Tomé la taza de café que descansaba sobre la mesita, mis manos tomaron calor cuando hicieron contacto con el caliente material de la taza. Le di un pequeño soplido y sorbi un poco del líquido amargo.
Mire de nuevo hacia la ventana y la lluvia no había cesado en ningún momento, con pasos torpes y dejando mi café y manta caliente de lado llegue y mire hacia afuera.
Suspiré por qué me recordó a él, a los días donde más me había hecho sufrir. Podía recordar sus palabras y el como mis lágrimas mojaban mis mejillas.
Tan tonta.
Tan ilusa.
El cielo estaba gris y sin color, como yo lo había estado últimamente; las chicas me habían preguntado por mi estado pero no quise decir nada, no ahora, ni mañana, ni nunca.
Entonces cuando me estaba a punto de girar para ir a la cocina donde el grito de Rose me llamaba, lo ví.
¿Cuánto tiempo llevaba ahí? ¿Cómo no me di cuenta? ¿Me estuvo observando todo este tiempo?
Estaba completamente mojado y podía jurar que incluso tiritaba del frío. No lo culpo yo también estuve así por él varias veces.
Lo mire directo a los ojos y no ví nada, como siempre. Pero eso a mí ya no me importaba, él ya no me importaba.
Yoongi rompió lo que alguna vez sentí por él y ahora venía arrepentido...
¿¡Cuántas veces no hizo lo mismo!?
Aunque esta ya no era como las demás veces, no, ya no. Por qué él apago la luz que yo le di, que le ofrecí y la desperdicio.
-Ya no más Yoongi.- susurré y sin esperar nada cerré la cortina y me aleje de ahí.
