Séptimo capítulo.

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La luna se encontraba brillando en lo alto del cielo para el momento en que Yoongi recuperó la consciencia, Jeongguk lo supo en el instante en que el cremoso pecho se contrajo con una profunda inhalación, pero decidió no darle importancia, porque Yoongi probablemente se encontraba demasiado ido, demasiado atrapado en la intensidad del celo para pensar coherentemente. En su lugar, continuó trazando figuras sobre el vientre humedecido del hombre, tarareando una de sus canciones preferidas para distraerse de la intensa necesidad de poner el endurecido miembro de Yoongi en su boca nuevamente y saborear la carne afiebrada.

Dios, él lo deseaba, quería presionar a Yoongi entre sus labios y llevarlo profundamente en su garganta, luego, cuando Yoongi se hubiera vaciado, él trazaría un recorrido con su lengua hacia el saco del hombre, jugueteando con la suave piel hasta que el pene de Yoongi se endureciera nuevamente y luego él pondría sus dedos en-

Jeongguk se congeló.

¿En qué estaba pensando? ¿Era acaso posible que Yoongi le permitiera- que Yoongi lo deseara en su interior? El pecho de Jeongguk se apretó con dolorosa preocupación ante el pensamiento, ¿qué pasaría si su compañero no lo aceptaba, si no le permitía entrar? Atrapando su labio inferior entre los dientes, Jeongguk se repitió a sí mismo que aquello no era importante en ese momento, que aparearse con Yoongi no era algo de lo que debía preocuparse por ahora.

Excepto que sí lo era.

En su interior, su lobo ladró agitado, el pelaje de su lomo crispándose ante el pensamiento de no poder reclamar a su compañero, por supuesto, su lado más primitivo no comprendía por qué no era capaz de poseer a su pareja y Jeongguk no pudo reprimir el gimoteo desesperado que emanó de su garganta. Mierda, ¿por qué todo tenía que ser tan difícil? ¿Por qué no podía haber sido emparejado con un omega? De esa manera él no habría tenido que luchar contra sus instintos y todo hubiera sido tan sencillo-

—J-Jeongguk. —La voz de Yoongi no era más que un susurro, pero fue suficiente para enviar un delicioso estremecimiento a lo largo de su columna.

—Hola —Murmuró, plantando un suave beso sobre uno de los pectorales de Yoongi—, ¿cómo te sientes?

—Caliente, húmedo —Yoongi respondió, lanzando uno de sus brazos lánguidamente sobre la cintura desnuda de Jeongguk—, desesperado.

Jeongguk alzó la mirada inmediatamente, observando el rostro de Yoongi por primera vez en horas; su piel se encontraba enrojecida y perlada de sudor, sus labios hinchados y sus ojos feroces, desenfocados. Él lucía al borde de perder la cordura.

— ¿Qué puedo hacer por ti? —Preguntó, sabiendo que quedaba poco tiempo antes de que Yoongi se volviera una masa incoherente de nuevo.

—N-no lo sé, solo-sólo haz que el dolor desaparezca, Jeongguk, por-por favor. —Yoongi murmuró y Jeongguk quiso golpearse. Dolía, por supuesto que dolía, porque esta era la primera vez que Yoongi pasaba su celo sin un omega que supiera cómo satisfacerlo.
Sintiendo el calor extenderse por su rostro, Jeongguk apartó la mirada, sin saber qué hacer, sin saber cómo actuar.

—Jeongguk —Yoongi llamó—, estás pen-pensando demasiado, solo tócame... tócame cómo lo hiciste antes, por favor, necesito-necesito algo, duele.

Y Jeongguk supo que esa era su oportunidad. Era ahora o nunca.

Con una profunda inhalación, Jeongguk volteó para mirar directamente a los ojos suplicantes de Yoongi—. Yoongi, escucha, sé que queda poco tiempo antes de que tu celo tome el control, pero necesito saber... necesito saber si tú me-me aceptas. —Tartamudeó, temeroso de la reacción que pudiera tener el mayor.

heartache is a cold place ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora