Sexto capítulo.

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El continuo rechinar de los muelles de la cama fue lo que llevó a Jeongguk a un estado de semi-conciencia la mañana siguiente. Con los ojos todavía nublados por el sueño, sus manos se deslizaron sin miramientos sobre las cálidas sábanas para alcanzar el cuerpo de su agitado compañero, fijándolo al colchón con la palma presionada firmemente contra su pecho y Yoongi se estremeció, como si el tacto de Jeongguk sobre su piel afiebrada hiciera estragos en él.

El sueño desapareció del cuerpo del menor inmediatamente después, cuando una sacudida particularmente fuerte hizo que la espalda sudorosa de Yoongi se arqueara lejos de la cama.

— ¿Yoongi? —Jeongguk llamó, estudiando el rostro del pelinegro. Yoongi dormía aún, sus ojos moviéndose frenéticamente tras sus párpados cerrados.

El estómago de Jeongguk se contrajo con preocupación, mientras sus dedos trazaban suaves patrones sobre los duros pectorales de Yoongi. ¿Qué podía hacer él? En todos sus años junto al mayor, jamás había presenciado un comportamiento como ese.

Mordisqueó su labio inferior con nerviosismo, mirando desde el cuerpo tembloroso de Yoongi a la puerta de su habitación y luego nuevamente a Yoongi. ¿Debería pedir ayuda a los demás? Tal vez Seokjin sabría que hacer...

Un alarido entrecortado provino de la garganta de Yoongi y Jeongguk volcó toda su atención en él nuevamente, jadeando al sentir la ardiente erección del contrario entrar en contacto con su muslo desnudo.

Aún inconsciente, el cuerpo de Yoongi pareció reaccionar ante las sensaciones, rotando la cadera y friccionando su miembro contra la piel del contrario como si no pudiera tener suficiente. La respiración de Jeongguk se agitó y su propia hombría comenzó a engrosarse ante el espectáculo que se desarrollaba frente a él; Yoongi, abandonado a la necesidad, moliéndose contra su cuerpo como si no hubiera un mañana. Jeongguk pudo sentir como su sentido común se deslizó por la ventana, dejándole paso al crudo instinto que le ordenaba tomar a su compañero, ese que ahora mismo se retorcía ante el placer y humedecía su piel con el resultado de su excitación.

Inspirando profundamente, Jeongguk se incorporó sobre el colchón, moviéndose rápidamente para sentarse en el abdomen descubierto del pelinegro, su miembro pesado descansando a lo largo del pecho lechoso .

—Yoongi —Jeongguk habló, esperando por una respuesta, un signo que le indicara que Yoongi le escuchaba. Cuando no obtuvo más que silencio, insistió—. Yoongi, por favor despierta. Estoy aquí, estás bien.

Sus manos volaron hacia el rostro del mayor, presionando ambas palmas contra las mejillas sonrosadas e inclinándose más cerca, tanto que pudo sentir la respiración entrecortada del contrario entremezclarse con la suya. Con ojo crítico, estudió el rostro de Yoongi, sintiendo el nudo de tensión en su estómago aflojarse al notar al hombre parpadear con pesadez.

—G-Gguk.

—Sí, Yoongi. Estoy aquí, cariño. —Una oleada de ternura le embargó cuando sintió el cuerpo de Yoongi estremecerse ante su cercanía.

—Gguk... calien-te.

Jeongguk frunció el ceño, acercando su oído hasta los labios de Yoongi—. ¿Qué dices?

—Caliente, Ggukie, mi cuerpo se s-siente demasiado caliente —El pelinegro inspiró profundamente, como si el solo hecho de hablar le produjera un cansancio inimaginable—, d-duele.

Todas las alarmas en la cabeza de Jeongguk se dispararon y su lobo enloqueció, aullando y jadeando hacia la nada, porque su compañero estaba sufriendo y él no podía permitirlo.

— ¿Qué es lo que duele, Yoongi? —Su voz salió acompañada de un gruñido bajo y pudo sentir como su pene se engrosaba aún más, la roma cabeza rezumando pre semen y creando un desastre sobre el pecho de Yoongi.

heartache is a cold place ; kookgiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora