CAPITULO 2 UNA INGRATA SORPRESA

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Lunes veintitrés de diciembre, la señora Perkins estaba terminando de empacar las cosas que utilizarían para esquiar, ella y su esposo estaban hablando de la familia Richardson, recordando lo bien que se la pasan en conjunto, ya sea en fiestas o simples reuniones, cuando se percataron de algo, ya eran las nueve con treinta y ningún miembro de los Richardson les había hablado desde la llamada de la señora en la tarde de ayer.

El señor Perkins realmente no le da la menor importancia, pues piensa que seguramente sigan preparándose, aunque a la señora le preocupa principalmente el hecho de que ya van dos veces que llama a la señora Richardson y esta no responde. Aunque su marido insiste en que no se preocupe, la señora no puede evitarlo y toma la iniciativa de ir a la casa de sus " vecinos" para corroborar que todo este bien, algo que, obviamente, su esposo considera mala idea.

-Te digo que no te preocupes, seguramente los niños se levantaron tarde y están apresurados. -exclama el marido -entonces me habrían avisado que llegan tarde, no, Michael, te digo que aquí algo esta mal, voy a ir para ver que esta pasando.- reafirma la señora. -pero aun tenemos que terminar de empacar.- refunfuña el hombre.
Ante lo que dijo el señor Perkins, su esposa se le queda viendo un poco y luego, mas tranquila, dice: -¿Sabes que? Pon las cosas en el auto mientras que yo voy a su casa a ver que esta pasando.- el hombre se queda pensando un poco. -... ¿Como voy a poner las cosas en el coche si tu vas a ir a la casa de los Richardson?- iré caminando.-afirma la señora.-¡¿Caminando?! Pero quien sabe que tan frío está ahí afuera, esperate unos cincos minutos y yo te llev...- lo interrunpe la señora -Lo siento, ya tengo las llaves en mi mano, voy a abrir la puerta.- El hombre se molesta. -¿Siempre has sido tan terca?- ella responde -si, y me amas por eso.- La señora le dice esto a su esposo y luego le guiñea el ojo, el marido sonrie, pero aun así le molesta que la mujer que mas ama se vaya así en una época tan fría, pero sabe que cuando su esposa está decidida en algo no importa lo que diga, no la va a hacer cambiar de opinión, así que prefiere evitar la pelea y seguir arreglando las cosas mientras que escucha cómo la puerta de su casa se abre y se cierra.

