Linda suspiró y asintió.—Pues, aquí me tienes.
Thiago inspiró fuerte deseando al menos la mitad de todas aquellas sensaciones distintas agrupadas en su cuerpo fueran capaces de traducirse en palabras.
Y la curiosa mirada de los pollitos a lo lejos no ayudaba.
—En primer lugar, tenía que ofrecerte unas disculpas. Creo que no me he portado bien contigo desde un principio, y tal vez no te he dicho las cosas del mejor modo o que las haya expresado de una manera que podrían malinterpretarse.
—No —lo interrumpió con firmeza—. No se han malinterpretado en ningún momento, han sido muy claras y muy directas, Thiago. Pero, ¿Sabes? En realidad, es cierto que no soy nada parecida a tus cánones de belleza; pero me alegro de no serlo. Me prefiero mil veces más a mí misma antes que a alguien que no tiene nada mejor que su estúpido exterior.
—Y yo también te prefiero mil veces más a ti que a nadie más.
—Y me ha quedado claro de una vez que todos los hombres son superficiales en algún punto. Puedes ser de ciudad y todo lo delicado que quieras en comparación con los hombres de aquí. Pero claro, si los últimos ven a una campesina más bonita, ¡Les importa muy poco pensar en sus esposas y familia! Da igual que digan que en este lugar se vive de un modo más tradicional o que se valora más a la persona, porque también he tenido pretendientes que andaban con muchos cuentos, ¡Y al final siempre se fijan más en el aspecto! Te quieren para la casa pero no se conforman para serte fiel.
Thiago sonrió al darse cuenta de que Linda no había escuchado para nada sus últimas palabras.
—Tal vez porque todavía no han aprendido a valorar aquello en lo que se supone que deben de fijarse. No obstante, yo he descubierto la importancia de ambas partes.
La expresión de Linda cambió radicalmente en cuanto le escuchó decir eso.
—¿Perdón?
Thiago suspiró.
—Todo aquello que pensaba sobre ti al principio... cambió. Solo sigo pensando lo mismo que te dije antes de marcharme.
—Eso es una contradicción.
—No, y ahora te explicaré el porqué.
Linda lo miraba confusa.
—La mujer que buscaba por aquí no tenía tu cara, ya que ni de lejos podía imaginar una belleza tan particular como la tuya. No la puedo describir, realmente no puedo, pero todos tus pequeños defectos... te hacen ser tú. Y ahora sé que sin ese rojo tan adorable no podía sentir la ternura que siento ahora, ni sin tu pequeña altura —Thiago sonrió—. Me hacen pensar que eres un pequeño tesoro. También he descubierto que las curvas me atraen mucho más que la delgadez, y eso me lo demostraste tú, que con tus hermosos atributos, me traes rendido a tus pies.
Linda enmudeció.
—Todo esto te lo iba a confesar como un halago... antes que tu desconfianza me doliese tanto que decidiese omitir los detalles necesarios para poder explicar correctamente todo lo que quería decir. Tal vez yo fallé primero, pero ambos lo hicimos al final y es por eso que quiero pedirte que, por favor, me des una oportunidad para empezar desde cero.
—Si buscabas mi perdón... te lo ofrezco —afirmó ella—. ¿Pero de qué serviría que volvamos a empezar? Tú estás buscando a alguien y yo no soy nada más que un peón en el camino...
—Linda, me encanta todo lo que he dicho de ti, pero todavía hay mucho más. Tú me has hecho ver el gran valor de tus virtudes y tu interior. Tú me has enseñado el verdadero significado de la hermosura, que dudo que pueda ser igual para todos porque nadie valora ni da importancia a lo mismo que otra persona. Pero gracias a ti yo he podido descubrir cuanto me gustan... aspectos y detalles en los que antes no pensé, porque te pertenecen solo a ti y son los que me seducen como a nada.
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Y si fuera... ella
RomanceÉrase una vez un hombre que buscaba desesperadamente a su mujer soñada; hasta que un día, se dio cuenta de que la mujer que realmente deseaba en su vida, era otra completamente diferente a la que tenía en mente. Código de registro en Safe Creative:...