Capitulo 2

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-¿qué se supone que estás haciendo aquí?- pregunté indignada, los ojos de Nick se enfriaron rápidamente mientras posaba su mirada en Jessica- ¿no deberías estar en Harvard con tu fascinante beca?- sus ojos se posaron nuevamente en los míos e intentó acercarse un poco, pero Jessi retrocedió mi silla de ruedas y él se detuvo a medio paso

-ni se te ocurra acercarte un paso más a nosotras o llamaré a la policía- amenazó mi mejor amiga, y aunque su voz se escuchó totalmente gélida, sabía que estaba a punto de colapsar y entrar en pánico

-no te preocupes- dijo el sujeto frente a nosotras mientras retrocedía unos cuantos pasos- no será necesario, tengo muy en claro lo que podría suceder si violo la orden de restricción- afirmó, y su voz sonaba con tanto odio, que llegué a sentir satisfacción por sus sentimientos negativos hacia nosotras.

-muy bien, como tienes muy en claro las consecuencias, te pido que desaparezcas de nuestra vista- hablé de la forma más natural y pasiva-agresiva que pude

-por supuesto- contestó con cierta pizca de burla- pero ya que por tu culpa tiré mi café, hazme el favor de botar el envase por mí- y dicho esto, lanzó el frasco de plástico donde anteriormente estaba el café hacia mis piernas, para luego marcharse a recepción.

-vamos al baño por favor- dijo mi mejor amiga y yo solo asentí

El camino hacia al baño por los largos pasillos del hospital parecía interminable, pero cuando por fin entramos, Jessica comenzó a llorar desesperadamente y yo sabía que no eran lágrimas de tristeza, o culpa, pues luego comenzó a golpear la pared con sus puños:

-¡lo odio, lo odio, lo odio!- dijo mientras estrellaba su cabeza fuertemente contra la pared y gemía entre el su llanto, así que lentamente me acerqué a ella en mi silla de ruedas y puse mi mano en su espalda, eso pareció calmarla un poco, así que comencé a subir y bajar mi mano sobre su espalda

-no te preocupes, todo estará bien- hice una pausa mientras ella se tumbaba lentamente en el piso, pasé mi mano hacia su hombro, ya que estaba a mi altura y proseguí a hablar- superarás esto, yo sé que sí, pelearé contigo... jamás volverá a ponerte una mano encima- dije mientras su llanto cesaba un poco

-¡lo sé Samantha! ¡lo sé! ¡maldición!- gritó y pude notar como un peso se iba de ella en ese grito.

-ven- dije mientras tomaba sus manos para que se levantara- lávate las manos, tienes un poco se sangre- ella asintió e hizo lo que le dije- ahora cubre tu rostro con el agua, deja que ella se lleve tus lágrimas y tus penas- Jessica lavó su cara y luego se secó con una toalla de papel y se volteó hacia mí- ¿estás mejor?- pregunté con cierto temor de su respuesta

-eso creo- hizo una breve pausa- veré a mi terapeuta en la tarde, eso me ayudará- asentí con la cabeza y le dediqué una sonrisa tranquilizadora. Eso era lo que más amaba de mi mejor amiga, ella sabía cuándo necesitaba ayuda y no dudaba en buscarla- ahora, toma- dijo ofreciéndome unas toallas de papel húmedas- seca tus piernas, iré en busca de tu madrina para ver si tiene una falda o algo para que te cambies- asentí lentamente mientras ella salía del baño.

Necesitaba hablar con Jessica, sabía que, aunque aparentara ser fuerte, por dentro se estaba desmoronando y que en estos momentos era tan frágil y vulnerable como una pequeña estatuilla de cristal.

Terminé de secar mis piernas, y Jessi llegó justo a tiempo con un sencillo y hermoso vestido. Con ayuda de mi mejor amiga me cambié de ropa, y luego nos dispusimos a salir de aquel lugar. Mientras Jessi me llevaba en la silla de ruedas, Natalia estacionó su camioneta frente a la entrada del hospital y estaba esperándonos junto al capó del coche:

-ven querida, te ayudaré a subir al auto- dijo mi madrina mientras rodeaba mi cintura con su brazo para llevarme al asiento trasero del auto- espero que no te moleste Samantha, pero llevaremos un acompañante- dijo y me fijé en el asiento del copiloto.

-debes estar bromeando- expresé sorprendida y un poco furiosa- ¿por qué lo traes a él? Que se devuelva a su casa con el auto que me arrolló- espeté y hubo un silencio por parte de todos los presentes

-incomodo- canturreó Jessica, así que se fue a doblar la silla de ruedas para echarla en el baúl del auto

-Sam, te pido por favor que te comportes- anunció mi madrina mientras me ofrecía su mirada llena de seriedad- llevaremos a Dereck a su apartamento y fin de la discusión- sentenció ella de forma impotente

-claro, entiendo, pero aún me queda la duda del ¿por qué haremos eso?- dije más calmada mientras Jessi se sentaba a mi lado

-pues verás Sammi- dijo irónico Dereck- cuando te traje al hospital, estaba muy apurado para que te atendieran los doctores y no me di cuenta que había dejado las llaves del auto dentro del auto- explicó- además, mi coche se quedó sin gasolina, y para complementar un neumático se pinchó- dijo sarcástico

-muy bien, genio- dije con acentuando la palabra "genio"- como estabas tan preocupado por mi salud que no te diste cuenta de la estupidez que cometiste- respiré y proseguí- de casualidad ¿traes las llaves de tu apartamento o también las dejaste dentro de tu auto?- dije y él se consternó ante tal pregunta, me miró con cierto asombro en su rostro y luego se dirigió a mi madrina un tanto avergonzado

-yo... no me había percatado de eso

-no es ninguna novedad para alguien aquí que seas tan descuidado- dije victoriosa y mi madrina me dedicó una vez más su mirada furiosa

-no te preocupes Dereck, puedes quedarte esta noche con nosotras, haré lasaña para la cena, y podrás descansar en el cuarto de huéspedes- ofreció mi madrina

-no sé si me gustaría molestar más Natalia

-está decido, pasarás la noche con nosotras y no se discute- dijo mi madrina- ahora todos vámonos a casa.

Gran parte del trayecto a casa, Dereck se la pasó dedicándome muecas por el espejo retrovisor de la camioneta, yo solo rodaba mis ojos y conversaba con Jessica:

-cuando lleguemos me gustaría hablar contigo- dije y ella asintió con la cabeza- entiendo si quieres estar sola, pero no quiero que pase lo mismo que sucedió la noche en que...

-no necesito que me lo recuerdes Samantha- respiró- por ahora solo déjame pensar, hablaremos cuando lleguemos a tu casa, como tu sugeriste- dijo y comenzó a observar el verde paisaje que atravesaba los vidrios del coche en movimiento.

Al llegar a casa Jessica me ayudó a bajar del auto, me senté en la silla de ruedas y ella me condujo hasta la adorable casa en la que he vivido desde que tengo memoria. La puerta de mármol me dio una cálida bienvenida mientras Natalia la abría para permitirme el paso¸ la blancura de las paredes resplandecía por todo el lugar, sin el más leve rasguño, me daba una sensación de apacible serenidad y paz interior que tanto anhelaba desde que desperté de aquel accidente:

-de acuerdo, prepararé la lasaña- dijo mi madrina interrumpiendo la tranquilidad que disfrutaba sentir al estar nuevamente en casa- mientras tanto, ve a ducharte- ordenó en un ligero tono de voz

-está bien, pero primero subiré a mi habitación para hablar con Jessi...

Encontrando Tu RecuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora