Capítulo 17 (¡Especial 600 leídas!):

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«Agotamiento»

Corrió y corrió, buscándola con desesperación. Hasta que ya no pudo más y tuvo que andar despacio, para intentar calmarse a sí mismo. Dio la vuelta a una esquina y se encontró con pedazos de vidrios esparcidos por todo el suelo; tuvo que seguir el rastro hasta que se topó con una ventana rota. La ventana estaba manchada de sangre, como si a alguien lo hubiesen arrojado contra la ventana y se hubiese dañado a muerte con los fragmentos. Pero no había nadie herido. Entonces, apenas miró por la ventana se tropezó con una escena digna de un filme de horror.

Las paredes estaban salpicadas de muerte, había un olor horrible de suero y era demasiado sucio el lugar. Era algo similar a un quirófano, solo que parecía más pobre y más repugnante, y en medio del "quirófano" estaba una camilla muy mugrienta. Y Kyong Nam estaba colgando de los bordes, a punto de caer. Apenas lo notó, el escritor fue a la puerta para abrirla. Pero no podía.

—Vamos, vamos...—musitó en pánico, girando con energía la manilla. Y de la nada, se escuchó un golpe. Con más desasosiego, pudo abrir la puerta. Vio que Kyong Nam apenas se podía levantar del suelo, por lo que vino a socorrerla. —. Kyong Nam, ¿estás bien? ¡Kyong Nam! —la llamó, tomándola de los brazos.

Kyong Nam no podía más, sentía que en cualquier minuto explotaría. Quería llorar, quería gritar, quería hacer muchas cosas. Pero estaba muy agotada, tanto físicamente como mentalmente. A pesar de que YoonGi la sostenía entre sus brazos, Kyong Nam podía percibir que se desmayaría en un momento si no hacía algo para detener su mente desorientada. Pero eso no importaba ahora, pues con todo la agonía que sentía en ese segundo se tuvo que parar con ayuda de YoonGi.

YoonGi tomó el brazo de Kyong Nam y la puso alrededor de su nuca, para sobrellevarla y poder caminar con rapidez todo la búsqueda hacia la salida. Se apresuraron en salir del "quirófano" y tomaron una ruta distinta. Se fueron por una puerta abierta que daba vista a un pasillo demasiado blanco y muy iluminado. Eso a YoonGi le provocó que se le revolvieran las extrañas, pues sentía que iba directo a una trampa (lo cual no era cierto, pero en esta situación uno se volvería paranoico).

Con pasos dudosos, YoonGi trataba de recorrer ese pasillo tan limpio. Sin embargo, Kyong Nam cada vez pesaba más y se le dificultaba dar otro paso más sin que la matona no se tambaleara muy desvanecida.

—Kyong Nam. —susurró apenas tratando de mantenerla estable. No podía. —. Kyong Nam, mantente despierta. No te me vayas, no de nuevo. —suplicó agarrando con fuerza el brazo de la matona, arrastrándola sin cuidado para hacerla avanzar. Los pies de Kyong Nam se entorpecían y patinaban sobre la baldosa tan encerada, pero aun así ella, con toda la energía disponible, tuvo que hacerlas responder y caminar decentemente.

Entre todo la confusión y los mareos que provocaba la fórmula que los Nobody aplicaron en la sangre de Song Kyong Nam, ella recordó las frases que un hombre le decía mientras la inyectaban. Él llevaba una máscara blanca pero opaca y que parecía ser hecho de un material barato, con la palabra Nobody escrita en tinta negra puesta en la frente (al igual que la mujer que interrogó a YoonGi)y aquella cosa la perseguía con una vil viveza en su mente. La información se repetía con total claridad en sus oídos, casi como si fuera una alucinación auditiva.

—YoonGi...—musitó casi desfallecida. —. ¿Te contaron lo de Constance?

YoonGi tragó en seco, quería solo concentrarse en llegar a la "salida" si es que lo era. Estaban casi a punto de poder traspasar la puerta, solo que ahora parecía ser más costoso caminar.

—Me lo dijeron...—contestó con una tristeza imperceptible. No quería pensar más; quería salir vivo de ésta. —. No digas nada más, Kyong Nam.

El Síndrome de Alicia『MYG』Donde viven las historias. Descúbrelo ahora