Capítulo 4: Luna de Miel en la Mano

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Mis orbes se pasean contando las manchas de humedad del techo, otra vez la jaula, otra vez Todoroki.
Suspiro intentando acomodarme pero los barrotes me lo impiden. Un mes pasó desde que huí aquella noche. Dos horas pasaron hasta que él me encontró, seis horas hasta que me arrastró aquí y... Van 28 días.

Las pocas ganas de vivir se esfuman, verlo es tedioso y horrible a este punto.

Me volví su mascota, su juguete sexual. Y no me quejo, es divertido. Pero me aburre en sobremanera, es asfixiante su amor y devoción.

Kirishima, ¿ya me habrá olvidado?

Daría cada segundo del bastardo haciéndome el amor, por una sonrisa de mi pelirrojo adorado. Se me escapan los suspiros como mi racionalidad. Él entra y abre la jaula para bañarme y darme de comer. Su boca recae entre mis muslos limpios y suaves, y mi mente evoca a Kirishima ahí.

Pensar en él me mantiene cuerdo.

Su aliento caliente se pasea por mi ano y giro la cabeza preparado para la mordida que llega y me hace gritar de dolor y placer.
Succiona sangre de allí mientras me acaricia. Sé que Eijiro no sería capaz de algo semejante, pero ¿tampoco está mal fantasear un poco, no?

Muerde y bebe de mis muslos y el inicio de mi trasero, evito mirar sus ojos carmines y sin embargo su aroma embriagante me nubla y me siento desfallecer de éxtasis. Entra en mi de una estocada y me inclino para morder su hombro y saciar mi hambre.

Bastan unos cuantos movimientos suaves para volverse rudo y violento, pero no... Nunca es ni será Kirishima.

No está ese espíritu salvaje y esa mirada tortuosa de placer por mis mordidas.

Cierro mis ojos y te imagino, mi amado.

Cierro mis ojos y pretendo que llego al orgasmo para ti, por ti...

Cierro mis ojos y suspiro un te amo que sólo te pertenece, Eijiro.

Yo te pertenezco, sólo que mi cuerpo.. No.

El bastardo cae derrotado sobre sus rodillas, agotado. Y yo aprovecho para golpearlo y morder ferozmente su garganta, bebo y bebo aún cuando sacié mi sed. Pega manotazos y golpes que me da igual recibir, más pronto que tarde se debilita y queda temblando en un charco rojo.

Corro despavorido ignorando cualquier peligro, ignorando si me sigue o no.

Aunque sé que no, vengo planeándolo hace días. Sé los días que se alimenta, y hoy, no lo hizo. Hoy iba a estar débil, hoy era el día perfecto para joderlo y huir.

Mis pies me llevan a la entrada, me coloco sus botas de lluvia y piloto, afuera llueve a cántaros. Me abrigo con las pocas cosas que encuentro y salgo.
El primer choque de aire fresco me marea y casi me tira al pasto. Camino acelerado entre las calles hasta llegar a la parada de bus, subo y gracias al cielo el chófer es un viejo vecino de mi cuadra. Me deja pasar sin pagar y me siento en el fondo. Suspiro aliviado, temblando del frío húmedo y nocturno.

Me siento exhausto pero no puedo dormirme, me bajo a los pocos minutos, justo en la esquina. En la casa de Kirishima. Entro corriendo, buscándolo y recorriendo las habitaciones. Más sin embargo, no está allí. Salgo al jardín trasero, corriendo el ventanal con lentitud. Lo baña la lluvia torrencial.

Cubro mi boca reteniendo el grito de terror, su forma bestial natural me asusta.

Siento que ese no es mi pelos de mierda.

Sus ojos filosos y agudos me observan, se acerca pisando los restos de carne humana de vaya a saber quién, regadas por el jardín. El olor a putrefacción, a carne cruda y tierra mojada es hechizante.

Siento mi miembro endurecerse, su nariz roza mi rostro y gruñe. Quiero saber si hueles el aroma que desprendo.

Oh Kirishima, cualquiera habría escapado ante esa imagen grotesca. Tu pelaje reluciente y bañado en rojos y marrones, tus monstruosas fauces, tus dos metros que evocan una sombra sobre mi...

Extiendo mi mano y te acaricio. Te abrazo. No sé si me reconozcas, tampoco me importa.

Aún si me devoras ahora mismo, moriría feliz de ser tu mejor platillo.

Una de tus enormes garras pasa por mi cabello y termina desgarrando mi cuello, caigo sobre el pasto mientras vuelves a morderme sobre la primer marca que me hiciste.
Busco tus ojos a medida que vuelves a tu forma humana, lames la herida que cicatriza rápidamente como la del cuello. Lloro en una mezcla caótica de felicidad y angustia.

¿Qué demonios estoy haciendo con nosotros?

Me llevas adentro, cargándome como un pequeño infante herido. Me sonrojo ferozmente ante tu desnudez. Me llevas al baño, donde llenas la tina y nos introduces a ambos, limpias todo rastro de lo reciente y me dejas impecable.
Me secas y me llevas a tu habitación. Cierras la puerta y me invades con un beso tosco y hambriento.

- Eres mío, Katsuki. Dilo. - Tu voz gruesa sobre mi cuello me da cosquillas.

- Soy tuyo, Eijiro. Mi corazón siempre será tuyo.

Me subes para que rodee tus caderas con mis piernas, entras en mi con el salvajismo que siempre anhelé. Me haces el amor contra la pared...

Vuelvo a la realidad tosiendo sangre, Todoroki me observa riendo a medida que me viola nuevamente. Su aroma aliviana el dolor que se acumula en mi cintura y ano.

Nunca podré escapar de ésta pesadilla.


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ADVERTENCIA: Ésta historia contiene lenguaje soez, sexo explícito, violencia y dolor emocional.
Los personajes utilizados le pertenecen a Kouhei Horikoshi de su obra Boku No Hero Academia. La portada pertenece a su autor.
Gracias por leer.


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