Hasta relajada y tranquila me enseñas. Conozco de ti esa esencia que desprendiste años atrás, esa que a veces olvido porque te ato a mis deseos, esa que duerme dentro de ti y que tanto me gusta.
***
Llegaron al restaurante del hotel y un camarero de rasgos isleños les dirigió a una bonita mesa en una de las terrazas. Desde ahí podía ver la playa, el pequeño chiringuito iluminado por una intensa luz de neón azul y varios jóvenes tomando ya las primeras copas de lo que prometía ser una noche animada. Olía a mar... Hyeyeon adoraba aquella brisa. Yoongi estaba guapísimo... Había cambiado los trajes sobrios que habitualmente llevaba por pantalones vaqueros, alguno de lino que le remarcaba el color de su piel y camisas que revoloteaban haciendo que, de vez en cuando, aquel abdomen tan apetitoso asomara tímidamente.
—Vale, a ver qué hay en la carta.
¿Era eso a lo que se refería cuando le decía que aún no conocía su parte más humana? ¿Cuánto tiempo llevaba sin verla? Desde el principio.
—Tienes... —Yoongi frunció el ceño—. Tienes pescado bueno... No sé si aquí es de temporada pero...
Dejó de escucharlo por momentos. Lo miraba como si fuera la primera vez en su vida que se sentaba a una mesa con él.
—Hyeyeon, ¿me estás escuchando?
—¿Eh? Sí, sí... Tomaré pescado, sí.
«Te quiero tanto.»
—Hyeyeon.
—Sí, pescado.
—¡Hyeyeon!
Volvió a la realidad y sonrió. El camarero estaba de pie con cara de circunstancias y la libretita de anotaciones en la mano, esperando pacientemente a que ella volviera de su mundo paralelo y se decidiera.
—Lubina —dijo al fin—, a la plancha, por favor.
—Yo, entrecot. —Cerró la carta y observó a Hyeyeon—. ¿Se puede saber dónde estás?
—Perdona, me he distraído.
Yoongi miró al techo y resopló.
—¿Relajada?
—Mucho.
Dio un trago al vino blanco que acababan de servirle en la copa y se secó los labios con la servilleta.
—Me resulta raro estar así contigo. Ni cuando has estado más relajado te he visto...
—Es la primera vez que nos vamos solos a algún sitio. Ya te dije que no todo era igual, que había cosas de mí que no conocías.
Estaba segura de que ni siquiera él conocía hasta qué punto podía ser humano y feliz. La miró e hizo una mueca cómica.
—Será que no tengo a Taehyung enganchado a mi oreja, a Jimin reclamando atención, a Namjoon queriendo dejar embarazadas a sus mujeres y... —Se quedó pensativo unos momentos y apoyó el mentón sobre una mano— Soomin...
—¿Has hablado con ella?
—No. No sé si quiero hacerlo.
—Te preocupa mucho, ¿verdad?
Yoongi sonrió y movió la cabeza.
—Todos me preocupan.
—Seokjin la hará feliz.
—Bebe y come. Estás bajando de peso y no quiero que se te lleve el viento.
Hyeyeon sonrió y se encogió de hombros.
—¿Qué llevas debajo del vestido?
La miró y frunció el ceño.
—La ropa interior...
Se dio cuenta del detalle y abrió los ojos como platos.
—Eso era un tema que creí tener zanjado contigo, querida.
—Oh, Yoongi, mi vestido es algo transparente, no creí que...
—Dámelas.
Alargó la mano y sonrió.
—¿Aquí?—preguntó ella tragando saliva.
—Ahora.
Hyeyeon miró a su alrededor: dos mesas, seis personas, otras dos mesas varios metros más allá. Detrás de ella, tras una cristalera, el restaurante lleno.
—Por Dios, me van a ver.
Yoongi inclinó la cabeza y arqueó una ceja. Hyeyeon se puso nerviosa y deslizó los dedos por las caderas intentando disimular, dando leves saltitos en la silla mientras tosía y se afanaba en acabar aquel tormento.
—Joder —chasqueó la lengua—. No puedo...
Yoongi alargó más la mano sobre el mantel y deslizó con los dedos el cuchillo de la carne.
—Se inteligente, princesa... Corta.
Ella cogió el cuchillo, miró a su alrededor y cortó con torpeza la tira de las bragas por ambos lados. Tiró de la tela, hizo una bola con las bragas y la puso sobre la mesa con el puño cerrado.
—No fue tan difícil, ¿no?
—Por Dios... qué calor tengo ahora mismo de los nervios. Esto es bochornoso, Yoongi, la gente nos va a ver.
—Bebe.
Seguía con la mano cerrada y las bragas en ella.
—¿No las vas a coger? —preguntó desesperada.
—No tengo prisa —contestó—. ¿Te duelen los piercings?
Tosió y se movió algo nerviosa. Sintió el frío de la silla en su sexo y con la mano libre intentó bajar sin éxito el vestido.
—El de abajo me resquema un poco de vez en cuando. El del pecho no tanto.
—Bien.
Estiró el brazo, cogió su mano y la abrió con delicadeza. Hyeyeon se dio cuenta en ese mismo momento de que una pareja que comía cerca observaba con curiosidad lo que hacían.
—Te quiero sin esto todas las vacaciones —continuó él—. ¿Me has entendido?
—Por el amor de Dios, ¡guárdalas! Nos están mirando.
Yoongi mantenía las braguitas colgando del dedo balanceándose sobre la mesa. Hizo una especie de ronroneo y las metió en el bolsillo de la camisa. Hyeyeon no sabía dónde meterse. Miró a ambos lados de la terraza y sintió el calor emerger en las mejillas, cuando dos de los camareros que atendían las mesas más próximas casi tiraron sus bandejas por mirar a Yoongi.
—No te preocupes tanto por la gente, princesa. Con lo que pagamos en este hotel creo que podrías bailar desnuda en mitad de la recepción y nadie te diría nada. —Se rio y dio un sorbo a su copa de vino.
—Oh, Yoongi...—dijo ruborizada.
—Bebe —insistió él.
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Surrendered » Min Yoongi; BTS
Fanfiction"Saborea lo dulce de una verdadera venganza" ↠Tercera parte de Revenge -ALTO CONTENIDO SEXUAL -CONTENIDO VIOLENTO -LENGUAJE VULGAR