Aclaraciones rápidas* Para mis lectores anteriores, os informo que la historia sigue siendo la misma. Tal vez con algunas pequeñas modificaciones, como modular la extensión de capítulos para facilitar la lectura, y ya está.
*Lo que más intento resaltar de mis relatos son sus mensajes.
*Tanto si os gusta como si no, os invito a pasar por mis otras creaciones. Siempre hay historias que enganchan más que otras :)
Sin más interrupciones, disfrutadla!
Érase una vez, un hombre que tenía muy claro con qué tipo de mujer deseaba casarse. Dado a que no la encontraba por la zona donde vivía, un buen día decidió embarcar su búsqueda por otros lares. De ese modo, se aventuró a recorrer todos los rincones posibles donde pensaba que podía obtener resultados.
La mujer con la que soñaba, la cual era dueña de sus pensamientos día y noche, tenía que cumplir con unas mínimas exigencias. Nada fuera de lo común, no... Solo necesitaba que fuese poseedora de aquello que consideraba imprescindible para su gusto.
Alta, pero no tanto como para sobrepasar su altura, con una melena clara y voluminosa que danzase al caminar. Más clara que el marrón tierra de las cortas ondas que él tenía. Unos ojos grandes de abundantes pestañas que le recordasen al cielo de las mañanas despejadas. Así harían juego con los suyos, que eran de un miel que podían ser como el sol de la escena. Además, deseaba que ella tuviese una nariz menuda, pero atributos generosos y curvas en los lugares correctos de su figura. Ah, y una tez limpia y cuidada que la hiciese ver bella sin necesitar ponerse nada a la cara.
En otras palabras, tenía que ser hermosa. Mientras iba pensando en eso, una piedra impredecible en su camino casi lo hace tropezar, pero fue la maniobra que realizaron sus pies para evitar la caída lo que acabó consiguiendo que se enredasen y lo impulsasen al suelo igualmente... aunque hacia atrás.
—¿Me oye ya? ¡Despierte, por favor!
Esa voz...
Thiago se removió inquieto al escuchar la aguda melodía que llenaba sus oídos de euforia.
—¡Eso es! Intente moverse despacio. ¿Puede abrir los ojos?
Si solo supiera las ansias que albergaba él por hacerlo...
Thiago puso todo su empeño en forzar a sus párpados a levantarse y poder ver la silueta de la dueña de aquella voz tan suave y acogedora. ¿Y si ella fuera...?
Y en cuanto sus ojos vieron la cara detrás de la luz del cielo iluminándola, por fin tuvo una respuesta a sus suposiciones.
—No eres ella —bufó con desgana.
La muchacha lo observó con el ceño fruncido.
—¿A qué se refiere?
Thiago rodó los ojos con petulancia, intentando evitar volver a fijarse en esa piel llena de manchas y demacrada, esa nariz demasiado respingona para su gusto, esos ojos tan oscuros como los mechones desordenados de su pelo que quedaban recogidos en un moño espantoso de anciana, que no le sentaba nada bien, retratando el poco parecido que tenía con la chica de su imaginación.
—No eres quién esperaba que fueses. Tal vez podría haber dudado si tuvieras... —Echó una ojeada a su cuerpo y negó—. En fin, así puedo descartar más rápido.
Pero la muchacha seguía igual de confundida.
—Sigo sin entender lo que quiere decir —respondió con un deje de timidez.
—Que no eres la mujer ideal para mí, fin del tema —reiteró con brusquedad a la vez que intentaba incorporarse—. Eres demasiado fea para serlo.
La muchacha soltó la cabeza que mantenía apoyado en su regazo y esa volvió a golpear el suelo de nuevo.
—¡AU! —chilló como protesta, pero ella se levantó echando humo y sin la más mínima gota de remordimiento.
—La próxima vez cuide más su lengua, ¡desagraciado insolente! Encima que he venido a ayudarlo cuando lo he visto inconsciente y tirado aquí... todavía... todavía tiene la osadía de... de...
—¿De decirte tus verdades a la cara?
—¡Calla!
Thiago suspiró sin dejar de observarla. Si ella se tratase de su mujer ideal, el enfado le sentaría maravillosamente bien. Sonrojaría sus mejillas y le daría un aire desafiante que lo desencajaría por completo. Sin embargo, la que tenía al frente parecía una olla en ebullición con las aletas de la nariz tan abiertas como sus orejas.
—Por lo menos ahora me hablas de tú a tú.
Ella negó, aun consternada.
—No todos tenemos una mala educación tan acentuada.
El tono tan duro con el que lo dijo, multiplicó la intensidad de sus palabras.
—Eso ha dolido —se quejó él.
—¿No te gustaba que te echasen en cara tus verdades?
Y sin avisar, comenzó a andar en línea recta hacia el frente.
—¿A dónde vas?
—A donde tenía que haber ido desde un principio.
Y la muchacha levantó mínimamente la falda gastada de su su vestido ocre, viejo y con mucho volumen para poder andar. Thiago podía entender su dificultad de avanzar rápido, dado a que esa cosa que la envolvía parecía capaz de tumbarla al suelo en cualquier momento.
El moreno analizó su alrededor.
—Pues te acompaño.
Ella se volvió de manera brusca.
—¡No necesito compañía!
Él se encogió de hombros mientras lograba alcanzarla en un par de pasos más.
—Pues te pienso seguir.
—¿Acaso no tienes a dónde ir? —Thiago sonrió en respuesta y ella frunció el ceño—. No me digas, ¡¿Y por qué estabas aquí entonces?!
Él entrecerró los ojos mientras lo meditaba.
—¿Qué tal si me invitas a un café y te lo cuento? Al fin y al cabo, solo he traído una botellita de agua para no quedarme seco en medio del campo. —Abrió una solapa de su chaqueta y le mostró el bolsillo interno con una botella dentro.
La muchacha no podía creer el nivel de su desfachatez.
—¿Pero acaso crees que mereces la más mínima consideración de mi parte después de cómo me has tratado?
—Así demuestras que eres mejor persona que yo, ¿no? —insistió.
—¡¡Vete al dem...!! —Pero de repente, su expresión cambió y se relajó—. Está bien —acabó diciendo—. A cambio de un pequeño favor...
Él se confundió por su repentino cambio de actitud. Aun así, no dejó pasar la oportunidad.
—Por supuesto —aceptó dispuesto y satisfecho—. ¿Qué tipo de favor?
Sin embargo, todo ese ánimo se disipó pronto al ver como lo repasaba con la mirada mientras él tragaba en seco.
—Oh, uno que requerirá mucho de... esos músculos tan tonificados que tienes y probablemente de un tanto de esfuerzo físico también.
Con la sonrisa que le regaló, los nervios le subieron al cuerpo.
—¿A qué te refieres con eso?
—Ya te lo enseñaré después. —Y tironeó de su brazo para que la acompañara.
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Y si fuera... ella
RomanceÉrase una vez un hombre que buscaba desesperadamente a su mujer soñada; hasta que un día, se dio cuenta de que la mujer que realmente deseaba en su vida, era otra completamente diferente a la que tenía en mente. Código de registro en Safe Creative:...