Migas de una canción (22)

19 1 0
                                    

CAPITULO 22

--------------------------------------

Narra Sheila

Tras devolver lo poco que me quedaba en el estómago del día anterior, mi madre me dio una pastilla acompañada de un vaso de agua.

-Tienes que comer algo, en tu habitación tienes el desayuno.

-Vale, gracias mamá.

Después de que ella se fuera me quedé mirándome en el espejo, no reconocía la figura que había frente a mí. Una chica morena, con unas leves ojeras bajo los ojos y la tez pálida por la falta de nutrientes.

Podría decirse que daba miedo.

Volví a mi habitación después de lavarme ma cara y agradecí mentalmente a mi madre por haberse molestado en preprarme aquel desayuno.

Empecé por el café con leche que había sobre un pequeño plato, aún estaba caliente. Di un par de sorbos y me manché el labio superior por la espuma, me encantaba el café con espuma.

Lo acompañé de alguna que otra galleta de miel que había en un plato aparte y tras terminarme el café, comencé con el cisne de manzana. No sabía que mi madre supiera hacer de eso.

No llegué a terminarme la manzana y aún quedaban unas cuantas galletas, preferí dejarlo para cuando tuviera más hambre. De momento opté por coger el portátil, sentarme en la cama y avanzar un poco en los trabajos de clase. Estábamos en la última semana pero eso no quería decir que nos libraran de trabajar.

Mirándolo por el lado bueno, en cuanto ese año acabara entraría a bachiller y podría despedirme de la aburrida y monótona rutina de 4 de la eso.

-Sheila -entró mi madre a la habitación-, ¿te has tomado eso?

Dirigió su mirada a la bandeja y vio que aún estaba a mitad.

-Ahora me lo termino, el café estaba muy bueno.

-Me alegra que te gustase.

-Ah, y no sabía que túsupieras hacer cisnes con la manzana.

-Ah, no lo he hecho yo.

-¿No?

-No, te lo ha dejado esta mañana Carlos.

-Pensaba que lo habías hecho tú.

-No -ella sonrió-, ya quisiera yo saber hacer eso, y ahora termínatelo.

Dicho eso salió de la habitación cerrando la puerta tras ella mientras yo sonreía y volvía la vista al ordenador.

Estuve un rato más con los trabajos que Sam me había mandado por correo, pero estaba cansada. Me levanté, dejé el ordenador sobre el escritorio y cogí una galleta de miel para después volver a la cama.

Empecé a romper la galleta con la mano para ir comiendo trozos muy pequeños, pero, para cuando me quise dar cuenta, los ojos se me estaban cerrando sin permiso.

Y así me quedé, dormida con la galleta en la mano y con la boca llena de migajas.

*****

Al cabo de un rato me desperté aún adormecida, de esas veces que te levantas más cansada de lo que te acostastes. Por eso me volví a acostar, ni siquiera me molesté en dejar la media galleta que me quedaba en la mano en la mesilla, solo cerré los ojos e intenté volver a conciliar el sueño, pero no parecía funcionar.

Cuando ya estaba a punto de caer en los brazos de Morfeo escuché la puerta abrirse. No abrí los ojos, solo pensé que sería mi madre.

Pero entonces escuché hablar a esa persona.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 14, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Extrañamente conocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora