Capítulo 3

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                                                  Pronostico del clima de hoy: cielo despejado, pero con altas probabilidades de que te mande a chingar a tu madre.

Aquella mañana mientras Franco Real Villena esperaba en el clásico embotellamiento de la Ciudad de México, él solo podía tener en mente una cosa, el trabajo, tomar responsabilidad por una revista de renombre como lo era Pistas era un gran paso, su trabajo en Europa lo respaldaba y muy probablemente fue una de las razones para contratarlo, incluso el dejar Europa no le pareció tan malo después de saber los detalles del puesto.

El teléfono resonó por los parlantes de su auto. — Habla Franco...— respondió instintivamente.

¿Dónde estás? Tú quieres que aquí me dé una especie de colapso nervioso. — La voz de Charlie al otro lado de la línea era temblorosa.

Charles Evans había sido la mano derecha de Franco desde la universidad, Franco podía parecer perfecto pero a veces necesitaba de alguien que lo mantuviera en la tierra y le tronara esos globos de imaginación donde tendía a perderse.

—Tranquilízate, ¿tomaste hoy tu valeriana? Estás más paranoico de lo normal. — Contesto divertido, buscando molestar al caucásico al otro lado de la línea.

—Sí, sí muy gracioso. Escucha no quiero estar a solas con esa mujer, siempre parece que me come con la mirada.

— Un segundo ahí, creo que de esta relación soy yo al que Cecilia Bucarelli come con la mirada. — Responde con arrogancia. — Ya estoy llegando puedes relájate.

—Por cierto tu padre llamo...—Franco se quedó en silencio, pensando en que decir, o mejor dicho si sabía que decir, pero el cómo decirlo no. — No me hagas esto, van dos veces que cancelo, escucha soy tu asistente no tu niñera, arregla las cosas...

—Ya, ya lo sé. — Contesto Franco mientras aparcaba el auto.

— Y una cosa más, soy el gay más apuesto que conoces. Y es a mí a quien comen con la mirada. — Sin decir nada más Franco colgó, riéndose solo por el último comentario de su amigo, se quedó un momento en silencio dentro del auto, necesitaba repasar una vez más lo que diría.

Bajo del auto y cargado de un aura que desbordaba confianza se adentró en el edificio, subió al vigésimo primer piso y al abrirse las puertas del elevador no se sorprendió de ver a un Charlie casi sin cabello.

—Aquí estas. —Charlie casi corrió a él. — De acuerdo, Bucarelli no ha llegado pero nos pidieron pasar a su oficina.

Ambos hombres se sentaron en los perfectamente blancos sillones de la oficina de Cecilia y Mientras esperaban Franco estaba centrado en su teléfono celular, tenía algunas llamadas y mensajes sin leer, pero los dejaría para después, de la nada la voz de Cecilia resonó en la recepción a todo pulmón.

— ¡Tiana llama a seguridad, voy a revisar las cámaras del elevador y al miserable que no lo haya detenido será despedido inmediatamente! — La escalofriante voz de Cecilia retumbo por el corredor. Tanto Franco como Charlie se miraron incómodos. 

—Me encantan las oficinas donde apenas si hay privacidad, todo de cristal...— comento Charlie intentando distraerse. Franco dio un rápido vistazo, era cierto, la gran mayoría de oficinas estaban divididas por cristaleras, y en si se trataba de un espacio donde todos estaban a la vista de todos.

—Dime que mi oficina esta tapada. — pidió volteando a verle.

—Si claro, eso fue lo primero que pedí. —contesto con completo sarcasmo su amigo.

¿Cómo mandar a la chingada y no morir en el intento?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora