V. Las Indias

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Las Indias

Querido amigo:

Es el año 1492, han pasado alguno meses desde que hemos colonizado las Indias, las riquezas de esas tierras seguían llegando al palacio, la noticia de que fue idea mía, ha recorrida España, el rey sigue sin querer darme el mérito a pesar de todos los nobles me elogian por la "brillante" y magnífica idea de mezclar culturas, todos se ríen de mi cuando les explico que la colonización fue con motivos políticos, para intercambiar cultura, conocimiento y riquezas, mi padre sonríe burlón hacia mí.

He recibido una carta del Fray Bartolomé de las Casas, mi enviado, a quien he confiado me informe de cada movimiento de la corona española en las Indias, ha llegado demasiado tarde.

Todos susurran a mis espaldas en la corte, los nobles pasan de mis órdenes, el rey ha enfermado; no es sino hasta una noche cuando disfruto la compañía de mi amante tratando de olvidar todo por un rato, que me confiesa con burlas como el rey ha acabado con la vida de miles de personas de las Indias, como sus riquezas les han sido arrebatadas, como sus mujeres son abusadas y sus hombres explotados.

El ansia temeraria e irracional de los que tienen por nada, indebidamente derramar tal cantidad de sangre, matando mil cuentos de gentes, matando y torturando tal cantidad de ánimas.

Colérico y asqueado, la aparto lo más delicadamente que la ira me permite, no tengo porque enojarme con ella, solo es una compañía que ha traído consigo malas noticias sin querer.

Me visto rápidamente, me encargo de interrumpir una reunión del rey con sus nobles, sus aposentos fueron acondicionados a mantener este tipo de encuentros oficiales de la corona, en susurros coléricos les pido se marchen, no es sino hasta que el rey los despacha, que se marchan.

Dos horas, dos horas he estado metido aquí, con el peso de una idea llevada a cabo de la forma contraria a como fue pensada, con el peso de la corona en mis hombros y una nación que espera, precisamente, esto, de mí.

Las palabras pueden contener una gran crueldad al ser dichas de otra manera.

El rey ha muerto, la corona ha pasado a mis manos, y mientras la recibo con falsas alegrías, las Indias son explotadas cada segundo, es cuando al fin estoy sentado aquí, que mis actos me carcomen lentamente.

El relato de la estadía del Fray Bartolomé, al fin está en mis manos, confirmando detalladamente como mi intento de colonización termino en conquista, la cual no se podía conceder sin violación de la ley natural y divina, y por consiguiente, gravísimos pecados mortales, dignos de terribles y eternos suplicios.

48 años han pasado de mi reinado, 49 de la conquista, con esto me despido, querido amigo, mil perdones y que Dios me condene, pues no creo pasar de esta fría noche, el único consuelo que me queda es que me iré de esta vida terrenal habiéndome hecho responsable de mis acciones y sabiendo –gracias a ti- que esas gentes jamás perdieron su libertad, pues aunque para el mundo así era, la verdad era esta.

Tu querido príncipe –ahora muerto rey- Felipe.



-P E N G U I N  B L U E


Crónicas de un corazón pensanteWhere stories live. Discover now