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Capítulo tres.
La cebolla de oro.







La cebolla de oro

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Davina planeaba hablar con Bella, sin embargo la joven no se presentó a la escuela a la mañana siguiente, por incapacidad, parecía que el sangrado volvía cada cierto tiempo y lo mejor era descansar.

En cierta parte, la pelirroja sentía culpa y pensaba en visitarla, aunque descartaba la idea al darse cuenta que será demasiado raro ¿cómo explicaría que conocía la dirección de su casa? Quedaría como una acosadora.

Así que se limito a observarla entre las penumbras de la noche (donde se percató lo extremadamente torpe que era) y esperar con impaciencia su regreso al instituto.

Para su suerte, Bella se recupero de manera veloz y a los pocos días ya estaba en condiciones para asistir a clases.

El suelo estaba resbaloso por la torrencial lluvia que había caído en la noche, esperaba que Bella no sufriera alguna clase de accidente a causa de sus dos pies izquierdos.

Como todas las mañanas, Davina estaba esperando a sus hermanos para ir juntos a la escuela, miraba con admiración las pequeñas flores del jardín trasero.

──Las flores más hermosas tuvieron que soportar fuertes vientos y lluvias para florecer, es inspirador ¿no lo crees?  ── el suave y tranquilizador aroma de Edward envolvió el aire.

Con agilidad se giró y no tardo en envolverlo en un abrazo, lo había extrañado mucho.

──También te extrañé.  ── Edward se separo del abrazo para mirar el rostro alegre de Davina.

──¿Estas mejor?  ── preguntó con un poco de preocupación.

──Sí, creo que sí.  ── miró a su alrededor evitando la mirada de la pelirroja.

──No quiero parecer intensa, pero se que es difícil y abrumante encontrar a tú tua cantante, y más si es humano.  ── tomo con delicadeza la mano del vampiro.  ──Así que si necesitas hablar, aquí estoy, ¿de acuerdo?

El cobrizo abrió la boca pero fue silenciado por la estruendosa risa de Emmett y el empujón de Jasper.

──Pensé que no te vería hasta la próxima década.  ── el rubio hizo referencia a las veces que Edward los había "abandonado".

──Gracias Jasper, también me alegro de verte.  ── Edward le regreso el empujón con gracia.

──Que estés triste no es excusa.  ── Emmett le aventó su mochila a su hermano.  ──Tú conduces, mí auto está en el taller y aparte, amanecí desecho.  ──añadió con tono juguetón.

Davina || Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora