Capitulo 5: SIN DEJAR RASTROS

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La tarde de aquel día avanzaba con normalidad. La puerta de la residencia de Armin se abría sin prisa. Estrepitosamente llegó él, cerrando la puerta con sus caderas, teniendo sus llaves en una mano y una bolsa de compras en la otra. Armin tenia una sonrisa en su rostro.
-Cariñooo, ya llegueeeéee. -Dijo como si se encontrara en una especie de comedia familiar de los cincuenta. -Las compras estuvieron bien. -Dice mientras deja las llaves en un recipiente y se dirige al baño. -hoy ayude a un niño, me reencontré con un viejo socio que tenia mucho sin ver. -abre la puerta del baño, prende la luz y va hacia la tina. -E hice un nuevo amigo. ¿Que hay de ti? -Dice Armin mientras se agacha estando al lado de la bañera. -¿Como has estado? -Armin pone su mano libre en la tina, sostiene la cabeza del señor Richardson y la saca del agua, revelando nuevamente su cuerpo despellejado. -Hermosa como siempre. -Dice Armin con una sonrisa, luego, sumerge bruscamente la cabeza del señor Richardson y se vuelve a parar.
-Bueno. -Expresa Armin mientras sale del baño, sin apagar la luz. -El punto es, que traje las compras. -Dice mientras agarra el cuello de la botella y avienta la bolsa por ahí sin importarle realmente donde caiga. -Y, no se tú, pero yo propongo un brindis, por dos razones realmente. -Expresa mientras conecta un estéreo que está al frente de la puerta del baño, pegado a la pared. -Una, es por un asesinato exitoso. -Armin termina de encender el estéreo. -Y la otra... -Armin destapa rápidamente la botella que le dio el hombre de traje y bebe una gran parte de ésta. -... Es porque necesito estar algo ebrio para hacer esto. -Exclamó con la voz rasposa por el alcohol, luego, encendió el estéreo, este empezó a reproducir "Jingle Balls" de "Korn".
Armin sabia lo que seguía, ocultar el cuerpo, tenía ya todo el equipo listo desde hace meses, solo faltaba la víctima. Empezó colocando una gran lona de plástico en el suelo del baño, luego, fue a su cuarto a cambiarse. Se desvistió, pero en vez de sacar más ropa de su ropero jaló su cama hacia la izquierda, revelando unos tablones de madera sueltos, los quitó. Debajo se encontraba una caja fuerte, se veía bastante pesada, sería imposible para alguien levantarla con las manos, pero Armin no era "Alguien", pudo hacerlo, pero con algo de esfuerzo, ese era parte del truco. La caja sería muy pesada para alguien de levantar, por lo que aún si descubrieran el compartimiento tendrían muchos problemas para levantarla.
-Esto no es para enclenques. -Dice riéndose en referencia a esto.
Armin se le queda viendo a la caja fuerte, como intentando recordar la combinación. Lo cual no es más que una burla. Pues luego volvió a agarrar la caja fuerte y la volteo, poniéndola acostada, revelando que, en la base, la caja estaba alterada, teniendo una chapa, la cual ocupaba de una gran fuerza para abrir, una fuerza inhumana de hecho, justo como la que él tenía. El cerrojo de la caja solo era un engaño, de hecho, aunque pudieran abrir la puerta sólo se toparían con otra pared de metal sin cerradura.
-Tampoco para idiotas. -Exclamó Armin al momento de abrir la caja.

Lo que contenía esta caja, que ocupaba tanta seguridad al parecer, no podría ser más "simple": era ropa. Unos tenis, pans, camisa e incluso ropa interior y calcetas de color negro. Armin se puso todo, luego, de la caja extrajo lo que seguía: un mantel y un cubrebocas de tela de color blanco, ambos manchados de sangre, aunque, realmente, todo estaba manchado de sangre, pero en éstas últimas prendas, por su color, se notan más. Lo que quedaba era un paquete de guantes de hospital, el cual se puso Armin, y un cuchillo de carnicero igual lleno de sangre. Después de que Armin retirara el cuchillo, cerró la caja y la volvió a poner en su lugar, igual con las tablas de madera y la cama. Entonces regresó al baño, no sin antes ir por dos bolsas grandes de basura que tenía en la cocina.
