Lost

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Estaba tirado en la cama cuando ella llegó a casa. La oscuridad envolvía mi habitación y por ende a mí en su frío manto. Mi mente trabajaba incansable. "Déjame tranquilo." Dejaba que la imaginación atravesaba las cuatro paredes de mi pequeño templo para ir mucho más allá. En mis fantasías viajaba por el mundo. Formaba parte de las mayores fiestas, montaba en los más lujosos yates, me tiraba de un precipicio envuelto en uno de esos trajes de neopreno mientras apretaba la mano de Marta saltando a mi lado. En mi fantasía también estaba él. Escuché a la chica a la que había destinado mi vida cuchichear con mi madre; luego abrió la puerta y encendió la luz.

– Hola, gordi. – Saludó dejando caer a un lado la bolsa del trabajo.

Marta había dejado los estudios con dieciséis años –hacía ya tres-, ella quería trabajar, tener su sueldo y hacer las cosas de forma diferente. De hecho llevaba ahorrando desde entonces, haciéndose un colchón por si acaso las cosas se ponían feas. Un colchón bastante grueso debido a que los gastos principales eran de sus padres, con quienes vivía. Yo la apoyaba.

– Hola, cielo. – Murmuré ladeando el rostro y escondiéndolo en la almohada, pidiéndole con la mano que me devolviese a la calmada oscuridad.

Supe la cara que habría puesto; una mezcla entre impotencia y tristeza antes de suspirar y apagar. Luego encendió la lámparita de la mesilla que arrojó una luz mucho más tenue en forma de miles de estrellas dispersas por todo el cuarto. Las estrellas iban girando lentamente sobre nosotros. Volví a girar para quedarme boca arriba y hacerle un hueco, permitiéndola sentarse en el borde de la cama. Tomó una de mis manos con la suavidad habitual en ese ángel de ojos penetrantes y sonrisa inocente.

– Tu madre me ha dicho que hoy tampoco has salido de aquí... – Murmuró trazando círculos sobre mi piel con el pulgar.

– No me apetecía.Mañana...

– Eso dijiste ayer.

Rompí el contacto entre ambos intentando no ser demasiado brusco y tumbándome de lado frente a la pared. Aunque cerré los ojos, los noté húmedos. La estaba haciendo daño y eso era lo último que quería en el mundo. Pero no podía evitarlo.

– Esto es por Rayner, ¿Verdad? - Insistió y posó la mano en mi hombro. Quería hacerme sentir que podía contar con ella. Era un "cielo, no estás solo, puedes contar conmigo". Y lo tenía muy claro. Era conmigo con quien no podía seguir... – Sé que teníais una amistad especial. Os hicisteis muy buenos amigos en poco tiempo, y lo entiendo; era un encanto. Pero tú sabes que su sitio no estaba aquí. Si hasta se deshizo de su teléfono. Él necesitaba volar y...

– Basta. – Pedí en un hilo de voz. – Por favor.

Ella no dijo una palabra más. Me dejó llorar tanto como lo necesité. Luego me abrazó. Se tumbó a mi lado y cerró la herida abierta en mi pecho con puntos hechos de sus besos. Caricias. Me rodeó y se apretó contra mí.

– ¿Y si mi sitio tampoco está aquí? Yo también quiero salir. Descubrirlo todo, no puedes imaginar cómo de especial era... Hoy le quedarán un par de días en Berlín antes de ir a... No sé dónde quería ir después pero... – Comencé tan bajito que ni siquiera las estrellas que convivían en el techo pudieran escucharnos.

– ¿Entonces por qué... Por qué no subiste al tren?

Su voz rota me hizo voltearme. Antes de permitirme verla se tapó el rostro con ambas manos. La estaba rompiendo. Cargado de inusitada ternura, aparté las manos de la obra de arte más bella que jamás pudiera existir.

– Porque te quiero con todo mi corazón, porque no imagino mi vida sin ti. Y porque si me voy de tu lado, me iré vacío. – Paseé el pulgar por su labio inferior, por su pómulo para recoger alguna lágrima y finalmente por su sien. – Eres la persona más pura, fantástica y maravillosa que he conocido jamás. Perderte... No lo soportaría. Quiero compartir el mundo contigo. Quiero respirar tu perfume, besar tu cuello cada mañana, escucharte reír cada vez que tropiezo de la forma más estúpida posible. – Sus ojos brillantes se posaron en los míos. – Quiero conocer aquello que no te deja dormir por las noches, aquello que te hace sentir bien y lo que simplemente crees que vale la pena. Quiero tenerte a mi lado porque no imagino otra manera de vivir. Y siento en el alma hacerte daño de esta forma, es solo que...

Esta vez fue su dedo el que me hizo callar. Me besó. Me entendió. Hicimos el amor y dormimos juntos.

Al despertar, ella ya no estaba a mi lado. ¿Qué...? Siempre despertaba yo primero. En cualquier caso, esa mañana me sentí con fuerzas de levantarme. Pero justo cuando me disponía a salir de mi cuarto, escuché a mi madre hablando con alguien. Solo capté cosas sueltas provenientes de su voz algo más grave. "¿Pero tú crees que...? ¿Eso ayudará? ¿Y si...? Está bien. Sí, ya te he dicho que sí."

Al salir la vi frente a Marta. Esta última completamente vestida y al lado de una maleta; la otra, con el ceño ligeramente fruncido.

– ¿Qué está pasando...?

Mi maravillosa novia río y me guiñó un ojo, tendiéndome un par de billetes de avión.

– Despierta del todo ese culo dormilón, tenemos a un hijoputa inglés al que pillar.             

Free SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora