Capítulo 1: Amor a Primer Olfato

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Kirishima Eijiro: Recluido social.
Exiliado del Clan. Excelente puto prospecto.

Sujeto mis sienes masajeándolas.

Estoy al borde de suicidarme comiendo chocolate, maldita sea. Me mudé a este barrio de gente creída, que lamentablemente es el más cercano al bosque, y el más lejano al que era mi hogar.

La casa es pequeña, americana, como todas las de la cuadra. La última de la esquina. La última casa que van a querer pasar por la puerta. Estoy sentado en el piso de la sala, estoy cansado de desempacar, de estar así...

Era tan genial todo antes... Yo era genial.

Y ahora, ahora estoy a punto de cortarme las venas con un peluche.

El sonido de un automóvil aparcando llama mi curiosidad, un vecino. Justamente el de al lado. Nunca lo vi, nunca no conocí antes... Su aroma a galletas y hospital me da tos y asco, entra corriendo y vuelve a salir.
Suspiro.

¿Cómo debería presentarme?

"Hola, soy Kirishima, el licántropo más masculino del mundo, su vecino, ¿de casualidad no tendrán un poco de carne seca para prestarme?".

Me dejo caer dormido. No sé cuántas horas habrían pasado, pero era de noche. De nuevo el sonido de un coche estacionándose muy cerca.

Fue allí que sentí el aroma más hermoso y perfecto del mundo. Todos mis sentidos se activaron y alertaron, provenían de una cosita blanca, una pelotita blanca y celeste de mantas. Donde sobresalía un hilo rubio de cabello. Apenas pude conmigo mismo, casi salto a por esa manta. Era una mezcla de almendra y miel, con mucha madera, de hecho eso predominaba. Era dulce y suave. Casi me mata. Entonces, escuché el sonido más tierno de mi vida. Era un llanto agudo y hambriento, infantil.

Inocente y puro.

Mi cuerpo entero vibró y sentí la necesidad de proteger a ese ser con mi vida. Sin saberlo, ese bebé, me había devuelto las ganas de existir.

Los años pasaron, era un niño. Un hermoso niño que insultaba al mundo a cada paso que daba. Cuidarlo se había vuelto mi modo de vida, entre trabajos en el bajo mundo y cacerías furtivas, sobrevivía.

Justo cuando estaba por cumplir 5 años, su pelota cayó de mi lado del jardín. Dudoso y curioso, saltó la valla encontrándome con el balón entre las garras. Sus orbes se abrieron impresionadas para hablarme.

- Tus orejas son geniales... - Me sonrió con su corazón abierto. - Soy Bakugou, tu vecino.

- Kirishima.

- ¡Juega conmigo, pelos de mierda!

- ¡No me insultes! Además, debería darte temor... - Mis colmillos se asomaban, intenté espantarla generando una sombra enorme sobre él. Pero no, desprendía luz de todos lados.

- No me das miedo, de hecho eres alguien genial. - Agarró la pelota de mis manos y corrió unos pocos pasos hacia atrás, puso la pelota en el césped y pateó hasta mis pies. Mi corazón crujió. Mierda.

¿Cómo se hace para mantener una amistad en secreto con un pequeño que te observa cada día como su otra mitad?

Aún sin saberlo, cada día, cada mes, año y cada maldito segundo que pasábamos juntos, él se metía más y más en mis entrañas. Al punto de dudar si secuestrarlo para mi o no. Porque era enfermo, pero una enfermedad sin oscuros pensamientos. No piensen mal de mi, por favor.

Él me dibujaba y hablaba de mi con sus padres, pero a la vista de ellos, Pelos de Mierda no era más que su amigo imaginario.

Y, con un poco de magia básica antigua, me las había ingeniado ocultando mi apariencia física animal. Ante mis vecinos, era un joven altanero, morocho y de ojos miel.

Sin embargo, para él, era yo.

Mi pelo era lo contrario al suyo, mi vitigio rojo contrastaba con la piel tostada, y mis ojos ardían en un salvaje carmesí. Era un animaloide con facciones humanas, un híbrido.

Mis padres habían roto el mandamiento, el tabú más repugnante de la especie. Una humana casta y un poderoso Alfa, de hecho, el líder del Clan Lupus. De allí había salido yo, con mi hermano gemelo.

Él en una potencial hombría, siguió las reglas, se casó con la Gran Loba Carmesí. Yo debía heredar el Clan, y nada me interesaba menos que eso.

La idea me abrumaba y asustaba a la vez. Mi fama de inmaduro empeoraba la situación y el Consejo no quería saber nada.

Y, mi vida marcó un antes y un después una tarde de junio. Yo venía saliendo y haciendo barbaridades con otra Omega del Clan. La dejé embarazada. Sin embargo mi inmadurez y mi odio por todo lo que convenía aquello, me nubló. Como bestia y como humano.

Veníamos discutiendo el cese de ese embarazo, cuando me gritó que ella conservaría al niño y me acusaría frente a toda la familia que le había ordenado abortar, que sería una desdicha como Líder.

Mi impulso de furia fue más fuerte que mi racionalidad humana. Me atesté contra ella a medio transformar, con los huesos quebrándose a medida que evocaba a mi lobo interno.

Habría terminado allí, de no ser por sus palabras.

- Eres tan impuro con ese pelaje blanco, que me da asco este pobre niño.

Mis fauces se abrieron penetrando su cuello de una feroz mordida, no le dejé tiempo de gritar ni pensar. La ataqué como lo que era, un monstruo. Devoré sus entrañas y la dejé morir allí, sola. Desangrándose entre espasmos e intentos de transformación. Su alma pronto dejó este plano y supe... Supe que la había cagado en grande.

Me quedé allí, esperando que la viniesen a buscar, que oliesen la sangre, que viesen el rastro de violencia y feromonas territoriales.

Que me observasen bien a mi, el Lobo Blanco Impuro bañado en las vísceras de su compañera. Quería sentirme juzgado. Quería ver la decepción en el rostro de mis padres, en el de mi hermano, el Alfa puro entre los dos.

Quería sentirme muerto. Y lo logré.

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ADVERTENCIA: Ésta historia contiene lenguaje soez, sexo explícito, violencia y dolor emocional.
Los personajes utilizados le pertenecen a Kouhei Horikoshi de su obra Boku No Hero Academia. La portada pertenece a su autor.
Gracias por leer.

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