Capitulo 4

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—Ponme una caña guapa— Dijo un rubio de ojos azul intenso.

—Tú si que tiras la caña Jule— Exclamó un chico un poco más guapo que el primero.

Me reí.

—Ahora os traigo lo que habéis pedido chicos— Les guiñé un ojo y me dirigí a la barra.

Dejé el ticket y entonces escuché a alguien que me llamaba.

—Kayla, ¡Kayla!— Era Rafael, mi jefe—¿Podrías venir un momento?— Entró en la cocina.

—Mia, ¿Podrías atender mis mesas un momento por favor?— Me quité el delantal.

—No tengo alternativa— Dijo la rubia.

Lo seguí hacia la cocina, se había sentado en una de las mesas que usaban los cocineros en la hora de comer.

—Dime, ¿Qué pasa?

—Siéntate por favor— Me mostró una silla que había justo en frente de él —Verás, he oído rumores de que eres....Esto... Bueno, de que eres ninfómana, ¿Es cierto?— Apretujó sus manos.

No sabia muy bien a que venía esa pregunta pero la contesté con total honestidad.

—Sí, lo soy, ¿Hay algún problema con eso?

—Oh no, no hay ningún problema, al contrario, verás, me gustaría ayudarte y a la vez también al negocio así que he pensado que podrías hacer algún que otro bailecito nocturno y-- Le corté.

No continúe por ese camino, no me interesa, estoy bien trabajando como estoy.

No me malinterpretes Kayla pero ahora mismo si no consigo clientela me veré en la obligación de reducir el personal, podrías quedarte en la calle..

Maldito hijo de...

—¿Va enserio, pero qué te crees, que puedes usar esta enfermedad para vender mi cuerpo y así tú ganes más dinero?— Me enfurecí.

—Tú también ganarías más dinero..

—¡Acosta de vender mi intimidad, me niego en rotundo, me repugnas, tú y tu estúpido local!— Me había cabreado de verdad.

—¿Pues sabes qué? Tengo una idea mejor— Se levantó —Si tanto asco te damos yo y mi estúpido local ya puedes salir por esa puerta y no volver.

—¡Estupendo! Espero que tú y tu calvicie os lo paséis en grande haciendo esos asquerosos bailecitos nocturnos— Pegué un portazo.

Salí por la puerta muy enfurecida. Hacía tiempo que quería que me despidiera ya que si me iba por mi cuenta, en caso de necesitarlo, no podría pedir el paro. Me ardía la sangre y quería llorar de la impotencia, por mucho apetito sexual que pudiera tener lo satisfaría con y cuando a mi me diera la gana y ni por asomo sería la putita de ese putrefacto local.

A pesar de todo me tranquilizó el hecho de saber que, aunque nunca he querido depender de ellos, siempre podré volver a algún lugar.

..................

¡Roxy!— Entré en el local, todo el mundo giró la vista hacia mi pero yo mantuve fija mi mirada —Roxy necesito trabajo, por fin me han despedido del Heyser's y quiero trabajar aquí, con vosotros..—Me recosté en la barra sin subirme en esos incómodos taburetes.

—Ya era hora— Sacó una especie de contrato para rellenar.

—¿Cuándo empiezo?

El diario de una ninfómanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora