Capítulo 1

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Ha pasado mucho tiempo desde que me pase por aquí, tuve muchos proyecto en el camino, casi ninguno fue concluido, pero hoy traigo algo que, no solo estoy dispuesta a concluir, sino que aparte se trata de mi bebe, esta historia me ha tomado mucho tiempo, principalmente por que soy alguien que el concluir las cosas le cuesta, y esto me pasa con muchas de mis historias, pero es por eso que escribo esto, porque quiero que esto sea mi compromiso, de que terminare esta historia.  Espero de todo corazón les guste, por favor denle una oportunidad.  

Y sin mas que decirles, los dejo con el capítulo. 

— Alitzel 

                                                                                                        A veces sólo basta un <<Te vas la chingada>>                                                     en el momento justo para comenzar una nueva vida. 

"A la Chingada todo" Ese fue el primer pensamiento de Lucía cuando salía fúrica del apartamento de su prometido; corrección, se podría decir que ahora aquel mal nacido no merecía ni vincularse a la vida de ella (pero para practicidad) ahora ex-prometido, Rogelio.

Se encaminó a su viejo escarabajo azul cielo vibrante, y una vez dentro soltó el grito que había estado reteniendo desde hacía varios minutos, cargado de coraje, dolor y rabia, fue el grito más fuerte de todos los que había soltado en su vida, y mira que ha soltado bastantes; Lucía no pudo evitar vincular esta escena a una muy similar de su pasado.

Aquella vez en el café Veracruz, hace algunos años, era diciembre y las luces navideñas adornaban la fachada exterior del establecimiento, la corriente del viento revoloteaba su larga cabellera oscura y sus ahumados ojos estaban perdidos en el anunció de dos bebidas por una.

Estaba nerviosa, sabía lo que se avecinaba, y no podía esperar, jamás se había imaginado dar un salto como este, si bien siempre había pensado compartir su vida con alguien, nunca se imaginó el momento exacto, el cómo, y el por qué.

Carlos Casa Blanca había demostrado ser el hombre de sus sueños, tenía una carrera prometedora, así como un puesto de renombre en su empresa, era divertido, caballeroso, querido, era aquel príncipe con el que Lucía había estado soñando desde niña.

En cuanto avistó el auto blanco de Carlos estacionarse, se dijo a si misma que todo estaba bien, no había razón para estar nerviosa, estaba segura de los sentimientos de ambos, al menos eso creía. — Amor, llegaste antes. — Le dijo él al acercarse para saludarla.

— Tenía tiempo libre. — Aquí vamos, no quería retrasar lo inevitable, quería saber su respuesta. — Oye, quería hablar contigo.

— Ay, amor, no empieces así que me pones nervioso. — Le interrumpió sentándose derecho en la silla e inclinándose para acortar las distancias.

— No, no es nada malo, eso creo... — Aunque lo había ensayado bastantes veces en su cabeza y sabia al pie de la letra el dialogo, la lengua se le trabó. —Recuerdas la película que vimos la otra noche y yo te mencione que era absurdo que la pareja se jurara amor eterno si apenas se conocían y me respondiste que hasta cierto punto era algo romántico...—<<Que estupidez estoy diciendo, pensara que le estoy proponiendo matrimonio>>, pensó. Los nervios la estaban traicionando, las perfectas palabras que había escogido cuidadosamente se borraron de su mente, por lo que tuvo que improvisar. — En fin, estoy balbuceando, perdón...— en eso un empleado se acercó a ellos para tomar la orden, interrumpiendo por completo todo su nulo intento de pedirle que se mudaran juntos.

— Yo quiero un Latte. —Ordenó Carlos, y mientras el mesero anotaba, el hombre dejó su teléfono y llaves sobre la mesa. —Amor, mientras traen la orden, voy al baño. —Lucía asintió y lo vio alejarse, de cierta manera desanimada, ahora no tenía ni la menor de idea de cómo volver a retomar el tema, las cosas entre ellos estaban bien, lo último que querría era mandarlo todo a la chingada.

En tanto que Carlos no estaba Lucía se dedicó a entretenerse leyendo sus mensajes pendientes, dejó pasar varios sin importancia hasta que finalmente llegó al chat de su hermano:

¿Cómo mandar a la chingada y no morir en el intento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora