👤Paredes Blancas🎶

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---¡Ayúdenme por favor! Grito a todo pulmón.
---¡Déjenme salir! ¡O juro que los mataré cuando salga de éste lugar!

Doy vueltas por la habitación, desesperada, con el cinturón para locos. Pero yo no estoy loca.
No lo estoy. Todo es una confusión y no debería de estar aquí.
Es una completa y estúpida confusión, a cualquier precio tengo que salir de aquí, ahora, me muevo frenéticamente con gran velocidad viendo a cada paso las mismas paredes blancas, me tiro en el suelo rendida tratando de safarme los brazos de ésta tela demasiado ajustada. Solo quiero desaparecer por completo, salir a la intemperie y correr, quiero a Brandon cercas de mi, lo quiero...

Recuerdo como fue la escena de sangre en mi habitación, como Brandon agonizaba lentamente, como era despojado de su vida y como se iba con el tiempo muerto, después vienen los agentes del FBI a acorralarme, tratando de escapar por el patio trasero dónde estaba el jardín. Como llegué siendo obligada por unos hombres de blanco.
Todo se teñía rojo, la habitación era roja como las luces de la cabaña, rojo como mis recuerdos, unos cuantos parpadeos prevalecían al unísono de los zumbidos que causaba el temible silencio de la enorme habitación, solo había baños de sangre y carne putrefacta como en la cabaña y me puse pie para admirar la fosa. Era igual, como un refugio, un refugio estremecedor en cuanto lo que escondía aquel lugar, un lugar en el que no cualquier ser podía vivir a la deriva de la soledad y la locura.

Estaba cansada y mis ojos se apagaban de un sentón, caí ferozmente en el acolchonado suelo blanco de tercio pelo.

Desperté de un sueño en el que me veía como una niña y como era arrebatada de su niñez sin piedad, sin ninguna pizca de felicidad que quedara en mi padre, sin ningún trozo de pequeña felicidad que hiciera esbozar una sonrisa, solo oscuridad. Abrí los ojos y vi un plato de comida en la puerta, estaba algo aturdida y probablemente un hombre vestido de blanco vino para aplicarme un tipo de sedante porque me encontraba mareada y cansada, me quedé viendo el plato de comida y pude ver como mis brazos estaban liberados de esa prenda blanca tan incómoda, mis manos estaban sucias y llenas de raspones por la persecución a muerte en mi casa, me dirigí a la puerta y era un plato con cuatro divisiones, una división parecía contener un tipo de espagueti, en la otra división había una gelatina y en las que quedaban había pollo y unos cuantos pedazos de brocoli... además de un vaso metálico con agua natural, me a balance sobre el plato y tomé una persona pieza de pollo dándome atracones, mis manos estaban sucias y tomé el espagueti y me di un segundo atracón con las manos, tenía mucha hambre.
Tomé la gelatina que estaba del tamaño de un cubo de rubic y le di una mordida.
Pero un cosquilleo llenó mi pelvis y mi respiración se comenzaba a entrecortar con gran velocidad. Me bajé los pantalones blancos que traía y quedé desnuda dejando al descubierto mi vagina y que alguien de los vigilantes quizá me estaba observando con las cámaras que se encontraba en la habitación pero no me importó y comencé a masturbarme, introduje mis dedos en mi sexo y gemi. Me movía rápidamente el clitoris sin parar, tomé el pedazo de gelatina que por cierto estaba fría y me la pasé por la vagina ahogando un grito, la gelatina chocaba con mi sexo y yo estaba inmóvil.
De un golpe, introduje la gelatina en mi haciéndose trizas y mi humedad era impredecible, solté un grito y quedé tendida en el suelo. Después de unos minutos me subí el pantalón que quedó manchado de verde por la gelatina, de todos modos fue una gran sensación. Pero la puerta se abrió haciendo un ruido de desbloqueo y dos hombres entraron en acción, me tomaron de la brazos y me sacaron de esa habitación llevándome a un pasillo a rastras y yo solo visualizada a las personas que estaban en distintas partes del recinto. Me llevaron a otra puerta y me tiraron al suelo dejándome caer boca abajo, se pusieron sobre mi y me colocaron el cinturón, nuevamente me levantaron y entramos a un cuarto en el que un solo se encontraba una mesa y dos sillas, en una de las sillas estaba una mujer rubia de aproximadamente de 50 años, muy elegante y no me puso la mirada encima, solo tenia la cabeza gacha y me sentaron en la otra silla.
Comencé a ver a la mujer a su rostro y solo se veía triste y desconsolada.
Los dos hombres de blanco se quedaron a los lados opuestos de nosotros.
La mujer con lágrimas en los ojos me volteó a ver y yo también le mantuve la mirada, al otro lado había una ventana donde los agentes podían escuchar las conversaciones que mantenían los agentes con los criminales y como supuse que había bocinas que transmitían grabaciones me atreví a preguntar:

---¿Quien es ella. .-dije.
---¿Conoces a Cony?.- una voz gruesa salió de una bocina.
Me comencé a confundir porque Cony ya estaba muerto, y yo lo maté.
---Hola Sam. La mujer respingó.
---¿Quién usted? Con una actitud sin ganas le pregunté.
---Soy Elena Dickenson. La mamá de Cony.


Canción OscuraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora