1: ¿Quién es?

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Mi nombre es Suvan — Dijo — ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó a aquel niño sentado sobre una roca azul y porosa, nunca estuvo con nadie, siempre lo veía solo, y entre el resto de los niños él se esfumaba como si fuese invisible.

Eskol — Le respondió aquel niño sin siquiera mirarlo —

Y... ¿Quieres ser mi amigo? — Preguntó Suvan y le extendió la mano.

¿Qué te hace creer que quiero serlo? — Contestó el niño y vio la mano de mi hijo.

No lo sé, sólo tengo una corazonada — Dijo sinceramente y agachándose para encontrar la mirada de aquel pequeño —

Es patético — Susurró, sentí una molestia pequeña por como era aquel niño, pero Suvan realmente quería ser su amigo, así que le permití hacer lo que su corazón mandara — Pero está bien — Saltó de su lugar y le dio la mano, y durante el resto del día hasta el atardecer permanecieron jugando, Eskol era diferente  a los demás niños.

A pesar de los cientos de conflictos bélicos que atormentaban a mi mundo, mi esposa y Kin y yo nos encargamos de amarlo y protegerlo, y en compañía de aquel niño Suvan parecía más tranquilo y feliz. Pero. Suvan era diferente y no precisamente para bien.

Cuando Ahpnus presenció aquella visión donde se revelaba sólo una parte de quién terminaría con su tiranía mando a traer a cada bebé, niño y adolescente sobre la faz de este triste planeta, pero con especial cuidado a aquellos que compartieran particularidades del astro rey, el sol.

Mandó la orden a mi y a otros militares cercanos a él,así al llegar a casa me encontré con Kin y mi pequeño dormido en sus brazos, lo sabíamos... Era él. Su cabello dorado y con fuego propio, sus ojos miel ardientes, el color de su piel, sus habilidades para ser exactamente todo aquello que ningún otro niño era capaz, las marcas en su espalda. Ahpnus lo mataría con tan solo verlo llegar, no había nadie igual a él — Lo prepararé — Le dije a mi esposa mientras tomaba a mi hijo entre mis brazos — Tú da el aviso a todos, diles que sean cuidadosos — Susurré y Kin salió de la casa para dar la señal.

Tomé a Suvan y con una de mis manos toqué su cabeza, di un leve soplido en su frente — Antilef — Susurré — Ese será tu nombre, y tú, mi pequeño. Sabrás distinguir el bien del mal, tengo fe en que serás un gran hombre y siempre harás lo correcto, como tu padre — Dije finalizando, una lagrima corrió por mis rojizas mejillas y bese por ultima vez la cabeza de mi hijo. Kin volvió enseguida, y se acostó con nosotros unos minutos, pues tal vez sería la ultima vez que veríamos a Suvan.

Llegó la media noche, preparé a Suvan en aquella pequeña capsula color verde, su color favorito. Lo besé por ultima vez, le desee lo mejor que este mundo pudiera darle, y lo dejé irse. Lo sentí desvanecerse, como el agua que pasa por mis manos, tomé a Kin — Estará bien Dije besando su frente — Todo estará bien.


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