La señora baja unos escalones que tiene su casa en el exterior hasta que llega a la banqueta, la cual está completamente cubierta de nieve, aún con ese impedimento la señora está decidida, no le importa caminar todo el recorrido hasta su "vecina" y empieza a avanzar. Aunque los maridos Perkins y la familia Richardson son las casas más cercanas una de la otra, el camino es como mínimo de cinco minutos, pues si bien los Richardson sabían que la casa se encontraba alejada, fue la única que se pudieron permitir cuando se mudaron a Coldville, y aunque con la tienda les fue mejor económicamente, jamás sintieron la necesidad de mudarse, despues de todo, en un pueblito como Coldville, nunca pasa nada fuera de lo ordinario, ¿no? Al menos eso pensaba la señora Perkins mientras caminaba por el camino nevado rodeada de pinos prácticamente blancos, eso y en las razones por las que la señora Richardson, y toda su familia, estaría tan ocupada para ni siquiera llamar de que llegarían tarde... O como mínimo contestar las llamadas de la señora, aun así, el punto de pensar esas cosas no era darle un significado, si no una distracción para no pensar el tormentoso frío que estaba haciendo, después de todo, aún no tenía su equipo para esquiar puesto. Sin embargo, pese al largo camino, que para muchos se sentiría aún más largo por la helada mañana, la señora estaba tan inmersa en sus pensamientos que el camino se le hizo realmente corto, antes de que se diera cuenta ya estaba a un par de pasos de distancia de la casa de los Richardson, sin embargo, tuvo que aproximarse aún más para percatarse de los primeros detalles extraños. El primero era el silencio, no era concordante con lo que, supuestamente, debería estar pasando en esa casa, es decir, si se supone que los Richardson debían estar ocupados y un tanto apresurados por la tardanza debería incluso sentirse un ambiente de apresuramiento, algo como tal vez, que hubiera algún miembro de la familia llevando y trayendo cosas desde la casa hasta la camioneta, apresurado, o incluso un grito que otro por parte de algún miembro de la familia para que otro hiciera alguna otra cosa, pero no, había un ambiente completamente tranquilo y silencioso. Lo segundo que notó la señora fue la iluminación, no había ni una sola luz prendida, igualmente todo lo que se veía era un ambiente tranquilo... Casi muerto.
El tercer detalle, y el más preocupante que notó la señora solo lo pudo distinguir hasta que estuvo casi directamente en la puerta, y tenía que ver con ésta. Notó algo raro en la puerta, era como si la brisa del viento le afectara de alguna forma, moviéndola de un lado a otro de una manera casi imperceptible, esto es imposible para una puerta de madera tan resistente como aparentaba la de la entrada, imposible a menos que sucediera algo, algo que la señora temía pero desgraciadamente termino siendo la verdad al comprobarlo por ella misma empujando ligeramente la entrada, la puerta estaba abierta, era la ventisca la que la mesia, ahora la señora estaba realmente preocupada, dio unos golpesitos un tanto sonoros a la puerta pensando que sería un descuido de la familia, pero nadie contesto, así que la abrió completamente. Solo, es la mejor palabra para definir el ambiente del lugar, completa soledad, nada tenía sentido para la señora Perkins, por más que hablaba no escuchaba respuesta alguna, así que imaginando lo peor se auto invitó a la casa mientras seguía llamando a todos los integrantes de la familia Richardson por su nombre. Entonces, cuando se acercó más al recibidor, sintió algo cuando vio las escaleras, algo que la señora no podría describir pero que era como una especie de presentimiento de que al subirlas encontraría aquello que está buscando, y sea lo que sea no era bueno, aún así procedió a hacerlo. Cuando subió dichas escaleras y llegó a una de las habitaciones, supo que algo no solo no estaba bien, sino que había algo malo, realmente malo, pero solo hasta que abrió completamente la entre-cerrada puerta lo pudo ver y confirmar, algo que obviamente le obligó a gritar de miedo al mismo tiempo que llorar de tristeza. Se trataba de la madre, acostada en la cama con su pequeño hombrecito en el brazo derecho y su retoño acurrucada en el izquierdo, los tres curiosamente con una expresión de tranquilidad en sus caras, pero esto no era para nada bueno, pues ciertamente estaban tranquilos, lo más tranquilo que un muerto puede estar. La señora notó los detalles al instante, sus labios y piel habían cambiado su tonalidad a una más pálida y grisácea, y por más que se fijara, jamás veía el pecho de ninguno de los tres inflándose, era obvio que no respiraban.
Su amiga, y sus niños que ya veía como una especie entre sobrinos y nietos estaban muertos, ocupó cerca de media hora para que el shock terminara, de hecho hubiera sido más de no ser por su esposo, quien al acabar de empacar las cosas, se subió a su camioneta y fue a la casa de sus vecinos a buscar a su esposa y saludar a los Richardson. Bendita inocencia la suya, pues pensó que seguramente sucedía que, como ya había pasado, su esposa se había quedado platicando con la señora Richardson y se le olvidó volver. Como esto ya le había sucedido, él tenía un método: una vez estando en la puerta de la casa, tocaba la bocina de la camioneta de una manera particular, exclusiva para esas ocasiones. En situaciones normales, ella habría reconocido el sonido y como mucho se hubiera sobresaltado, sorprendido de notar cuanto tiempo pasó hablando con la señora Richardson, pero en esta situación en particular la reacción fue muy diferente, al escuchar el sonido de la bocina volvió en sí después de casi media hora viendo los cadáveres de su mejor amiga y sus hijos acomodados en la cama del matrimonio, un momento ¿matrimonio? ¿Dónde está el marido?
Eso fue lo que pensó la señora una vez liberada del shock, lo siguiente fue el hecho de que tendría que dar la noticia a su esposo, y, eventualmente, hacer la denuncia a la policía, una denuncia sobre el asesinato de su mejor amiga, la señora Perkins no sabía que pensar, pero no tuvo de otra, bajó las escaleras con rapidez para luego salir de la casa, su esposo vio que salio eufórica, ya sospechaba qué algo andaba mal por el hecho de que la puerta principal estaba completamente abierta, pero ver salir a su mujer de esa forma fue algo demasiado raro, el señor sabía que, fuera lo que fuera, significaba muy, muy malas noticias, y una vez que su mujer, entre sollozos, le dijó la verdad, el señor no pudo evitar las lágrimas, ni siquiera quiso ver los cuerpos, él fue el que marcó a la policía...

