Ivy es una chica rebelde, de doble personalidad.
Pareciera ser dos personas totalmente distintas: En casa es una hija ejemplar, en el instituto es la mas rebelde de todas.
Dicen que no se puede ser dos cosas a la vez, pero Ivy si que puede. ¿Quier...
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—Gracias, Srta. Hallow.— Dijo Taehyung tomando las llaves de la biblioteca y los libros que utilizaría de sobre el escritorio de la señora, y caminó hasta la mesa el fondo.
Dejó los libros sobre la mesa en la cual se sentaría, y revisó entre algunos libreros para asegurarse que la biblioteca realmente estuviera vacía. Escuchó la puerta cerrarse, y sonrió satisfecho al saber que ya la señorita Hallow se había marchado.
Se acomodó en el asiento y dejó salir un largo suspiro observando todos los libros que tenía en frente, pues para él es muy agobiante estudiar debido al estatus que debe mantener. Es el mejor estudiante en casi todas las asignaturas, aparte es muy aplicado, y por ello los maestros ya le han puesto la tarea de ayudar a sus compañeros en las asignaturas en las que tengan dificultad, más el no los ayuda, sólo les hace las asignaciones, obteniendo ganancia de ello.
Tomó el primer libro, era el de Matemáticas, y lo abrió en la página que corresponde estudiar. Abrió su libreta, tomó sus lápices y comenzó a leer los ejercicios que debía hacer. Pero fue interrumpido por su teléfono, que sonaba en su bolsillo.
Al ver quien era colgó la llamada y dejó el teléfono sobre la mesa. Pesadamente se puso de pie y caminó hasta la puerta de entrada.
—Pensé que me dejarías plantada. —Comentó al Taehyung darle el espacio de entrar.
—Estoy a tiempo de arrepentirme.—Cerró la puerta y comenzó a caminar detrás de la chica.
Esta se dio la vuelta y lo miró con una sonrisa.— Me amas.
—Sólo te diré una cosa, Ivy—La miró a los ojos tan pronto llegaron a la mesa. —Es a estudiar, no como los días anteriores. Debes concentrarte, sin hablar mucho. Tengo muchas cosas que hacer hoy.
Ella alzó su mano derecha y asintió seriamente, en modo de promesa. Él apretó sus labios, y formaron una leve sonrisa.
Él se sentó y le hizo señas a ella que se sentara a su lado. Hizo lo ordenado, y él comenzó a leer los ejercicios de matemáticas que debían hacer, para que ella los copiara y luego así explicarle lo que debía hacer.
—Debo hacerte una pregunta antes de que comiences a explicarme el procedimiento.
Él se volteó a mirarla, seriamente.—¿Ya vas a empezar?
—Es una pregunta simple.—Él asintió.—¿Irás a cenar a casa esta noche? —Él negó rápidamente, y volvió su mirada al libro.— ¿Por?
