Varios recuerdos y un solo vestido (12)

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CAPITULO 12

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Narra Carlos

Sabía que ese vestido le estaría fenomenal, por narices le tenía que estar bien.

Contando con el cuerpazo de Sheila, el buen gusto de Clara y mi incondicional aportación como punto de vista masculino, ese vestido estaba hecho para ella.

Habían pasado unas pocas horas desde que mi querida hermanita se había dormido.

Ya me había acostumbrado a decirle hermana, cuando en realidad no éramos más que primos.

La verdad es que la había tomado mucho cariño. Aún recuerdo aquel día cuando me estaba peleando con Fran y ella salió a defenderme, juro que en ese momento me había enamorado de ella.

Siempre es el chico el que defiende a la chica, já, menudo tópico, ¿es que esta sociedad no se da cuenta de que el sexo fuerte es, desde hace mucho, el femenino?

Ahora sí, cuando Fran le asestó aquel puñetazo me dieron ganas de matarlo a cuchillazos con su propia navaja. El golpe que le había propinado a ella me dolió a mí, pero en el pecho. Como si algo se muriese dentro de mí al verla a ella sufrir.

Toda aquella absurda pelea empezó porque Fran intentó abusar de Clara aun sabiendo de su condición homosexual, y ella, obviamente, no iba a retener todo su carácter y menos en esa situación.

Al final me entrometí yo y la lié. Clara no tenía la culpa, me había pedido perdón infinitas veces después de aquello, pero no fue su culpa. La culpa era del malnacido de Fran.

Aún así conseguimos solucionarlo; yo continuaba vivo, Sheila había perdido un par de neuronas pero, dah, ¿qué más daba? Con lo lista que era... y Fran... bueno, Fran estaba en un hospital.

Final feliz.

Ahora... ¿que hora era? Miré mi reloj de muñeca, ¡las seis y media! ¡Se me había ido el santo al cielo! No me iba a dar tiempo.

Bajé corriendo y desperté con prisa, aunque lo más cariñosamente que pude, a Sheila.

-Ey preciosa, levántate, que tenemos cosas que hacer.

-5 minutos más papi.

En serio, me rompía el corazón. Era una chica muy valiente y con una fortaleza que muchos desearíamos.

La dejé descansar un poco más y aproveché para llamar a su madre y asegurarme de que estaba todo preparado. Subí a mi habitación y miré mi traje colgado sobre el espejo de pie mientras marcaba en el teclado del móvil.

*Conversación telefónica*

Yo: ¿Mª José?

José: Dime Carlos.

Yo: ¿Está todo el local ya preparado?

José: Ah, por eso no te preocupes, ya está todo, solo falta que llegue la princesita.

Yo: Vale, ¿a qué hora deberíamos volver?

José: Hoy es su fiesta, podéis volver tarde, pero no paséis de las tres y media, ¿de acuerdo?

Yo: Por supuesto Mª José. Sobreentiendo que has avisado ya a mi madre, ¿verdad?

José: Sí, tranquilo.

Yo: De acuerdo, adiós.

José: Adiós.

*Fin de la conversación telefónica*

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