Ferias y accidentes

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La mezcla extraña de la taza se encontraba en mis manos, la saboreaba con todo el gusto del mundo, aunque sabía que traería consecuencia.

La primera, era que mi mamá sin duda me iba a matar por comer eso. Y la segunda, si es que seguía viva para ese entonces, era que perdería la vida igual, pero en el baño.

Antonella pasó a mi lado viendo fijamente la taza y en un ágil movimiento la levante por encima de mi cabeza evitando que viera el contenido de esta.

  — ¿Que estás haciendo?— La pequeña me miró con sus cejas fruncidas y la boca igual.

— Yo...Ehm...yo...Estaba bendiciendo la comida, si, eso hacía— Ella me miró desconcertada y me pegó un puñetazo en el hombro.

  — Tú no estabas haciendo eso, pajua — Intenté mantenerme seria, de verdad, ya saben dar el ejemplo. ser una hermana ejemplar y decirle que eso no se decía, pero mis grandes carcajadas salieron sin poder evitarlas.

Ella emprendió su camino a dónde sea que fuera y yo bajé la taza otra vez para comer mi rareza.

  — Vane, chama ¿pero que haces? — Valentina entró como perro por su casa y se sentó a mi lado.

  — ¿Que mierda es eso? — Miró la taza con horror para después verme a mí.

  — No le digas así, es crema, pasas, cambur, fresas y gomitas — Su mueca de horror se agrandó más.

  — Marica te vas a cagar — me reí fuertemente.

  — Ah pues, ¿eso es peo tuyo?— Ella me miró mal y abrió la boca para decir algo pero se vio interrumpida.

  — ¿Me quieren explicar por qué dijeron apróximadamente 10 groserías en menos de 5 oraciones? — Mamá me veía con una ceja arqueada y con sus manos en su cintura— Tienen visita, agradezca que no entienden lo que dicen, son unas bocas sucias— La mujer siguió hasta la cocina murmurando cosas sin sentido y cuando pensé que se iba se devolvió— ¿¡QUE ESTÁS COMIENDO QUÉ!? — Se acercó a mi y vio la taza para después mirarme con una cara que me decía que estaba muerta, listo, preparen mi funeral.

Me quitó la taza con una mano y con la otra se quitó la sandalia para darme con su buena puntería justo en la cabeza.

—MAMÁAAAAAA— La miré mal y empecé a tocar la zona herida.

  — MAMÁ NADA, POR ESO ESTÁS ASÍ, DESPUÉS TE ANDAS QUEJANDO— Se volvió a ir murmurando cosas en español y esta vez decidí mirar por unos segundos para asegurarme de qué no se regresaría.

Dirigí mi vista para ver a los tres pálidos que estaban en la entrada de la salita viendo todo sorprendidos, los tres empezaron a reír como retrasados mientras yo sobaba mi cabeza que pitaba por el chanclazo.

  — Tú mamá es graciosa—Dijo entre risas Allan mientras se sentaba y los chicos lo imitaban— Pero también me da mucho miedo— Se puso serio de repente y empezó a asentir con los demás.

Valentina miraba divertida la escena.

  — Parecen robots, pero cuéntenme  ¿Cómo están? ¿Qué los trae por aquí?— Abrazó a Jane y se sentó a su lado.

  — Veníamos a invitarlas a la feria— Dalton nos miró—  Pasamos por casa de Valentina, pero su mamá nos dijo que estabas aquí.

— Si me necesitan, aquí estoy— Dijo divertida mientras reíamos.

— Bueno, vístanse—  Jane nos hizo un gesto con su mano en señal de que nos apuráramos.

—  Vamos, vamos— Jalé por un brazo a Vale mientras corríamos a mi cuarto para cambiarnos.

                                                                                 ...

Llegamos a la famosa feria, luego de que el camino se basara en risas y más risas. El lugar se veía bien, la gente caminaba de un lado a otro y los niños corrían a nuestro al rededor.

  — Bien, ¿que hacemos primero?— Pregunté siguiendo a los chicos.

— Vamos a la ruleta rusa— Allan tomó mi mano y me sentí muy extraña, no me sonrojé, yo no me sonrojo ppff pero si me sentí apenada. 

Llegamos a la dichosa Ruleta y cuando estábamos a punto de subir el encargado de el juego me vio con una cara de pocos amigos y soltó:

 — Debes tener apróximadamente 1.60 para poder subir— Me miró con burla mientras señalaba uno de esos carteles con la estatura establecida.

Lo miré con cara de pocos amigos y estuve a punto de lanzarme hacía él pero Allan me lo impidió.

  — Vamos fierita de 1.55— Lo miré mal y lo seguí.

Ese coño e su madre — Allan me miró para decir.

  — No sé que dijiste, pero conociéndote y viendo como estás fue algo malo.

— No fue tan malo, créeme.

                                                                                  ...

Adivinen quién tuvo que subirse a 6 juegos de niños por su estatura...¡Si!...Yo.

Los chicos se burlaron hasta el cansancio y yo solo me dediqué a mirarlos mal mientras seguíamos recorriendo la feria juntos.

  — ¡MIRA! El juego ese de disparar—   Valentina empezó a correr emocionada y yo la seguí.

  Dalton llamó la atención de la chica encargada y esta procedió a darnos el arma de juguete con la cual debíamos disparar a las botellas para ganar el premio, tenía en la mira un peluche blanco de osito.

¿Qué? me gustó.

Mi puntería de mier...No pudo faltar y fallé en todas, Allan me miró divertido y me quitó la escopeta para jugar él.

No falló ningún tiro y pidió exactamente el osito que yo quería, lo miré mal para empezar a reclamarle.

— ¡ERES UNA COPIA! ¡YO QUERÍA ESE, TE ODIO, PRESUMIDO!— El chico puso su mano en mi boca y me susurró al oído.

— Cállate, era para ti — Mi boca se abrió con sorpresa mientras me daba el peluche.

Los demás miraban la escena divertida mientras emitían un sonoro "Aaaww".

Abracé el peluche con una sonrisa de oreja a oreja mientras daba saltos como niña pequeña, y según los encargados de esta puta feria lo era.

  — Gracias, jalabolas— Dije gritando mientras que los Dalton y Jane sonreían y Valentina explotaba en carcajadas.

  — ¿Que dijo al final?— Preguntó Allan mientras me seguía con los chicos.

— Emmm que eres muy lindo— Valentina murmuró.

Abrí los ojos  y volteé— ¡YO NO DIJE ESO!— Ella se encogió de hombros y ahí sentí el inicio de algo horrible que empezaba a formase en mi estómago.

MARICO ME ESTOY CAGANDO— Valentina abrió mucho los ojos mientras me seguía ya yo estaba corriendo, maldita mezcla del diablo.





20 razones para no enamorarme de ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora