Los Años Prósperos

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 Tras este evento. Se relató que Larmar, hacedora de luz, había caído en profundos sueños tras presenciar la sisma de su amado Mórgoroth. Y se sabe que el lago donde se posó en sueño fue llamado por los Eldarin, aquellos que nombran las cosas, "Lardam" el pozo de estrellas blancas, pues éstas relucían con su reflejo en sus cristalinas aguas.

Y fue la casa de Goldos, el frío, la que se estableció a orillas de este lago. Fundando la ciudad elfa de Larn, la cual floreció en sus venideros años. Y bajo las estrellas y el agua cristalina de Lardam, en el cual desembocan todos los ríos de Nartha. Con la bendición de Larmar que brilló en aquélla ciudad, a tal punto que su luz era tan reluciente como la de Moldúr, años prósperos llegaron y llegarían.

La Balada de Goldos

Aquí encontró Goldos a la luz del mundo, en un lago coronado por estrellas y de aguas turquesas, allí la encontró y la amó, y un poema cantó al son de su arpa.

"Ven y reina conmigo, dame jubilo.

Estoy cansado de andar, pero son tus pasos mi caminar.

Ven e ilumina el camino, no quiero apartarme de tu cariño.

Escucha mi palabra y mide mi caminar.

Porque solo tú sabes lo que esconde mi alma, y que tan grande es el camino de mi andar.

Ven mi amor, pues yo soy tu cantor."

Así Goldos y su progenie fue bendecida junto a todo su pueblo. Y así nacieron los Elfos Lardar, los elfos de luz. Goldos fue su rey, aunque su deseo de vivir con su amada fue abandonado, pues esta solo despertó para besarle y pasar su tan deseada bendición. Y aunque estuvo al fondo del abismo, encontró consuelo en Naldi, la de los cabellos blancos. Pues ella le recordaba a aquella que él tanto amó y así nacieron los honorables Lardar, los amantes de la luz, y también empezó una edad dorada para Larn, y la descendencia de los reyes blancos vivió años prósperos con la bendición de Larmar.


La Luz de Marda

Al principio siempre hubo oscuridad en Barda. Lo único que iluminaba el mundo era la luz de las estrellas, las hijas de Marda, la cuidad eterna y la soñadora Larmar que se posó en profundo sueño desde el exilio de su amado. Así, Marda, indignada de tan poca luz, medito en conjunto a su amado Nolde, pidiendo consejo al rey supremo de la naciente Barda. Hasta que surgió un pensamiento de El Único, pues éste fue el que le dio consejo. Así le pidió a Dagron, maestro de tierra, que forjarse una habitación de cristales áureos, pues esto sería parte del plan de la madre de estrellas. Entonces Marda tomó en brazos a la durmiente eterna y la posó sobre una cama de estrellas blancas como la misma. Dentro de la habitación, como un volcán en erupción una luz pura salió reflejada por los cristales hacia norte y sur, este y oeste. Y Nolde la elevó al cielo, el cual paso de ser de un color azul oscuro a un celeste resplandeciente. Y Barda vio su primer amanecer.

Y los elfos y toda criatura de la tierra imperecedera se deleitaron y agradaron de que hubiera luz y llamaron a lo que brillaba en el cielo Lamardum "la estrella pura".

Del otro lado del Gran azul los oscuros y corrompidos por la sombra sintieron una luz que venía del cielo, que les quemaba y retorcía a todos, excepto Mórgoroth que susurró "Mi amada" y quedo en profundo silencio.


Bosques Nacientes

La tierra de Nartha, se sabe por conocimiento de los Anir, que era rebosante de vida. Verdes campos con lagos de flores múltiples. Criaturas hermosas que pocos mortales alguna vez llegaron y llegarían a ver vivían en comunión con los Eldarin y sus ciudades. Más la tierra no era lo único donde la vida resplandeció.

Los mares, aunque eran tempestuosos a ojos de la tierra, pero eran calmos por dentro y rebosantes de vida con un gran mar de corales múltiples allí.

Y en los cielos, donde el viento era creciente y grandes montañas rasgan las nubes, abundaban grandes dracos escupefuegos y feroces y sabias águilas semejantes en tamaño y grandeza a dragones.

Mas no había nada más que campos y escaseaban los llamados bosques pues no habían.

Y eso no agradaba a la hija de la naturaleza salvaje y se puso manos a la obra. Ainar pidió consejo a Ilureth, porque no encontraba la forma de hacer posible un árbol, medito un año entero hasta que Ilureth le aconsejo.

Ainar pidió a su amado Dagron, forjador de tierra, que le diera un fragmento del jade y la esmeralda más hermosos de las entrañas de la tierra y tomó la esencia de una estrella pura. Se posó sobre la punta más alta de Noldarugh donde siempre ella vivió en paz y tomó en sus manos, delicadas como seda, una hoja que llamó Ygdravid y creó la primera semilla del mundo existente, la cual brillaba de un color verde como sus cabellos de vid y la plantó en el suave lago de flores blancas en el que siempre descansó.

Y un retoño brotó hasta convertirse en un gran árbol el cual brillaba y era hermoso como su creadora y sus hojas brillaron como la estrella pura de la que obtuvo luz su semilla y eran verdes como el jade y la esmeralda. Las raíces que desprendía el gran árbol de madera blanca como la luna, se adentraron en las entrañas de la tierra y algunas salieron de la gran montaña en la que se plantó y otras en los verdes campos, en los cuales brotaron árboles semejantes al mismo en apariencia mas no en tamaño.

Y las heridas de la tierra causadas por Mórgoroth en su sisma fueron curadas y los Elfos se deleitaron con estos bosques, los cuales llamaron como bosques estelares pues su madera les recordaba a el Lamardum y las estrellas en pureza y Nartha paso de tener grandes y amplios campos a tener también brillantes bosques, en los cuales las criaturas de Nartha se regocijaron en la sombra de los mismos en conjunto con los Elfos y todos miraron a Noldarugh que aún era visible y sus ojos brillaban al ver el árbol más hermoso del mundo existente y lo llamaron Tor Ygdravid "el árbol estelar" y fueron los Anir, honrados de Ainar, los que amaron el bosque con mayor valor que sus hermanos.


Tierras Oscuras

Se sabe por conocimiento de los Eldarin, que, después de la gran sisma de Mórgoroth y su exilio final, el corrupto encontró al final del camino turquesa una gran tierra, que muchos años después sería llamada Arthan por los Noldar o Altos elfos. Una tierra en la cual Mórgoroth encontraría descanso, pues allí la luz nunca había tocado. Más vagaría durante incontables años por aquella maldita y desolada tierra, pues así lo había predicho su hermano y así sería.

Se sabe que caminó, con varios miles de sus seguidores, por aquellas tierras dejando en el camino a indescriptibles horrores y bestias. Caminó entre las largas planicies de colinas verdes como la esmeralda, mancillando la tierra y volviéndola oscura y sombría. Atravesó estepas cenicientas y grises, dejando espíritus malignos y sombríos. Hasta que llegó a las volcánicas y pedregosas cadenas de montañas, que atravesó con sus manos marchitas y su poderosa maza llamada Moülur, la rompemontañas, y moldeó las piedras a su antojo; y una raza ancestral cuyo corazón había sido llenado de avaricia y oscuridad se quedó allí, en aquéllas cuevas de negra piedra, y empezaron su taciturno sueño, despertando solo para arrasar con fuego a cualquier cosa que se atreviera a entrar en su guarida, y se rodearon de gemas y preciosos tesoros, y aquéllas bestias serpentinas y escamosas fueron y eran llamadas bajo el nombre de Dracos negros, las grandes serpientes.

Mórgoroth, con su corazón encolerizado con los recuerdos de su gran deshonra. Destrozó tantas rocas y montañas que la vía de túneles que se creó era tal, que con solo derribar una columna de piedra tallada una montaña colosal podría caer y doblarse como si fuera papel. Y llegó pronto al otro lado de los muros escabrosos encontrándose una nueva tierra, en la cual se deleitó en su oscura consciencia, pues era lo que más le encantó de aquellas desoladas y lúgubres tierras...

Los Relatos de BardaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora