¤Capítulo 3¤

54 1 6
                                    

Su intensa mirada me hacía poner los pelos de punta. El estaba senado frente a mi mirándome fijamente con un pequeño cuadernillo en sus manos. Lo sabia, escribiría todo lo que yo dijera y luego lo usaría para escribir un libro de la patética vida de una adulta que aun es virgen.
Su labio se curvó en una pequeña sonrisa y se recostó sobre el sillón relajadamente y aun observándome. ¿Era parte de una terapia mirarme todo el tiempo y ponerme jodidamente nerviosa?, ¿En que podría ayudar aquello?. Mis ojos recorrieron nerviosamente el cuarto del sexólogo. Llena de libros con un color azul de fondo y un moderno escritorio en el centro con una pequeña portátil sobre ella. Un sillón color negro pequeño en cual estaba sentado y un gran ventanal con el fondo de una magnífica vista a el bosque.

— Bueno _______, ¿Me dirás porque estás aquí o te dedicarás a observar todo el alrededor como una niña curiosa? — Preguntó llamando mi atención

— Por si te sirve, he escuchado miles de casos  complicados, el tuyo será solamente uno más.

— Es difícil para mi decirlo... tú no entiendes. — gruñí, mirando en otra dirección. El suspiro inclinándose y mirándome fijamente.

— Por algo estás aquí ¿no?, debes decírmelo.

— Yo, oh por dios... ¿Seguro que tengo que decírtelo? — Pregunté totalmente ruborizada. Una pequeña risa se escapó de sus labios mientras dejaba el cuadernillo en la pequeña mesa a su lado.

— No soy adivino, obviamente tienes que decírmelo — Repitió calmado y cerré los ojos fuertemente mientras me balanceaba una y otra vez en el pequeño sillón.

Esto era más vergonzoso de lo que alguna vez había pasado. Mis dedos comenzaron a jugar nerviosamente unos con otros y de un momento a otro la habitación comenzó a sentirse calurosa. Sentí como la sangre subía hasta mis mejillas y pequeñas gotas de sudor bajaban por mi frente. El pelicastaño me miraba divertido y eso no ayudaba en nada. Él miró su reloj de muñeca y luego a mi. Me estaba demorando más de lo que debía y entendía que el tenía otros "pacientes" por atender.

— Venga, nena, dime... muchas personas viene aquí con problemas y los he ayudado, también puedo hacerlo contigo, pero debes decírmelo.

— Bueno, mira, el problema es el siguiente... — Martín asistió expectante y me vi obligada a mirar a otra parte. — Tengo algunos problemas en la cama.

El rio y yo rodé los ojos repitiéndome en la cabeza la estúpida frase que había dicho. ¡Claro que tenía problemas en la cama!, por algo estaba allí, en la consulta de un sexólogo que según frida me ayudaría con mi fobia. 

— Vale, al menos comenzaste, ahora dime ¿Que clase de problemas?. — Preguntó, tomando el cuadernillo en su manos junto a una pluma.

— ¿Te importa si te digo que no lo escribas?

— ¿Porqué? — Preguntó confundido

— Me pone aun más nerviosa — Resignado, el sexólogo cerró el cuaderno dejando nuevamente a su lado y poniendo ambos codos en sus rodillas y enterrando su rostro entre sus manos.

— Vamos _______, ¿Me dirás o no?

— Si, pero dame un poco de tiempo

— ¿Más de lo que te estoy dando en este momento? Hemos estado casi veinte minutos así, tú mirando a tu alrededor y yo sin saber qué hacer — Suspire mientras sobaba mis sienes con los dedos y me preparaba mentalmente para mi humillación.

El se pondría a reír como loco y yo... no sabría que hacer, solamente quedarme sentada allí hasta que el se tranquilizara y me dijera que tendría que hacer.

— El otro día fui con un chico a casa. Las cosas se pusieron calientes y terminamos en mi habitación — Comencé — Yo estaba pasada un poco de copas y ni si quiera me di cuenta cuando ambos nos encontrábamos en ropa interior. Cuando el intento sacar mis bragas, mi pie accidentalmente llego a su cara .

— ¿Lo golpeaste?

— Si — Musité avergonzada.

— Mucha personas se golpean accidentalmente en la cama, eso no es un problema.

— Tener miedo a que te toquen así, si lo es... — Añadí bajando la cabeza, esperando su risa. Pero eso nunca sucedió.

— ¿Eres virgen? — Preguntó y yo le miré sorprendida, ni si quiera lo había mencionado.

Virgen a los 25 (martin garrix y tu) ADAPTADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora