Capítulo 6

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-¡Cariño! ¡Matt llegó!

-Dile que no estoy.

-Connor, bajas ahora mismo, o...

Antes de que termine la oración, hablé yo.

-Ya voy, mami. Solo espera a que termine de vestirme.

-No te preocupes linda. De todas formas, no hay nada que no haya visto antes.

Estaba acostada en mi cama con el computador en las piernas, vestida con un vestido gris holgado hasta medio muslo y unas zapatillas rosa. No era nada demostrativo, pero aun así el me miró de arriba a abajo, con el propósito de molestarme.

-Teníamos cuatro, Alex. Supéralo.

-La última vez que nos bañamos juntos, teníamos diez. No fue hace mucho.

Su sonrisa estaba ocupando espacio de gran parte de su cara. Era traviesa, coqueta y divertida. Se burlaba de mi. Y lo estaba disfrutando. De un momento a otro, él se encontraba a mi lado, acostado en mi cama. Mi cama. Lo miré a los ojos, tratando de entender qué hacía él ahí.Su respuesta, fue agrandar aún más su sonrisa.

-Alex.

-¿Si?

-Fuera.

-Em, no, gracias. Estoy cómodo aquí. 

Se acercó a mi, pasó su brazo por mis hombros y su pierna por las mías. Yo, estática, solo miré el techo.

-Alex.

No me respondió.

-Alex.

Aún nada.

-Alex.

Esta vez lo moví un poco, y vi que mantenía los ojos cerrados, con los labios juntos, pero aún manteniendo una linda sonrisa. Se removió un poco sin cambiar la posición en la que estábamos, hasta que me empezó a dar calor por el abrazo, y lo empujé.

Cuando cayó al suelo soltó un grito masculino, pero con un pequeño gallito proviniendo desde el fondo de su garganta, haciendo que yo riera a carcajada limpia. Cuando se paró, se tiró encima mío, atacándome con cosquillas en mi vientre y en el borde de mis costillas, pero se detuvo cuando recordó y notó que no tenían efecto en mi. 

-Contigo es aburrido. A mi que me encantan las guerras de cosquillas, y tu me arruinas la onda.

-¿La onda? ¿En que siglo estas?

-Es cool decir "onda". Que tu seas muy aburrida es otra cosa. Además...

Pero no pudo terminar, ya que me lancé a él, colocando mis manos bajo su camiseta y atacando su cintura. Por lo que recordaba de nuestra niñez, Matt siempre fue muy cosquilloso. Mi madre siempre que se despedía de él, le daba un pequeño e inocente pellizco en sus piernas, logrando que se pusiera a bailar de forma muy graciosa.

-Oh... Connor... Ya... Pa, para... Basta... ¡Ya!

-¡Muere!

-¡Niño! ¡Basura! Dejen de coger y...

-¡Papá! Dios mio. No les digas eso. Son solo niños.

-¿Niños? ¿No los estas escuchando? "Oh, Connor. Basta. Basta".

La voz de mi abuelo se escuchaba fuerte y claro. Y aún más sus gemidos. 

Eso fue raro. Y traumático.

Alex, que se encontraba abajo mío, estaba igual de rojo que yo. Sentimos los pasos de mi abuelo, y volteamos para ver por la puerta. Se encontraba con cámara en mano, y sonrisa en su rostro. Sin que nos diéramos cuenta, tomó una fotografía. Matt se encontraba aún sonrojado, con los codos apoyados en mi cama para sostener su peso y el mío, además tenía la camiseta levantada, dejando ver su abdomen y parte de su pecho. Mientras, yo estaba sentada encima de él con las manos en su abdomen, bajo la camiseta, y con el pelo revuelto y mejillas sonrojadas. Esto si es vergonzoso.

Every Princess Needs a FatherDonde viven las historias. Descúbrelo ahora