Las casualidades no existen

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  Como todos los fines de semana, Ryeowook salió de su casa temprano para poder llegar a tiempo al acuario y poder ver el espectáculo de los delfines.

  Ryeowook vivía con sus tíos, quienes no se interesaban mucho por él porque ya tenían demasiado con sus propios hijos, es decir sus primos, los cuales eran tres. Él era el mayor de todos los chicos que vivían en la casa, porque su primo más grande, apenas tenía ocho años.

  La casa en sí, era un infierno y Ryeowook odiaba vivir allí. Sus primos gritaban todo el tiempo y eran caprichosos como ellos solos. Siempre que querían algo, sus padres se lo compraban, mientras que Wook tenía que trabajar para poder pagarse lo que él quisiera. Claro está, de lo único que se ocupaban sus tíos era de las cuotas del colegio, de la comida y de que tuviera un techo donde dormir, pero de ahí en adelante se dejaba de contar.

  Cuando llegó al acuario se sorprendió de la cantidad de gente que había haciendo cola para poder ingresar. Hizo la fila y esperó pacientemente hasta que su turno de comprar la entrada llegó. La compró y luego se puso a recorrer las instalaciones, aunque ya se las sabía de memoria.

  El show de los delfines comenzaba a las once, y aun eran las diez de la mañana, así que con paciencia y tranquilidad, Wook se sentó en un banco para descansar y tomó de la botella de agua que se había llevado, porque en los negocios de allí dentro, todo salía el doble que en cualquier otro lado y él no estaba en la situación económica como para poder gastar tanto dinero. Ya lo hacía para poder ingresar al acuario y ver los diferentes espectáculos.

  Miró hacia todos lados, como la gente iba y venía. Muchos de los que se encontraban allí eran familias y aquello le recordaba su tiempo con sus padres. Ellos sí que lo habían entendido y ayudado cuando todo se ponía feo en sus días. Gracias a ellos se había convertido en el mejor nadador de su colegio, pero que luego de la muerte de sus padres lo había dejado. ¿Por qué? Bueno, pues porque sus padres habían muerto en una tormenta en el mar y aquello lo había destrozado. Culpó al mar por la muerte de sus padres y también al agua y desde ese entonces dejó de nadar, aunque aquello significaba dejar lo que más amaba.

-Lo siento ¿está ocupado este lugar?- le preguntó una voz a su lado sacándolo de sus pensamientos. Se volteó y frente a él encontró a un joven con los cabellos rubios y algo largos. Sus ojos eran de un color avellana extraño, no tan oscuros, pero tampoco tan claros. Es más… dependía de cómo le daba la luz, Ryeowook pensó que aquel chico tenía ojos del color del mar en un día tranquilo.

-N… No- le contestó tímidamente y se corrió un poco para que el chico pudiera sentarse cómodamente.

-¡Estoy muerto!- exclamó para sí mismo y comenzó a abanicarse con la mano- Disculpa- lo llamó y Wook lo miró nuevamente.

-¿Si?

-¿Tienes agua o alguna bebida? Es que no doy más y no tengo el dinero conmigo para comprarme algo para tomar.

-Claro- le dijo abriendo su mochila y sacando de ella el agua que hacía segundos atrás había tomado.

-Gracias- le contestó cuando Wook se la entregó.

  Wook se le quedó mirando como tomaba agua. Cómo parte de su bebida recorría el delgado y hermoso cuello de aquel individuo… ¡Un momento!... Wook frenó todo tipo de pensamiento. ¿Qué era lo que le estaba sucediendo? Su corazón comenzó a latir fuertemente mientras lo seguía contemplando, así que desvió la mirada a otro lado no específico.

-Muchas gracias- le dijo el joven mientras tapaba la botella y se la entregaba nuevamente.

-De… De nada- le contestó tímidamente y tomó la botella de entre las manos del joven sin mirarlo.

Deseos por el mar [TERMINADA] {YeWook}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora