5 - Cosas cotidianas

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Hasta yo me sorprendo de lo que siento...

***

Nunca, en todo el tiempo que llevaba a su lado, lo había oído reír. No de la forma que lo oyó aquella noche, no como reía cuando se juntaba con Jimin en la cocina y charlaban animadamente, ni cuando Taehyung decía una tontería que resultaba graciosa para cualquiera. Por eso, cuando oyó aquella risa, se extrañó tanto que salió del baño creyendo que el sonido venía de fuera. Y lo vio, sentado en la cama con un enorme almohadón en la espalda, la sábana tapándolo hasta la cintura y el mando de la televisión en la mano. Se quedó petrificada en mitad del pasillo sin pestañear. ¡Qué irónico! Era una imagen sin importancia para cualquier persona, menos para ella. Yoongi soltó una carcajada y se frotó los ojos. El aire le faltaba, no se atrevió a moverse por no romper el momento tan delicioso y se quedó observándolo hasta que él ladeó la cabeza y la vio plantada como una estatua en mitad del pasillo.

—¿Qué haces ahí? —Volvió a mirar la pantalla, frunció el ceño y la observó otra vez.

—Te reías —lo dijo tan suavemente que apenas la salió un hilo de voz—. Es raro.

Yoongi se encogió de hombros algo incómodo y carraspeó.

—Me hacía gracia —dijo—. El programa ese que... Hacía tiempo que no veía la televisión. —Arrugó el entrecejo y luego abrió los ojos—. ¿Vas a quedarte mucho tiempo ahí parada o vienes a la cama?

—Sí, voy.

Yoongi levantó el brazo y la apuntó con el mando.

—¿Así?

—Así, ¿cómo? —Se miró desorientada y luego volvió a mirarlo.

—Con ese camisón —dijo negando con la cabeza—. Fuera.

Hyeyeon se quitó la ropa y avanzó hacia la cama.

—No, espera. —La observó de arriba abajo e inclinó la cabeza—. Todavía te cohíbes. No te tapes, princesa.

Se sentía algo violenta en mitad del pasillo totalmente desnuda. Yoongi se colocó de lado y apoyó la mano en la cabeza.

—¿Cuántas veces te he visto desnuda, Hyeyeon?

—Sigue siendo igual de violento cuando...

—Contesta.

Respiró profundamente, bajó los brazos y apretó los labios.

—Muchas, pero hay... hay mucha luz, para una mujer, por muy segura de sí misma que esté, siempre es algo violento...

La examinaba tan directamente que no pudo seguir hablando. Otra vez volvía a hacerlo. Pasaba de reír como un niño a cambiar el curso de todo lo que podría suceder aquella noche en tan solo una fracción de segundo. Se destapó y salió de la cama imponente. Caminó desnudo hacia ella sin dejar de mirarla hasta que se detuvo a tan solo dos centímetros de su cuerpo.

—Con todo lo que has pasado...

—Tú me cohíbes.

—Y la intimidad... —Apenas la rozó. La observaba fijamente mientras ella intentaba mantenerle la mirada a duras penas—. Sin presión es más difícil; verdad, ¿Hyeyeon?

Tragó saliva y llenó los pulmones de aire. Yoongi alargó la mano y, dándole a uno de los interruptores, encendió otra de las luces del pasillo.

—Las órdenes directas hacen la vida más cómoda; no tienes que pensar, no existe mucho espacio entre los acontecimientos.

Volvió a estirar el brazo y activó un segundo interruptor. Lo que antes parecía luminoso ahora era como un festival de focos sobre la cabeza de Hyeyeon, y empezó a sentir las mariposas revoloteando por su vientre de tal manera que inconscientemente sujetó su brazo cuando se disponía a activar el último.

—Oh... ni se te ocurra —le susurró sin dejar de mirarla—. Baja la mano, princesa.

—Yoongi...

El «clic» activó el último foco y la habitación parecía un campo de futbol en mitad de la noche. Yoongi mantenía su semblante serio y no dejaba de escrutar sus gestos.

—Uno debe enfrentarse a sus miedos. —Sonrió y se dio la vuelta.

Caminó en dirección a la cama y, muy lentamente, volvió a meterse en ella, colocando con elegancia la sábana y el almohadón—. A gatas.

—¿Cómo?

—A gatas.

Hyeyeon se agachó y avanzó hacia la cama moviendo el trasero de un lado a otro. La cuestión ahora era qué debía hacer. Yoongi la miraba con curiosidad. Ella inclinó la cabeza y divisó una pequeña cesta de frutas que el servicio había colocado en las mesitas. Cogió una manzana verde y la mordió.

—Si vas tan despacio estaremos así hasta mañana —dijo con la boca llena.

—Por Dios.... —susurró llegando a los pies de la cama.

—Trepa... como un gato...—dio un mordisco a su manzana y la observó de rodillas en lo alto de la cama con el pelo cubriendo sus pechos y la respiración acelerada—. ¿Quieres? —preguntó. Ahora parecía más animado. Alargó la mano y le acercó la fruta—. Está ácida, son las más ricas.

—Nunca sé por dónde me vas salir...

Yoongi guiñó un ojo y le entregó la fruta, mientras cogía otra manzana de la cesta.

—Si no te aburrirías... Vamos, métete en la cama. —Entrecerró los ojos y miró al pasillo—. Y apaga las luces, es increíble la cantidad de focos que tienen estas suites... De tu lado está el general, creo que las apaga todas.

Suspiró nerviosa, apagó las luces y dio un mordisco a la manzana. Se metió en la cama apresuradamente y se colocó el almohadón en la cabeza.

—Mira —dijo, subiendo el volumen de la televisión—. Son muy graciosos, nunca había visto estos programas. —Soltó una carcajada y mordió la manzana—. Qué tremendo.

Lo miró alucinada y se acurrucó a su lado. Él no dejaba de reír. Disfrutaba como un niño pequeño de aquel programa de televisión.

—Y no se te ocurra dormirte. Todavía tengo que atarte al cabecero de la cama... 


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Surrendered » Min Yoongi; BTSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora