Capítulo 21:

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«Adivina quién está detrás de la máscara»

Todavía era noviembre, y a pesar de que se avecinaba el invierno, el clima estaba raro. Un día llovía torrencialmente, y al siguiente día estaba soleado. Pero eso no importaba aquí.

Kyong Nam y YoonGi siguieron corriendo hasta que llegaron a la Avenida Alicia. A la matona le dolía mucho la pierna, por lo que era incapaz de correr o incluso de caminar un poco más.

—Tú sigue corriendo, yo te alcanzaré luego.— dijo Kyong Nam. YoonGi negó frenéticamente con la cabeza.

—No, Kyong Nam. Yo-Yo... te llevaré.

—No, no lo hagas. Ya es mucho problema.— refutó Kyong Nam, sentándose en una banca que encontró por la vereda.

—Pero, Kyong Nam-

—¡El Strawberry Royale se está quemando!— gritó alguien, alertando a ambas personas. De la nada, Kyong Nam se paró y fingió que nada estaba pasando. YoonGi tomó del brazo a Kyong Nam, y obligatoriamente, caminaron toda la Avenida Alicia, con las sirenas de los carros de bomberos vociferando en sus oídos.

Cuando llegaron ahí, YoonGi se descolocó al ver que las llamas abrasaban con total velocidad el Strawberry Royale. El fuego derretía sin dificultad el letrero, las estructuras y todo lo que alguna vez fue marcado por el nombre del prostíbulo. Con Kyong Nam, fue un caso distinto. Tragó saliva al ver que los bomberos (únicos funcionarios en el Sector Aelliseu que hacían bien su trabajo) intentaban de todo corazón salvar el lugar. Pero estaba prácticamente destruido.

Abrasado, quemado. Desvanecido, junto con las experiencias que constituyeron a ese burdel. Y con ello, el contrabando del señor Eun caía. Kyong Nam presenció en su mente que los Sailen tomaban todo, que el Sector Alicia se volvía cada vez más vulnerable, que Seúl cada vez más los apartaba. Que el Síndrome de Alicia regresaba con todo el esplendor para aterrorizar hasta la muerte a sus pacientes. Y Kyong Nam se sintió desesperanzada.

Era inaudito. Decía odiar con toda su alma ese lugar, hasta el punto de desear quemarlo. Pero cuando se presentaba esto, era una cosa totalmente distinta. Claro, Kyong Nam no sabía que el señor Eun, Gary, Alice, Won Sik y todos sus secuaces que estaban en el entierro permanecían muertos.

Y la única persona que había pertenecido al contrabando del señor Eun era Song Kyong Nam. Hasta ahora.

—Kyong Nam, debemos irnos. No es bueno para ti estar aquí ahora.— declaró YoonGi, tratando de apartarla de la vista. Sabía que Kyong Nam no podía dejar de mirarlo, y temía por su conducta. No sabía si podía llegar a cometer más mal de lo que pudo haber hecho. —¡Kyong Nam!

—Para, YoonGi.— irrumpió Kyong Nam, un poco inquieta. —Nos vamos, ya nos vamos. No quiero seguir mirando más.

—Lo sé, Kyong Nam.— dijo YoonGi. Pero ya era demasiado tarde.

—No tan rápido, Kyong Nam.— dijo una mujer. YoonGi reconoció la voz y cuando la miró, supo que era esa persona enmascarada. Y llevaba una escopeta, lo que aumentaba más la desprotección ya que ambos no llevaban alguna pistola en sus manos. —Lo lamento, YoonGi. Pero mi asunto no es contigo.

—YoonGi, te está diciendo que huyas.— espetó Kyong Nam, intentando echarlo pero el escritor era testarudo. YoonGi, mirando todavía a la mujer, negó con la cabeza paranoico y en silencio. —YoonGi, ¡vete!

—No, no lo haré. Me quedaré.

Kyong Nam, en pánico, tomó la nuca de YoonGi, hizo que girara su cabeza y la acercó a su cara, mirándose entre sí.

El Síndrome de Alicia『MYG』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora