Capítulo 7

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N/A: En multimedia Rafael         

                                            La próxima vez no te llamo la atención, te mando a chingar a tu madre.

Franco vio salir a Lucía apenas las puertas del elevador se abrieron, un amago de sonrisa casi se escapaba de sus labios. —Tengo que hacer algunas llamadas, asegúrate de que todos están listos para la reunión dentro de una hora. —Charlie asintió siguiéndole de cerca.

—¿Qué fue eso? —Preguntó el rubio, no habiéndole pasado por alto la situación del elevador.

—¿Qué fue qué? —Respondió desentendido.

—A mí no me engañas, lo vi con estos dos preciosos ojos que me cargo. —Apuntó el chico, Franco le ignoró. —Vamos, sabes a lo que me refiero.

—Lo que yo sé es que te voy a matar...—Fue lo único de dejó escapar en un susurro cuando llego a lo que sería su oficina por los próximos seis meses. —Solo tengo una pared.

Su rubio asistente subió y bajo los hombros. —Solo bajas las persianas.

Esto del asunto de las oficinas de cristal, donde prácticamente la palabra privacidad no existía, no le terminaba de encantar a Franco, la idea de estar a la vista de todos, no le terminaba de sentar del todo bien, en cuanto entró dejó caer las persianas, dejando solo un ventanal para admirar la vista de la que gozaba el vigésimo primer piso.

—¿Conseguiste la información que te encargue? —Le preguntó al rubio.

—Así es, ¿estás listo? —Interrogó el chico que se puso de pie con una carpeta en mano.

—Dispara.

—Primero, según el estudio de mercado que hicimos las críticas no son malas, pero el target parece manejarse solo para adultos de entre 25 a 30 años, la solución idónea, ampliar nuestro target. En cuanto a los escritores hay una clara preferencia por parte del púbico hacía dos, Lucía Lorena y Rafael Márquez Villareal. —Charlie hizo una pausa para tomar agua.

—¿Lucía y Rafael Márquez Villareal? —Preguntó el pelinegro, a lo que su amigo asintió.

—Sí, son hermanos, ambos entraron a trabajar más o menos al mismo tiempo, ambos estudiaron Literatura de la Universidad Autónoma de México, más tarde Rafael entro en la revista y después lo hizo ella, —Franco asintió, en señal de que continuara —. Rafael, parece ser un excelente escritor y la revista da sus artículos estrellas a él cada mes, de hecho acaba de regresar de Ecuador.

—De acuerdo, déjame esos papeles, ve a desayunar algo antes de la reunión, yo terminare de leer esos excelentes artículos. —Charlie asintió.

—¿Y usted?

—Desayune en casa.

Charlie no pareció conformarse con esa contestación, sin embargo prefirió no discutir, ya le traería algo de regreso y mientras tanto Franco se enfrasco en el papeleo.

***

—¿Qué lees? —Franco fue regresado a la realidad, Charlie estaba parado frente a él, con un café de Starbucks en una mano y un panini en la otra.

—Nada. Estaba leyendo algunos artículos de números anteriores. —Respondió regresando el artículo a un bonche de muchos otros. —¿Y eso?

—Para usted. —Respondió dejando las cosas sobre el escritorio.

—Ya te dije que no es necesario que me hables de usted en la oficina, Charles.

—Lo sé, pero que clase de asistente seria si no. —<<Uno normal>> pensó Franco, pero no refutó.

¿Cómo mandar a la chingada y no morir en el intento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora