Sunblack estaba comiéndome poco a poco. Era una sensación de terror y algo en el pecho que se contraia, perdiendo la noción del tiempo iba, sin escala, sin agonía y en un respiro todo se desvanecía, como la boca de un lobo devoraba mis pupilas.
En ese momento me di cuenta de que el miedo es algo sin salida, que te come cada día, dejando un vacío con secuelas en letanía. Mi cuerpo estaba tendido en algo blando y frío. Como una sensación muerta.
Tal vez estaba muerta, tal vez ya lo estaba desde que me ocurrió esto. Y supe no podía detenerlo porque yo era el lobo en realidad. Si así es. Soy el lobo y no te diste cuenta cuando inició está historia mórbida y cruda, pero no quiero adelantarme porque todo se perdería. Mejor siéntate cómodamente y mantiene tus pupilas fijadas en este libro porque es inevitable parar de leer cuando ya estás muerto.
Abrí los ojos y una luz tenue invadía mi cuerpo, era muy fuerte que me caía lentamente a raíz del incandescente destello, a su vez que quebrantada todos las capas que tapaban mis sentidos. Estaba desnuda a la vista de la pequeña habitación de la cabaña. En ese momento me di cuenta de que me encontraba justo en la camilla dónde se encontraba el niño agonizante y me cerebro danzó bruscamente en busca de una respuesta pero lo único que llego fugazmente a mi cabeza era que tenía que huir de esta casucha infernal. Las palmas de mis manos literalmente tenían yagas atravezadas por clavos.
Me levanté y la puerta de la habitación estaba cerrada con candado, un candado de titanio irrompible. La puerta trasera de la habitación donde salió el hombre cuando entré a la habitación estaba abierta y decidí entrar sigilosamente.
La sombra de mi cuerpo estaba vagando como un espectro desesperado y miedoso, pero los fantasmas no temen a nada porque están vacíos por dentro. Y si así estaba yo ya quería rendirme y morir. Entre a la pequeña puerta de madera desgastada y había otra luz roja, bañando la habitación. En aquella habitación había fotos de niños en la pared, niños con expresiones faciales oscuras y felices y que no sabían que iban a morir. Los cuatro niños que habían muerto en el otro lado de la cueva estaban plasmados en aquella pared, marcados con una X. Eso significaba que estaban muertos. Una sensación de llanto cruzó por mi garganta y creó un nudo apunto de estallar elevándose hasta las retinas de mis ojos pero me contuve y me di cuenta de que no sólo estaban las cuatro fotografías de esos niños. La habitación estaba llena de fotos de niños.
Muchos niños destinados a morir. Niños que iban a ser masacrados de la forma más cruel. El miedo que sentía derrepente se desvaneció de mi.
Esbozo una sonrisa, mostrando una dureza impenetrable. La puerta principal de la cabaña retumbó al escuchar que se abría y supe que Sunblack venía hacia mi. Por inercia reparé y me escabullo hacia la camilla para acostarme de nuevo.
La puerta de la habitación se abrió dejando caer el candado y la cadena de titanio y el hombre entró, estaba tendida en aquella cama desnuda y dejando al descubierto mis partes íntimas. El hombre me fulmina con sus ojos oscuros y se dirige hacia mi. Mi cuerpo se tensa y me paralizó al ver que estrella sus manos para tomarme de el cuello, me aprieta y ahogo un grito mientras las lágrimas bajan por mis pómulos hasta sentir que impactan contra sus manos.
Se detiene.
-Te quiero matar. Respinga.
-¿Por qué? Siseo.
-Quiero saciarme de ti gorda.
-¡No! Grito
-Si. Esboza una sonrisa malévola.
Lloro y pido piedad. Me da una bofetada en la cara y gimo.
Me rindo completamente y le pido piedad.
-¡No me mates! Grito.
-¿Por qué? Estúpidamente responde.
-Quiero ser parte de tu juego. Quiero sentir que significa asesinar. Mi inconsciente respinga "ten cuidado si no te quieres quemar más".
Me ve estupefacto como si le hubiera dicho una broma.
-¿De verdad? Me inquiere.
-Si pero no me lastimes por favor. Digo.
-¿Por qué quieres hacerlo? Me dice.
-Siento curiosidad por eso. Curiosidad. Le digo.
-Entonces estarás conmigo cuando te necesite. Responde inquietante.
-Si. Le digo con temor.
-Tengo muchos niños que someter. Me dice.
-¿Por qué haces esto? Digo.
-No lo sé. Es algo complicado. Solo te puedo decir que es una necesidad. Para darme placer. Dice.
-Estás enfermo. Digo.
-Tal vez pero es algo que me gusta estúpida. Me respinga con dureza. Dices que estoy enfermo y quieres unirte a mi. Que estúpida. Dice
-Tal vez lo estés pero solo quiero probar esa sensación. Digo
-Bien. Puedo confiar en ti si me demuestras lo que eres capaz de hacer. Dice.
-Que tengo que hacer. Digo.
Asesinar a un niño.
Mi cuerpo se tensa y me quedo en blanco.
En ese momento fue cuando me convertí en un lobo, porque no quería ser más una oveja.
Recuerdas cuando iba a la escuela e iba hablando con alguien pero no te dije su nombre. Te voy al dar una pista. Te dije que estaba enfadada de todo y no quería ir a la escuela. ¿Otra pista?
Cuando estaba recostada sobre mi cama y una canción apareció en mi cerebro.
Te dije lo que era capaz de hacer.
Esa mañana cuando iba a a la escuela estaba conversando con Sun Black. Si. Con él pero no te dije su nombre porque quería que resolvieras quien estuvo involucrada en los cuatro asesinatos de los niños. Fui yo. Yo maté a uno de los cuatro niños. El día anterior fue cuando ocurrió la caída y el incendio en el bosque. Esa misma madrugada asesine a uno de los niños, por eso estaba muy rara la mañana de ese 12 de febrero. El 11 fue cuando se incendió el bosque y cuando me caí y decidí ser otra persona que jamás imaginaste.
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Canción Oscura
Mystery / ThrillerA veces la felicidad no está presente cuando tus perversiones y placeres más oscuros son más fuertes que tú. Samanta Palafox se ve envuelta en un mar de oscuridades en el que trata de salvar su última pizca de felicidad pero, en realidad, se trata d...