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ODI ET AMO.

Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel, AU, ABO.

Parejas: Am... ¿muchas? Harem.

Derechos: a suspirar.

Advertencias: ésta es una historia que he escrito solamente para darme gusto, es una completa paja mental llena de clichés con smut involuntario muy consciente de mi parte. Siendo un ABO encontraremos lo que debemos encontrar en un Omegaverse, así que sobre aviso no hay engaño, esto no es la Divina Comedia ni Cien Años de Soledad.

Pero gracias por leerme.


***

I



Otra invasión hizo huir a los padres de Buck, ya animados por el desprecio general, buscando refugio en la frontera con la Provincia del Sur. En el paso del largo puente que unía ambas tierras, los bárbaros atacaron y Buck quedó huérfano cuando el puente voló en pedazos por una enorme bola de fuego. Fue salvado entre la confusión de gritos, pies y cuerpos quemados por una mujer Beta que lo llevó oculto bajo sus mantos hasta su hogar que conoció más tarde como la Casa de Té, donde entrenaban tanto a Betas como Omegas para servir en los Dominios, los territorios de los Alfas. Ilsa, la Beta que salvó a Buck, al darse cuenta de que había rescatado a un Omega Seco y marcado por la Lengua Gris, le azotó con rabia, haciéndolo esclavo de la Casa.

Así creció Buck, aprendiendo a nunca hablar si no se lo pedían ni desobedecer, memorizando los entrenamientos en los que sería apoyo para los Beta y Omegas huérfanos que la Señora Ilsa rescataba de las zonas de guerra. Le enseñaron a leer y escribir lo básico para sus deberes de esclavo, despertando antes de salir el sol y terminando sus labores cuando los búhos ya ululaban a la Luna, lavándose bajo el manto de las estrellas junto al pozo cerca de la ciénaga, no se le permitía asearse dentro de la casa por temor a que contagiara de la Lengua Gris a los demás, pese a que la enfermedad ya le había abandonado. Por eso el pequeño aprendió a cubrirse con vendajes su brazo, prefiriendo decir que había sufrido quemaduras para no incomodar a visitantes ni a su ama.

-Al menos eres fuerte y ágil, los Dioses me concedieron esa gracia contigo -dijo una vez la Señora Ilsa- Gasto contigo comida, así que debes agradecer que muestro compasión por tu miserable vida, esclavo.

-Gracias, Señora Ilsa.

De vez en cuando le daba de palos para recordarle que un Omega Seco era lo peor que podría existir en el Reino. Buck solo apretaba los dientes y párpados, sin hacer ruido mientras un látigo de nueve lenguas abría su espalda. La Señora Ilsa gustaba del vino, cuando el alcohol le ponía de malas, Buck lo pagaba si bien estaba agradecido con ella pese a todo. Sus mantos eran viejos, de tela grosera, unas sandalias duras y desgastadas, sin embargo, estaba en mejores condiciones que muchos otros esclavos sin olvidar a los pocos Omegas Secos que llegó a encontrar. La gente del pueblo donde ahora vivía solía torturarlos porque decían que así hacían justicia a los Dioses a los que blasfemaban con su existencia pues un Omega Seco, inútil para cualquier cosa era una carga en un Reino que estaba recuperándose de la guerra. Solían atarlos y hacer que animales de ganado los montaran hasta matarlos por desgarres, otras veces los usaban de carnada para perros de cacería. Ilsa era bondadosa frente a ellos, por lo que Buck jamás le dio motivos para usarlo de diversión. Al crecer y alcanzar la adolescencia, sirvió que fuese un Omega Seco pues al no sufrir los Celos o no tener aroma, podía ir y venir entre los Omegas de la casa en sus temporadas para auxiliarlos.

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