Capitulo 1

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Anochecía mientras el invierno se anunciaba en el bello pueblo donde pasé todos los años de mi infancia, me encontraba caminando bajo los recién precipitados copos de nieve que caían sobre mi gorro de lana. A cada paso me encontraba más cerca de casa, y el miedo a estar sola, se desvanecía como la titilante luz que deslumbraban las farolas de la acera, quien comenzaba a lucir un tanto diferente por la manta glacial que cubría el pavimento.

Crecí en este pequeño y amigable pueblo, el cual se encuentra un poco alejado de la ciudad; y eso es lo que hace que las personas que lleguen aquí, sientan el ambiente tan hogareño y otoñal, aunque se esté en invierno.

Mis brazos se sentían como una balanza en desequilibrio, pues las bolsas que traía en estos no eran para nada ligeras. Una de ellas se rompió, y la docena de limones que había comprado se deslizó desenfrenadamente hacia la carretera.

La calle estaba sola, y ya casi se apagaban las luces de las farolas, así que rápidamente solté las bolsas a la orilla de la acera e insensata me decidí a ir por aquellos limones rebeldes. Me apoyé en mis rodillas y comencé a recogerlos y guardarlos en los bolsillos de mi suéter; de pronto escuché una música lejana, y sentí como el pavimento se estremecía minuciosamente, levanté mi rostro, fijé la mirada y presté atención a la oscuridad difusa de la carretera, cuando divisé dos luces; era un carro, me reincorporé del suelo fugazmente, y de pronto, escuché el claxon, quedé petrificada ante el impacto de aquella monstruosa máquina sobre mi pequeño y débil cuerpo.

Tal vez fue el impacto, pero creo haber flotado unos cuantos metros sobre la carretera, pues luego choqué contra el piso. Sentí un dolor inexplicable en mi pierna y cabeza, todo a mi alrededor parecía volverse cada vez más oscuro mientras escuchaba su voz:

-¿Señorita se encuentra bien?- hizo una pausa mientras escuchaba mis gemidos agonizantes y observaba lágrimas deslizarse por mis mejillas- Ay por Dios, cuanto lo siento- se agachó frente a mí y me tomó entre sus brazos- descuide, la llevaré al hospital más cercano- y dicho esto, todo mi alrededor se sumergió en una infinita oscuridad.

Abrí mis ojos lentamente, y de inmediato sentí como en mi cuerpo abundaba un dolor dormido, como un monstruo que en cualquier momento despertaría para agobiarme. Parpadeé un par de veces para mis pupilas se adaptaran a la iluminación; observé el lugar en el que me encontraba mientras me incorporaba en la cama. Mi madrina esta recostada en una silla con una hermosa manta marrón sobre su cuerpo, pero de la nada, el monstruo despertó y una punzada amenazó en mi pierna derecha, por lo que salió un pequeño e inaudible quejido de mi boca; al fijarme en aquel inquietante dolor, descubrí que mi extremidad estaba enyesada:

-¡Oh mi Dios!- exclamé al sentir como el dolor se intensificaba.

-Sam- susurró mi madrina desde su asiento mientras despertaba, sus ojos se tornaron acuosos y una lágrima se escapó de ellos- gracias a Dios despertaste- dijo y rápidamente me abrazó.

-yo... ¿qué fue lo que pasó?, ¿Dónde estoy?- pregunté mientras negaba con mi cabeza, tal vez eso ayudaría a que el dolor y el mareo que sentía se fueran, pero no sirvió de mucho, así que pregunté un tanto confundida- ¿Cuánto tiempo llevo aquí?

-el suficiente para preocuparme, el necesario para que tu cuerpo asimilara el impacto, pero no mucho para que yo perdiera la Fé- dijo mientras tomaba mi mano, pero eso me desconcertó aún más

-¿de qué impacto hablas?- pregunté, pero fue como si esa frase hubiese desencadenado una ráfaga de imágenes en mi mente.

-¿no lo recuerdas?. Preguntó Natalia, y pude notar cierto temor en su voz

-son solo imágenes borrosas- dije apenada

-desafortunadamente un joven te atropelló, te fracturaste la pierna; mientras preparaba la cena me llamaron del hospital y vine lo más rápido que pude- hizo una pausa- creo que para cuando volvamos, la casa estará en llamas ¿sabes?, No recuerdo si apagué el horno- dijo intentando hacerme sonreír y lo consiguió, porque me estaba carcajeando un poco, pero incluso, reír era doloroso para mi cuerpo.

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