Armin sacó el brazo sin piel del señor Richardson y en un brusco movimiento logró cortar limpiamente el brazo entero hasta la axila. Entonces colocó el brazo sercenado en medio de la lona plástica. Se agachó y extendió el brazo del señor Richardson
-¿Sabes? Mi padre tenía una carnicería, ahí aprendí el negocio familiar de matar algo. -Entonces Armin hizo un corte, separando la mano del resto. -Solo que mi papá se quedo matando vacas. -Armin hizo otro corte, separando el antebrazo, luego voltea al cadáver del señor Richardson. -Yo nunca fui tan conformista. -Armin sonríe.
Una vez que acabó de cortar los cachos del brazo, Armin agarró las dos bolsas de basura y las extendió, después, boca arriba, las colocó justo del otro lado del baño de donde estaba la bañera. Las dos bolsas tenían un pequeño cacho de cinta masquin, ambas estaban rotuladas con rojo, pero una tenia la letra "h" y otra la letra "c" marcada en las cintas.
Una vez que colocó las bolsas, Armin volvió hacia donde estaban los pedazos de brazo y agarró el antebrazo, entonces empezó a cortar cacho por cacho la carne, separándola del hueso. Era una tarea laboriosa, pero al momento de cortar hablaba la experiencia, cuando acabó, era difícil creer que en ese antebrazo había carne hace apenas cinco minutos. Una vez que terminó, agarró toda la carne que había cortado y la puso en la bolsa con la letra "c", entonces sostuvo el hueso y lo colocó en la que dice " h".
Y así fue como se le pasó el resto del día, una pierna, el otro brazo, el tórax, la cabeza. Cada parte del cuerpo, cercenada, cortada y separada, una y otra vez.
Cuando acabó agarró varias ollas, de distinto tamaño todas, y empezó a colocar la carne en todas ellas, obviamente, se llenaron todas, apenas cupieron en su refrigerador, pues este no es muy grande, pero como le había quitado las bases tenía mucho más espacio, suficiente para colocar una encima de otra y que cupieran perfectamente.
Entonces empezó la fase dos.
Una vez que limpio la bañera lo mejor que pudo, vació todos los huesos de la bolsa en una parte de la lona, luego, doblo ésta a la mitad, haciendo un "sándwich" donde los huesos estaban en medio. Así empezó la parte que más le divertía a Armin. Empezó a golpear la lona, saltando encima de ella, pisándola, etc. En alguien normal esto habría sido doloroso, pero Armin tenía muchas ventajas, su gran fuerza le permitió romper, e incluso moler todos los huesos hasta que quedaron hechos polvo. Cuando acabó, era imposible reconocer que era mano y que era tórax, al final puso todo cuidadosamente de vuelta en la bolsa con "h".
Dejando una olla relativamente grande en la estufa, calentándose a fuego lento, Armin se quitó los tenis, agarró la bolsa " h" y se dirigió a la puerta. Antes de abrirla levantó la bolsa y pronunció:
-Cariño ¿que te parece un pequeño paseo nocturno?
Entonces abrió la puerta y salió de su hogar.

La noche como tal aún no había llegado, pero faltaban pocos minutos para que el cielo se tornara completamente negro en vez de ese tono azul oscuro. Armin estaba paseándose por el bosque que está más o menos cerca de su casa, no sentía frío, pero la sensación de sus pies descalzos en la nieve era sin duda curiosa para él. Armin caminó por lo que le pareció un par de kilómetros adentro del bosque, después de un tiempo llegó a su destino, un río congelado. Armin se paró encima de él, vio hacia abajo unos segundos, se le hacia interesante ver el río congelado y sus pies blancuscos pisándolo. Lo que rompió  su concentración fue el sonido de un gruñido a su izquierda, cuando se dio la vuelta lo notó. Se trataba de lo que él pudo ver a simple vista como alrededor de cinco lobos acercándosele, todos con una posición de ataque. Ante esto, Armin volvió a levantar la bolsa negra.
