PRIMERA PARTE: Algo sucede en Coldville

73 1 0
                                    

CAPITULO 1

UN SUCESO INESPERADO ANTES DE NAVIDAD

Es la tarde del 22 de diciembre en la pequeña comunidad de Coldville, un poblado con un puñado de habitantes cerca del norte del país. Aunque aún faltan unos días para el esperado día de unión y familia, las familias de Coldville se preparan para esa festividad, algunas más que otras, es el caso de la familia Richardson, pues mientras el padre sigue trabajando en la pequeña tienda a un par de cuadras de distancia de su casa, la familia, la madre Jenny y los pequeños Robert y Natalie preparan las decoraciones, escuchando de fondo uno de los muchos especiales de navidad animados que suelen aparecer en los canales más vistos por los niños, cada uno cumple su función alrededor del árbol, Natalie, una niña de ocho años, blanca como la nieve y los rizos de su madre combinado con el pelo casi dorado de su padre, hace un collar de palomitas, bastante grande, con tal de ponerlo alrededor del árbol como decorado, Robert, un buen niño de seis años, aunque a veces travieso, con su pelo corto como su padre y castaño como su madre está envolviendo los regalos mientras que la madre Jenny, una mujer de unos cuarenta años, con una alegría permanente, pero reforzada por la época, estaba poniendo las esferas de navidad de colores varios hasta que recibió una llamada por teléfono, este era de la señora Perkins, una mujer mayor, de seguramente sesenta y tantos años, con el pelo canoso y agarrado con una cola de caballo, como suele ser su estilo aparte de sus característicos lentes para leer. Ella y su esposo, acordaron que la víspera de navidad la pasarían junto a la familia Richardson, donde antes de la cena irían a esquiar en unas montañas aledañas a la zona.

-¿Entonces cuando nos vemos? -pregunta la señora Perkins. -en mi casa a las diez, hoy acostaré temprano a los niños, para asegurarme de que despierten temprano. -Contesta con una sonrisa la señora Richardson. -Jaja, muy bien, los saludas de mi parte, por cierto ¿Como se la están pasando con esta fecha tan próxima? -pregunta la señora Perkins, igualmente con una sonrisa. -Muy bien, esta es la festividad favorita de Natalie, le encantan los decorados y los especiales de navidad en la sala, aun si no los ve, también es la de Robert, pero sé que es mas por los regalos que por la familia- Jenny lo dice con alegría, pues ella misma recuerda que a su edad era igual. -¿En serio? Qué bueno que dices eso, porque aquí tengo unos regalos que me encargo "santa" -la señora Perkins lo dice con un tono burlesco, casi guiñando un ojo aun sabiendo que están a metros de distancia. -y bueno, quería saber si han sido niños buenos. -Jenny sonríe ante la manera de hablar de la señora Perkins, es por eso que es una de sus mejores amigas, aun con la diferencia de edad -Si, se han portado bastante bien, bastante tranquilos para estas fechas de hecho -reflexiona la madre.

De la nada, un grito cubre casi toda la casa

"MAMAAAAAA"

-Bueno, lo más tranquilo que pueden estar -ríe la madre al igual que la señora Perkins, que con un tono alegre exclama -Muy bien, entonces te dejo para que los atiendas, nos vemos mañana. -Adiós señora Perkins. -exclama la madre, quien luego cuelga el teléfono y da un par de pasos para llegar a la sala.

-¿Que paso hijita? -dice extrañada la madre -Robert está abriendo los regalos y los está envolviendo de nuevo. -se queja la niña, obviamente esto le molesta particularmente a ella que le encantan las tradiciones -¿en serio? -dice la madre en un tono que intenta ser cómico, como un puchero, mientras mira a Robert, entrecerrando los ojos y poniendo sus manos sobre su cintura -No mamá, ella está mintiendo -grita el niño -vamos a averiguarlo -dice la madre mientras se agacha hasta el regalo que trae el niño, después lo agarra y nota que está abierto, sabe que no estaba así, pues ella misma lo envolvió -eres un diablillo -exclama la madre sonriendo en vez de enojarse, después, arremete contra el niño, tirándolo de forma que ella sabía que no se haría daño y empezó a hacerle cosquillas, el niño obviamente se resistía pero no por eso pudo contener la risa, era uno de los tantos momentos familiares que esa casa tuvo, entonces, en la cúspide del "castigo" del niño, la madre escucha que tocan a la puerta.

