N/A: En multimedia Pepe (Ricardo)
<< ¡Vete a la chingada!>> no es un insulto, es una recomendación turística.
—¡Dios! ¿Qué acaba de pasar? ¿Estás bien? —Ambos estaban pálidos como el papel mientras intentaban controlar sus descabalados corazones.
—Le golpeé, diablos...de verdad lo hice, ouch. — El chico se llevó los nudillos a los labios, intentando apaciguar el dolor que sentía.
—Tenemos que ir a un hospital...—aseguro Lucia, mientras Charlie se detenía en una luz roja.
—No, estoy bien, no me duele tanto. —Pero aquello se trataba de una mentira; cuando intento volver a poner ambas manos al volante soltó un quejido. —Pero tal vez tengas que manejar tú...
Lu le miro incrédula, hasta que se dio cuenta de que el chico hablaba en serio. — ¿Estás loco? No puedo manejar un auto de millones de dólares.
—Sí, si puedes. —Charlie se quitó el cinturón de seguridad mientras aún estaba en luz roja, salió del auto y aun aturdida Lu salió del asiento del copiloto, Don Jorge que había salido corriendo detrás de ellos después de que Charlie le volteara la cara a Rogelio, asomo su cabeza por la ventana.
—Mija, ¿están bien? —Grito el hombre.
—Estamos bien, Don Jorge, gracias. —Él asintió volviendo a entrar a su vehículo.
Avanzaron y Lucia con cada giro o cambio de carril que tenía que hacer sentía pequeñas gotas de sudor pasarle por la frente, Charles intentaba calmarla, pero ella estaba tan concentrada en manejar que apenas si respondía con monosílabos.
Cuando por fin llego al edificio de Carla y aparco el costoso auto soltando un gran suspiro de alivio. —Vamos dentro, te pondré hielo. ¿Quieres que le llame a alguien? —pregunto.
—Lu, me acabo de mudar, la única persona que conozco en todo este país además de ti es a mi mejor amigo, que también es mi jefe. —Le respondió mientras se desabrochaba el cinturón de seguridad.
—Con mayor razón, si es tu amigo estará preocupado por ti, no te preocupes que si quieres despues yo te llevo a tu casa —Lucia ayudo a Charlie a bajar del auto con cuidado, —Don Jorge ahorita bajo para ayudarle...— Le casi grito al hombre que había estacionado en segunda fila.
—No se preocupe señorita, ahorita me agarro aquí a unos muchachos que me ayuden. —Le aseguro mientras se bajaba de la destartalada camioneta.
Lucia toco con fuerza a la puerta del departamento 12 y un Ricardo con mascarilla de aguacate abrió todo paniqueado. —¡Oye! tranquila hermana que me vas a tirar la puerta y no cuesta dos pesos arreglarla —. El joven moreno volteo a ver primero a Lucia y luego a su acompañante, los tres se quedaron en silencio por unos segundos, hasta que Pepe salió disparado a su cuarto gritando: —¡Como se te ocurre traer a ese papichulo y no decirme, estoy en fachas mujer!
Lucia reprimió la risa: —Ese fue mi mejor amigo, pasa... —.Lucia corrió a buscar hielo. Mientras tanto Charlie solo pudo observar la espalada del moreno que había huido cual ladrón a su cuarto. —Siéntate, ¿te ofrezco algo de beber? —pregunto desde la cocina.
—Estaría bien un vaso de agua, por favor. —respondió el chico, mientras tomaba asiento; a un costado en una pequeña mesa de madera descansaban algunas fotos, Charlie tomo una, en la fotografía estaban Lucia, una chica y el moreno que había abierto la puerta hace un momento.
—Con permiso...— Don Jorge esperaba en el umbral de la puerta, Lucia le pidió que pasara, y él junto con otros dos chicos entraron al departamento cargando cajas. —Señorita ¿Dónde le podemos poner esto?
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¿Cómo mandar a la chingada y no morir en el intento?
RomanceBien dicen que mandar a la chingada es un arte que requiere de talento, habilidad e ingenio se trata de una experiencia, un hábito que precisa de entrenamiento y rigor; Lucia no ha tenido las mejores experiencias en lo que amor se refiere, muchos a...