-Mira nada más, nuestro perrito Lucas trajo amiguitos. -mencionó mientras sonreía.
Los lobos empezaron a acercarse en jauría, todos con la misma expresión de estar apunto de atacar. Entonces Armin abrió la bolsa, sacó un par de huesos de ella y exclamó:
-Tranquilos, tranquilos. Miren, les traje regalos, estos tienen un poquito de carne, justo para ustedes.
Armin arrojó un hueso cerca de lo que él creía que era el lobo alfa, el cual primero olió el hueso y después empezó a morderlo. El resto de las fieras se calmaron, esto le permitió a Armin seguir con lo que estaba.
-Bien, si ya no hay interrupciones...
Armin golpeó el hielo. Hizo un agujero del tamaño de su puño y un poco más grande. Entonces levantó una vez más la bolsa y cautelosamente tiró el polvo en la parte descongelada del lago.
-Es malo tirar basura en el medio ambiente, pero, no es como que esperaba que Santa Claus me trajera juguetes este año. -Bromeó Armin.
Cuando acabó, puso los huesos con carne de vuelta en la bolsa negra, luego la levantó y empezó el camino de regreso. El único problema es que tenía que pasar por la jauría. Por eso mismo, empezó a arrojar los huesos hacia los lobos con la intención de que se distrajeran, lo cual funcionó, así que salió sin problemas. Sin embargo, un par de pasos después, escuchó el aullido de uno de ellos, el alfa, el cual empezó a avanzar en medio del resto de lobos, los cuales iban detrás de él.
-¿Que? ¿Aquí no aplica lo de "no muerdo la mano que me da de comer?"
Casi como si le respondiera, el lobo alfa empezó a aullar y a correr hacia Armin, junto con el resto de la jauría.
-Muy bien, juguemos a eso. -Dijo Armin mientras sonreía.
Armin empezó a correr, sin soltar la bolsa negra, los lobos iban detrás de él pero Armin era muy rápido, los arrebasaba con bastante ventaja. Sin embargo, la velocidad no es la única arma de un lobo, también las emboscadas. Mientras Armin corría, un lobo que no había visto apareció de la nada y se puso justo en su camino, luego, corrió hacia él. Dio un gran salto con su boca abierta, el chiste era tumbarlo, pero entonces, como si fuera no más que una simple molestia, Armin apartó al lobo con su puño cerrado como si ahuyentara mosquitos. El lobo cayó tendido en la nieve, inmóvil, el golpe fue más que suficiente para fulminarlo. Armin aceleró el paso, dejo a los lobos por mucho, cuando se dio cuenta, estos ya habían parado, él los había agotado.
-¿Acaso se cansaron tan pronto? -Dijo Armin sonriendo, el resto del camino lo tomó a pie.
Una vez que regresó a su casa, y pasada una hora o dos, Armin abrió la bolsa nuevamente y extrajo lo último que quedaba, el cráneo. Este aún  tenia trozos de carne, estaba sucio, pero esto a Armin no le importaba. Él lo sostuvo con una mano, lo alzó por encima de su cabeza e imitó:
-"ser, o no ser, esa es la cuestión". Bueno, aunque parece que yo elegí por ti. -terminó de expresar Armin. -Felicidades, ya no eres. -Armin puso el cráneo en medio de la chimenea. -Bueno, sí eres. -Armin prendió la chimenea, el fuego empezó a rodear el cráneo. Entonces, Armin agarró de la mesa de su comedor un plato que contenía una ensalada con zanahoria y un gran trozo de carne.
-Eres mi cena... Feliz Navidad. -Dijo Armin sonriendo.

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