mamá, él asintió. 

—¿La abuela no llamó?

—Si, me dijo que llegan a eso de las ocho.

—¿Los tenemos que ir a buscar?—preguntó Dolo con una sonrisa y Romina asintió. 

Una hora más tarde los chicos decidieron meterse a la pileta. Yo le puse el protector solar a Beni y un gorro y lo metí al agua junto conmigo. Romi nos sacó algunas fotos mientras los tres jugábamos con el bebé y después se fue a la cocina a hacernos una torta de chocolate. La amo, nos cumple todos los caprichos como si tuviéramos cuatro años.

Estuvimos un largo rato en el agua hasta que Benicio empezó a llorar porque tenía hambre por lo que no me quedó otra que salir del agua. Los chicos seguían en la pileta pero se pusieron en el borde para poder hablar conmigo. Aunque minutos después igualmente salieron porque su mamá traía la torta ya cortada para que merendemos, y no podía faltar el mate. 

 Eran casi las siete de la tarde, Benicio se durmió en brazos de mi mejor amigo y yo los miré con ternura. 

—¿Me acompañan a buscar a sus tíos?—llegó Gustavo al patio—Hola Marti.

—Hola—me levanté para darle un beso en la mejilla.

—Si, vamos. ¿Venís?—me preguntó Dolo.

—No, no, vayan—le respondí—Yo ya me tengo que ir.

—Bueno, ¿venís mañana?

—Después vemos—le respondí. Los mellizos y su papá me dieron un beso en la mejilla antes de irse, mientras que Romina se iba a quedar acá. Me quedé hablando con ella un rato hasta que decidí que era momento de irme.

Al llegar a mi casa Beni seguía dormido por lo que lo acosté en su cuna y yo me tiré en mi cama. Haber estado gran parte de la tarde en la pileta me había dejado agotada. 

Cerré los ojos un rato, hasta que sentí un auto que estacionaba en la calle y unas voces. Reconocí las voces de mis amigos, por lo que asumí que ya estaba toda la familia completa. Me alegré por ellos, los extrañan mucho cuando hay un océano de por medio que los separa.

La razón por la que decidí no ir con ellos es porque, si bien ellos siempre me dicen que soy como de la familia, hay momentos que tienen que pasarlos entre ellos y decidí no estar en el medio, así pueden disfrutar todo el tiempo que no pueden estar juntos durante el año. 

Total, el verano es largo. Queda mucho tiempo todavía para disfrutar.

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