Ya habían pasado 30 minutos de que llegó la policia, la oficial Sasha Jenner, una mujer de piel oscura, alrededor de los 50, con el característico peinado con el cabello atado, acompañado del uniforme de perito, estaba ayudando a la señora Perkins con una taza de café para intentar "tranquilizarla", algo imposible tras las circunstancias, obviamente. Los oficiales realmente no sabían qué hacer, después de todo ¿un asesinato así? ¿De forma tan brutal? ¡¿En Coldville?! Eso era algo impensable, ningún agente del pequeño pueblo había tratado algo siquiera semejante, todos menos uno, el sheriff, el señor David Charlson, un hombre de carácter recio, así como lo era su cara, no tenía miedo de los desafíos, después de todo, venía de la gran ciudad, y no cualquiera ¡La capital! Aunque es triste, y un tanto perturbante decirlo, Charlson estaba acostumbrado a esta clase de casos, así que sabía qué debía hacer. Primero, se dirigió a la pobre señora Perkins, la cual estaba en el recibidor, bebiendo su café.
-señora, tiene alguna idea de quien pudó hacer esto?.-pregunta el oficial.- ¡por supuesto que no! los Richardson son las personas más gentiles que he conocido, no me imagino como alguien... Como alguien podría... ¡Oh por dios y en Navidad! -la señora Perkins no lo resiste más y cae en llanto, el sheriff no sacará respuestas coherentes o fluidas hasta que se tranquilize. Ante la imposibilidad de hablar con la señora Perkins, Charlson muestra su frustración dando una lenta media vuelta y frotando el lado lateral de su mano con su labio mientras mira al suelo frunciendo el ceño, sin embargo, se incorpora rápidamente y empieza a analizar la sala en la que está, lo primero que le interesa es la puerta que da al exterior, una vez que está frente a ella se agacha para ver al picaporte con mayor atención, pasados unos segundos de verlo llama a la oficial Jenner, ésta se disculpa de la señora Perkins por tener que dejarla sola y va con el sheriff.
-‎¿sucede algo?- pregunta la oficial- sí.- Responde con una voz seria, concentrada. -¿Sabes si la señora abrió la puerta con una llave que le dieran los Richardson o algo así? -Dice que la puerta estaba abierta cuando llegó ¿por?-pregunta Sasha. -Es solo que cuando pasas un tiempo como oficial de una gran ciudad aprendes muchas cosas, una de ellas es reconocer una cerradura forzada.- El oficial Charlson se para. -Ésta no lo esta, así que, o le abrieron la puerta al asesino o... tenía una llave.
Ante el descubrimiento del sheriff, la oficial se quedo callada, meditando lo que acababa de oír, entonces otro oficial se aparece, bajando las escaleras, unos pasos al frente de donde estaba el sheriff y la oficial, es el cadete Smith, un joven de unos veintitantos, nuevo en el cuerpo, obviamente él es el más perplejo con el asesinato, aún así, es un chico entusiasta a la vez que centrado.
-Ya revisamos todo, no hay más pistas o... Nada.
El sheriff frunció el ceño nuevamente, entonces inspeccionó el recibidor de nuevo, y esta vez vio algo, encima de la chimenea de la sala, se acercó y lo confirmo, se trataba de una fotografía familiar mostrando a toda los miembros de la familia, los dos niños, la madre y... El padre, esto hizo pensar a Charlson.
-¿Están seguros de que es todo lo que encontraron?- pregunta Charlson. -Sí señor, es todo.- contesta Smith. -¿Y qué hay del patio, los botes de basura... Algo?
-‎sí señor, todo está cubierto.- Charlson sigue viendo la foto con dudas, Sasha cree discernir qué lo tiene pensando y se acerca a él, cuando lo tiene al lado le dice: -¿Señor? ¿Está pensando lo que creo? Es solo que, conocí un poco al señor Perkins y definitavemente no creo que...- el sheriff la interrumpe.- entiendo lo que quieres decir, pero créeme cuando te digo que no sería la primera vez en la que una persona que parece completamente inocente resulta ser alguien capaz de hacer las cosas más impensables... Incluso matar a su propia familia. Pero antes de hacer tales afirmaciones, tenemos que centrarnos, y sólo tenemos una cosa segura, el señor Richardson está desaparecido, y tenemos que encontrarlo.- Y así el sheriff lo deja en claro, hay un caso abierto en Coldville, un hombre desaparecido y el asesinato a sangre fría de tres personas, una madre de familia y sus dos hijos, quienquiera que haya sido el responsable, cometió un crimen horrendo, pero aunque no tiene pista del responsable, el sheriff David Charlson sabe lo que tiene que hacer, encontrar al hombre en esa fotografía...

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