-Te salvaste -le recuerda la madre al niño mientras se para. Durante el camino de la sala, por el pasillo que recorría casi toda la casa hasta la puerta, la mujer se acomodaba el pelo para estar presentable ante cualquiera que fuera, entonces abrió, se trataba de un hombre, uno bastante alto, no se le podía ver la cara, pues estaba cubierta con unos lentes de esquiar, una capucha proveniente de una chamarra bastante gruesa de color azul y un cubre bocas para el frio, cualquiera que lo viera pensaría que estaba esquiando, y por la cercanía de la zona, la señora considero que éste era el origen de aquel hombre, entonces, este misterioso sujeto empezó a hablar:

-Disculpe las molestias, estaba regresando de las montañas y mi teléfono se descompuso ¿me facilitaría uno para llamar a un colega? -la mujer entendió la situación al instante y acepto. -Por supuesto, dios mío, debe estar congelándose aquí, entre por favor -este acto de buena fe, que para muchos caería en un exceso de inocencia, no paso por alto para aquél hombre. -Es usted muy amable, señorita. -Señora.- la mujer lo corrige -y gracias -mientras cerraba la puerta sintió que algo la agarraba del brazo que sostenía la puerta, cuando bajo la cabeza lo confirmo, se trataba de la mano cubierta por un guante grueso de aquel hombre, entonces volvió a ver al sujeto a la cara, o al menos a lo que se dejaba ver de la cara -quizás demasiado para su bien -la mujer quiso gritar con todas sus fuerzas pero el hombre no perdió tiempo, con la mano sobrante sujetó la boca de la señora mientras la encaminaba hasta la pared mas próxima con una facilidad sobre humana, pero antes de que chocara sintió como la mano del hombre, aquella que sujetaba su brazo, la agarro de detrás del cuello y entonces aquel hombre hizo un movimiento bastante brusco.

Los niños escucharon que algo crujió y cayó al suelo, tal vez por un momento los hermanos racionalizaron que se trataba de un pedazo de madera, era mejor pensar que fue eso que descubrir que se trataba de su progenitora. Entonces el sujeto se paro y se dirigió hacia la sala, de camino cerró la puerta de un golpe. Los niños vieron con horror como aquel hombre se dirigía hacia donde ellos estaban, ellos se encontraban tan horrorizados que ni siquiera pensaron en correr, solo se juntaron y abrazaron debajo del árbol, casi pensando que de alguna forma algún espíritu navideño o de bondad los salvaría, pero lo que ahora había en esa casa era todo menos bondad. El hombre paró de caminar en la entrada de la sala, los vio, noto su terror y entonces, como queriendo caerles bien aun sabiendo que las piernas de la madre tendida en el suelo se podían ver desde donde estaban los niños, se acerco. -Hola, niños ¿están asustados? Lo entiendo, soy alguien nuevo para ustedes y esto -refiriéndose y apuntando hacia su cubre bocas -esto no ayuda ¿acaso... quieren que me quite esto?

El hombre procedió a dar un espectáculo aterrador a los ya de por sí aterrados niños, primero, procurando no quitarse la capucha, incluso sujetándola, se quito los lentes para esquiar, lo que vieron en ese momento fue impactante, pues incluso llego a tal grado que interrumpió el grito de los niños por una mirada fija a aquel hombre, entonces este procedió a quitarse el cubre bocas, la visión era prácticamente infernal, si no fuera por las sombras y las facciones sería difícil distinguir a los niños de las paredes blancas por lo pálido del miedo que tenían, entonces, casi como si intentara dejar lo mejor para el final, se quito la capucha, revelando y aclarando lo que esa cosa era, entonces, de una manera cínica, el hombre se agacho, como si fuera a hacer alguna flexión, "mirando" fijamente a los niños -¿Así esta mejor? -si los niños hubieran tenido el valor de siquiera hablar habrían gritado "NO" pero obviamente no podían, aquella imagen era demasiado fuerte, pues aun en sus jóvenes mentes podían distinguir aquello donde debería estar la cabeza de ese hombre, o más bien, distinguían aquello que debía combinarse con otros elementos para formar una cabeza normal, pero no, donde debería haber órganos, músculos, tendones, piel o pelo, esa cosa las remplazaba con espacio vacío, simple aire, aquello era un cráneo, uno limpio, uno en el que no había rastro de la piel que debió cubrirlo, si es que alguna vez hubo algo fuera de hueso macizo, verlo moverse sin mas era impresionante, pero sobre todo por la situación, atemorizante, y es que aunque no hubiera órgano o musculo que lo probara, los niños podían sentirlo, eso, sin ojos, los estaba viendo, y eso, sin músculos, les estaba sonriendo, y aquella sonrisa imaginaria debió de hacerse más grande cuando aquella criatura sin sentido orgánico se levanto y se dirigió estrepitosamente hacia los niños, los cuales gritaron con todo lo que pudieron, pero un grito de menos de un segundo es incapaz de alertar a nadie, menos cuando es sofocado con rapidez.

Toda esa situación fue traumática, los hermanos no lo hubieran olvidado de viejos, sería un pensamiento recurrente de adultos, una pesadilla constante de adolescentes, una razón para una atención psicológica hasta la pubertad, ese pudo ser su destino, si hubieran sobrevivido como mínimo al ocaso de aquel día...

metamorfosisWhere stories live. Discover now