Prólogo.

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Desperté tirado boca abajo, el pasto mojado alrededor mío me decía que había llovido durante todo este tiempo, inconsciente... solo; Giré y vi el cielo gris, triste. Es casi como si compartiera mi sentir, taciturno.
El desconsuelo que mis manos lograban palpar al singlar de mi pecho no eran capaces de explicarse con palabras, no sólo estaba extraviado sin aquellos con los que había intentado perdurar en un mundo que es despedazado por culpa de esos que comparten las mismas raíces que yo.
Regresé en cuestión de minutos a mi niñez... Alguien señero intentando subsistir.

"Crecí solo nunca tuve nadie a mi lado, ni lo necesité, no lo haría ahora ni nunca; El humano necesita de otros para mantenerse de pie, pero yo no." -Susurré

Me levanté, apoyé mis manos en el suelo húmedo, la humedad en él refrescaron mi cuerpo enteramente. Flexioné mis piernas juntándolas hacia mi pecho y empujé mi peso hacia arriba con la ayuda de mis brazos. Un mareo repentino formó una pared en mi cabeza, ocluí mis ojos con fuerza, di unos palmazos en mi nuca y volví mi vista a la muralla formada por una verde espesura, mi oído comenzó a percibir el suave arrullo del viento sobre las hojas de aquella gran arboleda, como un susurro de total tranquilidad.

Mi audición percibía más hacia mi derecha un río borbolloso  con agua fangosa, giré un poco mi cabeza hacia atrás para encontrar al sol apunto de abrazar a unas grandes montañas vestidas de blanco que esperaban ansiosas a aquel que, como yo, era la pieza principal en algo.
Con la única diferencia entre él y yo, que yo no sé cuál es el punto de mi existir en un planeta que al parecer, nunca fue el mío.

Bastaron unos cuantos segundos más para comenzar a sentir el dolor e incomodidad en mi espalda alta, estiré mi brazo y comencé a buscar el origen de esa sensación, mi dedo meñique rozó la orilla de una jeringa tome de ella y la extraje de mi piel dejando en ella un ardor soportable.
Miré la jeringa — hijo de perra — murmuré y lancé la jeringa lejos en el amplio campo que sólo daba paso al bosque — usó sus drogas para animal contra mi — dije.
Suspiré y comencé a caminar hacia el bosque — saldré de aquí con o sin ellos, siempre lo he hecho

SutreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora