Especial 2 [3]

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Aquí tienes la versión reescrita en tercera persona con un tono más serio y pulido, manteniendo la esencia de la escena:

Jimin lo veía en su mirada. Jungkook estaba furioso, celoso, al borde de perder el control.

Y le gustaba.

Así de enojado le gustaba.

El fuerte tirón en su brazo lo hizo reaccionar. Solo entonces se dio cuenta de que estaba siendo arrastrado escaleras arriba, la mano de Jungkook aferrándose a él con demasiada fuerza. Sus dedos se clavaban en su piel, pero el dolor no le molestaba. Al contrario.

Lo adoraba.

—Apriétame más fuerte, Jungkook —susurró con un tono lo suficientemente audible para que su acompañante lo escuchara.

Jungkook se detuvo en seco, frunciendo el ceño con desconcierto.

—¿Qué?

Jimin se acercó un poco más, sus labios apenas curvados en una sonrisa traviesa.

—Que me aprietes más fuerte, joder —murmuró, dejando escapar un gemido al final.

Por un segundo, Jungkook pareció procesar sus palabras, pero luego su expresión cambió. Sus labios se curvaron en una sonrisa ladeada, cargada de una intensidad peligrosa.

—Oh... ya veo. —Lo miró con diversión, acercando su rostro hasta que su aliento chocó contra los labios de Jimin—. Eres mi pequeño masoquista.

Sin previo aviso, afianzó aún más su agarre, atrayéndolo hacia él con rudeza antes de capturar su boca en un beso. No fue suave ni delicado, como a Jimin solía gustarle. Fue demandante, intenso, con una pasión descontrolada que se reflejaba en la forma en la que sus lenguas se entrelazaban en un ritmo caótico.

Jimin se dejó llevar, perdiéndose en la sensación. En la furia contenida de Jungkook. En el deseo abrasador que los envolvía a ambos.

Este papi es el que realmente quiero.

Mis gemidos se ahogaban en su boca cuando me separó con brusquedad y sin dejar la misma de lado, me sube a su hombro y yo solo puedo morir por lo que viene.

Aquí tienes la versión reescrita en tercera persona con un tono más serio y pulido:

Jimin no tenía idea de que en un lugar tan lujoso como ese existieran habitaciones privadas. Y no cualquier tipo de habitaciones, sino espacios con camas perfectamente dispuestas y un armario cuya utilidad prefería no imaginar. Nada bueno podía esperar de allí... o quizás sí.

Porque, aunque no lo dijera en voz alta, en el fondo sabía que aquella noche lo marcaría. Que, después de esto, algo en él cambiaría para siempre.

El dolor que sentía le resultaba embriagador.

Jungkook lo empujó con firmeza sobre la cama y, en un solo movimiento, se posicionó encima de él. Sus manos grandes y cálidas recorrieron su cuerpo con un toque demandante, ansioso, como si intentara apaciguar la ira que aún ardía en su interior. Pero no lo logró.

No todavía.

-. Baja de la cama y desnudate- demando con voz tranquila.

-. Si papi- sumiso como siempre, bajo de la cama y se saco la ropa lentamente, provocandolo.

-. Buen niño- dijo una vez me vió desnudo.

Me hizo una seña apuntando sus muslos, haciéndome saber que quería que me ponga encima de él, boca abajo para recibir unas nalgadas.

Nuevamente le hice caso sumido en mi placer, me puse en sus muslos y moví mi trasero, el soltó un gruñido del fondo de su pecho, los ojos oscuros sobre mi cuerpo mirándolo con deseo.

-. Papi- lo llame.

-. Que queres?- respondió brusco.

-. Con la mano no. Con el cinto papi- le pedí mirándolo a los ojos desde abajo, siendo totalmente sensual, los jadeos salieno de mi boca por la agitación.

-. ¿No te vas a quejar?- Vio al ahora rubio negar-. Y sino, decís la palabra de seguridad.

El pelinegro bajó de la cama, dejó a Jimin con su culo curvado hacia arriba y su pecho contra la cama. Mirándolo y disfrutando la vista se sacó el cinturón y del lado del cuero, pego la primera.

-. Ah, más fuerte, descargate conmigo papi- el rubio no era consciente del salir de sus palabras, quería sentir el ardor de su piel de nuevo.

Quería no haber haber dicho eso, pero su mente divagaba entre el gusto y el dolor, le encantaba, se embriagaba de tanto gusto con esa nueva sensación de los azotes seguidos con la fuerza de mi Jeon a flote.

-. Bien Jimin, muy bien, ahora te aseguró que solo quiero y voy a gozar yo- el pelinegro subió a la cama, dejando al menor en su lugar.

-. A-agh .

-. No decías que te gusta? - se burló.

-. Me encanta- le respondí también con burla.

Ahora él se desnudó frente al rubio, estaba haciéndole gozar de una manera que no se imaginó más, el limbo mental que tenía era fuerte, presente.

Se puso detrás del y sin cuidado ni aviso, embistió fuerte y precisó a ese lugar tan dulce dentro del rubio. Estaba tan enredado con sus emociones, no entendía nada, estaba perdido y confundido, pero eso no evitaba que esté gimiendo como a él le gusta.

-. M-mas- ya estaba sintiendo como esto llega a su fin.

Ahora sí que estaba totalmente descolocado, agarró con sus manos los dos pezones del menor bajo suyo, los apretaba y jugaba con ellos, como él quería, mientras el rubio se estaba deshaciendo en sus manos y él no se está dando cuenta. O quizás si.

Le estaba dando como nunca antes, pero le gustaba tanto el estar sin poder cruzar un pensamiento que quería más. Mucho más.

Necesito que me lastimes.

-. Pegame- pidió sin más.

-. Hacete cargo de tus peticiones Jimin, sos un masoquista.

El pelinegro sonreía, comenzó a pegar, pellizcar, apretar con demasiada fuerza partes sensibles del cuerpo bajo suyo. Mientras me embestia, metía sin parar. Jimin nunca entendió cómo mantenía el ritmo haciendo cosas a la vez.

-. P-papi me puedo correr? - preguntó alterado.

-. Al mismo tiempo.

La estocada que me dió.

Por dios.

Me lleno de una manera que jamás pensé poder sentirlo, con esa estocada el rubio terminó, gritando su nombre.

Necesitaba esto, follar, dolor y placer.

Salió de él, se tiro de espaldas, mirando al techo y lo beso tiernamente.

Después verían que iba a hacer para disimular mi pequeño dolor de mi cuerpo, y también con los invitados, la fiesta seguía abajo.

[Corregido].

PAPI- Kookmin Donde viven las historias. Descúbrelo ahora